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1 celia sanchez

Las Tunas.- Celia parece estar en el vuelo de lo sutil, en la delicadeza extrema, en el silencio. Su imagen, hermosa y menuda, semeja un suspiro a punto de escapar. Toda ella era así, como la luz, luminosa e inatrapable.

¿Qué fuerza habitaba a aquella mujer menuda, de frágil aspecto y probado valor? ¿Cuán hondo llegaron las enseñanzas del padre, martiano profundo, humanista en su obra médica? ¿Por qué ese darse silencioso, esa "modestia compleja"? ¿Cómo la descubro detrás de las imágenes que la retratan pocas veces atenta a la cámara?

¡Qué paradigma! ¡Cómo nos debemos, aún, conocer de usted!

Para contar bien nuestra-su historia nos falta conocer de Celia Esther de los Desamparados, la que hizo honor a su nombre de tal manera que hasta hoy nos llega el relato de su buen prodigar. Nos resta descubrir de la amiga, la guerrillera, la joven que situó a Martí en el lugar preciso para su estatura de cubano; la mujer que amó y sufrió desventuras, la que honró en el último adiós al doctor Sánchez Silveira, como mejor podía hacerlo, peleando por la Patria, por los pobres.

Dicen que solo les temía a los ratones, que gustaba del café y poco comía. Que subía y bajaba lomas con absoluta facilidad, que para defender a Cuba fue Norma, Carmen, Liliana y Caridad. Alguna vez, una compañera diría: "Celia estaba en todo y no aparecía en nada", porque tenía una silenciosa manera de darse y hacer cumplir sus sueños y los de otros. Tal vez por eso en Pilón repartía por todo el pueblo juguetes el Día de los Reyes Magos y gastaba así los ahorros de meses; era portadora de singulares contrastes. Los que la conocieron argumentan que "será imposible escribir la historia de Fidel Castro sin reflejar a la vez la vida de Celia".

Tesorera no solo de los rebeldes, sino además, de esas joyas de lo que hoy se denomina el Archivo de la Revolución, guardó con celo documentos históricos originales y anduvo desafiando esbirros hasta que el rigor de aquella vida la empujó a la Sierra. Fue la “madrina oficial” del naciente Ejército Rebelde y la primera combatiente, primera de muchas con historias sorprendentes y de admirar.

Y así anduvo, abonando con celo la belleza de una obra que hizo suya: la Revolución. Si queremos conocer a Cuba, y ese logro de la felicidad de hoy a sabiendas de que tenemos aún poco y nos falta mucho; nos debemos, como cubanos, conocer más a Celia. Un buen comienzo sería aquel 9 de mayo, 100 años atrás, en un pueblito llamado Media Luna. Bien contada, la historia de la hija de Manuel Sánchez Silveira y Acacia Manduley Alsina, se convierte, en un relato apasionante.