Las Tunas.- La exclusión del peso convertible (CUC) de amplios espacios del mercado nacional y el ascenso de los precios minoristas en algunas transacciones son ya repercusiones que preceden al advenimiento de la unificación monetario cambiaria en Cuba. Ambos asuntos acaparan la atención de la opinión pública; sin embargo, la profesora de la Universidad de esta provincia del oriente cubano, María de los Ángeles Utra Hernández, advierte que las personas, sumidas en su realidad más inmediata, no aprecian en su amplitud el proceso. Se trata, dice, de mirar la foto completa.
“No hay economía de país que resista durante tanto tiempo una dualidad monetario cambiaria con una moneda (el CUC) que no tiene respaldo y no se traduce en niveles de eficiencia y productividad de las empresas”, insiste.
La docente, especializada en materias de costos y precios en el centro de altos estudios, destaca que la estrategia anunciada por el Gobierno colocará al país cerca de tener una política de precios más coherente. Eso, añade, incluye la manera en que las entidades definen las cotizaciones de sus productos en el ámbito mayorista y, consecuentemente, de cara al comprador individual. Ahora, explica, “sus costos y gastos están distorsionados, porque las materias primas no van al costo con el precio de importación, sino con una tasa de uno por uno”.
No es un asunto menor, recalca, porque “es en el universo empresarial en el que se producen las riquezas superiores. Está ahí en el sector manufacturero, en el industrial; aunque todos los actores son necesarios. Pero mientras no sean capaces de ser más competitivos en el mercado internacional, la economía no se beneficiará de esos ingresos que requiere.
“La gente, reitera Utra Hernández, se concentra en lo micro, en lo particular, en la reforma salarial, y no es eso lo que transformará la economía. Será la consecuencia de buscar la unificación monetario cambiaria, para tener a su vez niveles de competitividad en nuestro sector empresarial”.
Empero, ahora mismo ocurre una escalada inflacionaria en los precios sin aún producirse el Día 0 y sin que hayan cristalizado muchas de las medidas que flexibilizarán la formación de tarifas dentro de la rama pública de la economía.
“En una primera etapa, recuerda la académica, el Estado mantendrá las facultades de decidir precios, que serán los menos. Hablamos de los productos que llegan a la población a través de la libreta de abastecimiento y otros incluidos en la canasta básica de bienes y servicios de referencia. Pero, indudablemente, habrá una mayor descentralización.
“Significa que todo el que produce y presta servicios va a formar su precio. Eso, sin dudas, resulta algo positivo. Ahora bien, la aprehensión que pueda haber al respecto es el control que deben ejercer las instituciones encargadas de vigilar los niveles de gastos para formar tales precios”.
¿SUPERGANANCIAS?
Las principales autoridades de Gobierno aseguran que habrá incentivos fiscales que colocarán a todos los actores económicos en igualdad de condiciones para contener dentro de límites tolerables la inflación, la experta opina que la realidad está diciendo otra cosa: “Aun cuando esas afirmaciones son ciertas, en la práctica no siempre ocurre y basta verlo en los precios. El que muchos vendedores privados estén subiéndolos, aduciendo la eventual elevación de los salarios, demuestra que hay gran desconocimiento y poca cultura económica”. “El tema de la formación de precios necesita explicarse mejor”, sostiene.
La máster en Educación Superior y profesora auxiliar del Departamento de Contabilidad de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad tunera, considera que mucho de esa elevación de los importes, no solo en el sector privado, nace de la costumbre de subirlos proporcionalmente a cómo les crecen los costos, y preservar así sus niveles de ganancia.
No obstante, subraya, hay otras vías de hacerlo sin que sufran los consumidores: elevando los niveles de eficiencia o disminuyendo los gastos. “Pero cuando no hacen ni lo uno ni lo otro, sencillamente duplican o triplican el precio”, expone.
“Hay costos, detalla la profesora, que se mantienen independientemente de cuánto estés produciendo, y lo que deben hacer es determinar cuáles son esos costos que han subido y evaluar cómo bajarlos. Entonces, se reducirán los gastos, pero su margen de ganancia seguirá siendo el mismo, porque ahora estaría calculado sobre la base de un monto menor”.
Pero para eso, admite, se requiere de una cultura económica, entendida como la preparación y conocimiento de las leyes, normas y, de manera especial, lo relacionado con los impuestos, las contribuciones; más qué información contable debe llevarse. Desgraciadamente, estas son prácticas que no abundan entre los pequeños empresarios privados, los simples productores e, incluso, en el sector público. “Si no conoces tus gastos, sin olvidar el tiempo, y cómo eso se expresa en los costos, nunca sabrás con exactitud qué ganas, ni qué gastas”.
CONFIANZA INFORMADA
El ordenamiento monetario, incluyendo la reforma del sistema de formación de precio, afirma la profesora María Utra, “son una necesidad para la sostenibilidad de nuestro sistema social”. Con todo y eso, sugiere que la gente precisa capacitación, la cual puede encontrarse “a través de la Asociación Nacional de Economistas, en la Universidad, las escuelas de Economía y en la autopreparación. Hay que pensar que todos somos parte de todo. Una información que se dé sobre las empresas, también debe interesarles a los cuentapropistas, pues el sector productivo estatal es la base de toda la economía y a menudo eso se olvida.
“La dirección del país, concluye, ha transmitido confianza, seguridad. Entonces, creo que tenemos que contribuir y aportar todos”.
