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cuidar agua

Las Tunas.- Hace varios años, de regreso a la ciudad de Las Tunas tras un día de playa, esta reportera vio una casa quemándose por el impacto de un rayo, en la comunidad de Lora, del municipio de Jesús Menéndez. Ha pasado el tiempo y aún están frescos los recuerdos de ese momento tan triste.

Duele rememorar el chasquido del fuego sobre el inmueble y todo lo que había dentro, excepto un refrigerador que lograron sacar y que parecía mirar la escena desde unos metros de distancia. Pero, más me conmovió -y lo hace aún- escuchar el llanto de algunas personas, mientras otras permanecían inmóviles, sin hacer nada.

Claro que deseaban sofocar las llamaradas que devoraban todo, pero no tenían opciones. Así me lo dijo una residente de la zona, quien me comentó que nada se podía hacer, porque en ese lugar no había ni un pozo con agua y los vecinos solo acumulaban un poco, luego de recibirla mediante pipas.

El carro de los bomberos llegó en cuanto pudo; pero la distancia desde la cabecera municipal influyó y fue demasiado tarde ante una estructura con paredes de madera y techo de fibrocemento.

Esa realidad pudiera ocurrir en otras zonas de la provincia, lamentablemente, porque ya vivimos el período seco y el húmedo dejó muy pocas bendiciones sobre estas tierras. Tan es así que, hasta la primera quincena de diciembre, los embalses solo acumulaban cerca del 40 por ciento de su capacidad total de llenado.

Según las predicciones de los institutos de Meteorología y de Recursos Hidráulicos, el año 2022 pudiera estar caracterizado por una intensa sequía. Y bien que los tuneros sabemos de esos procesos, pues estamos casi adaptados al carácter cíclico de la crisis hídrica.

Por la poca agua que tenemos en las presas, solo nos queda un camino y es desarrollar los programas de ahorro del líquido, conscientes de que su carencia es un fenómeno que empeora en todo el mundo, al punto de que se asegura que en el año 2025 habrá varios conflictos solo para disputarse el acceso al vital recurso.

Para los tuneros este es un tema reiterativo; sin embargo, aún no ahorramos lo suficiente y no se trata solamente de los salideros en cualquiera de nuestras calles, resultado de las tuberías obsoletas, la falta de recursos o la morosidad en la solución de los desperfectos, lo que también ha ocurrido.

Hay algo que puede hacer usted, o yo, ahorrar agua. Con un pequeño aporte personal en esta batalla de todos no traeremos de vuelta las lluvias; pero, sí lograremos “estirar” por más tiempo nuestras reservas acuíferas y sumando todas las individualidades, créame que sería una extraordinaria cantidad de metros cúbicos.

Todavía la situación no es extrema, aunque las presas de Las Tunas están muy por debajo de su capacidad. Pero debemos limitar el uso indebido y aprovechar hasta la última gota; incluso, aunque el ejemplo duela, pensando en que un día nuestra casa pudiera estar devorada por las llamas o que nuestros nietos podrían morir de sed.