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poda arboles

Las Tunas.- Una tormenta local severa derrumbó árboles, afectó la electricidad y ocasionó daños visibles al entorno en varios municipios de La Habana. Esto sucedió el miércoles 16 de junio, pero en el 2008, un 7 de septiembre, el ciclón Ike nos borró la floresta a los tuneros y más de 80 mil viviendas se dañaron de algún modo.

Todavía quedan secuelas y familias afectadas pendientes de solución. Muchas historias tristes y de pánico guardan las memorias de los pueblos y su gente. ¡Y estamos en temporada ciclónica otra vez!

Entonces, me parece lenta la poda de árboles. Demasiado altos los que están en los solares yermos y patios entre los espacios del barrio, dígase casas o edificios multifamiliares. Otros, demasiado copiosos y frágiles en avenidas, calles y lugares públicos, en los cuales hay empresas, instituciones socioculturales, escuelas, círculos infantiles, comercios … En fin, que si de pronto nos sorprende un vendaval como el que sobrecogió a los habaneros... Ni escribirlo es bueno, más cuando el rebrote del Covid-19 en esta ciudad nos trae tensos, agobiados y ocupados.

Es una necesidad tomar partido. Esta temporada, según expertos y meteorólogos nacionales e internacionales, será muy activa y las altas temperaturas y la humedad favorecen la ocurrencia de tormentas eléctricas y lluvias intensas. Las consecuencias pueden ser impredecibles y sorprendernos. Creo que no debemos esperar a que Servicios Comunales o la Empresa Eléctrica asuman la tarea o dispongan de recursos para comenzar la tala.

Si cada quien se encarga de “pasarles” el machete a sus árboles, destupir los desagües y mantenerlos, asegurar cualquier objeto vulnerable ante fuertes vientos… en fin, si nos ocupamos de nuestros pedacitos con tiempo y calma para pensar y tomar las decisiones oportunas, ganaremos todos.

No es un llamado a mover las “pilas” en casa porque sí. Necesitamos reducir al mínimo los riesgos que puedan alterar el ya complicado día que tenemos con el enfrentamiento a esta pandemia, que se expande con fuerza y va en paralelo a la llegada de un fenómeno natural inevitable.

Es también una manera diferente de oxigenar el espíritu y reducir el estrés que ajusta cuenta en todos por el acecho del virus, las complejidades económicas, la inestabilidad laboral y estudiantil, el manejo de los chicos en el hogar y estar obligados a vivir en rutinas a las cuales cuesta aceptar como normales y vencerlas sin secuelas emocionales y psicológicas, sin contar las propias que genera estar enfermo o sospechoso.

Los huracanes están a la orden y no hay de otra que ser previsores y precavidos. Pensemos en las experiencias acumuladas. No es lo mismo un centro de evacuados en época de Covid-19. Aseguremos con tiempo los techos de las viviendas, las tapas de los tanques, los corrales de los animales y acopiemos cuanta fruta o vianda pueda ser cosechada. El después cuesta más caro y no hay mucho para repartir con fronteras cerradas, bloqueo recrudecido y economía a toda prueba de equilibrio financiero interno y externo.

En el sitio digital Cubadebate no hay alarmas. Hay certezas: la cercana temporada ciclónica en el área del Atlántico Norte, el golfo de México y el mar Caribe podría traer la formación de 16 organismos ciclónicos tropicales, ocho de ellos podrían alcanzar la categoría de huracán.

“El peligro de que Cuba sea afectada por al menos un ciclón tropical es alto, con una probabilidad de un 85 por ciento, y de ser afectada por uno con vientos superiores a 118 kilómetros por hora (huracán) es moderado, con un 45 por ciento de probabilidad”, dice el más reciente pronóstico del Insmet. De acuerdo con los especialistas, estas previsiones se basan en que durante el primer trimestre del año se observaron temperaturas más cálidas que lo normal en las aguas del Atlántico tropical, las que fueron más significativas en el mar Caribe, precisa la noticia.

A tiempo, decisores y nosotros quizás podamos lograr que las memorias de la temporada ciclónica del 2021 sean menos tristes y la floresta no se nos desdibuje por nuestras propias culpas. Al menos a mí, huracanes con pandemia me erizan toda.