Mario Cruz Amador 2
Las Tunas.- Hace años, Mario Cruz Amador pasaba la mayor parte de sus días agarrado al timón del auto que conducía. Por ese entonces era chofer en la Delegación del Ministerio de la Agricultura de la provincia de Las Tunas y no consideraba dedicarse a las labores agrícolas.

No obstante, la vida da muchas vueltas y pone destinos inesperados. Luego de su jubilación comenzó a trabajar la tierra, una actividad nueva para él, pero no desconocida, pues traía aprehendidas muchas prácticas que vio hacer a su padre, varias décadas atrás.

Mario Cruz Amador 1No es lo mismo mirar de lejos o ayudar que asumir una responsabilidad tan grande. Sin embargo, Mario se siente tan bien con lo que hace que no imagina su vida sin ese constante soñar y ejecutar, y sin el verdor de las plantas que crecen luego de muchos cuidados.

"Solicité estas tierras en usufructo y cuando me las entregaron tuve que comenzar casi desde cero. Todo estaba lleno de marabú, picapica y malas hierbas. Agarré el picacho, el azadón y el machete, y comencé a trabajar en lo que fue una tarea extremadamente difícil.Mario Cruz Amador 4

"Sacamos más de cuatro mil troncos de marabú. Demoramos, pero poco a poco toda el área quedó limpia. Ahora tengo siembras de yuca, calabaza, plátanos burro y macho y frijoles. Pertenezco a la Granja Urbana del municipio de Las Tunas y esa entidad es el destino de mis producciones.

"Siempre entrego un poco más de lo que me corresponde según el plan. Después que cumplo hago donaciones al Hogar Materno y a la Casa de Niños sin Amparo Familiar, para ayudarles. A veces llevo calabaza o frutas, en dependencia de lo que tenga".

Sabe que en sus tierras todavía hay mucho por hacer porque el trabajo nunca se acaba; más bien se transforma. Sin embargo, se siente satisfecho con lo que ha logrado a fuerza de sudor y muchísimo esfuerzo, y no imagina un futuro lejos de ahí, de lo que ha visto nacer y crecer.

"Esta finca se mantiene porque se le da atención constante. Yo me levanto todos los días al amanecer; apenas unos minutos después ya tengo el azadón en la mano y priorizo las áreas que más necesitan de la limpieza. Así lo mantengo hasta que se va el sol por la tarde.

"La agricultura es de todos los días. No es de una sola jornada. Cuando vine para aquí, la gente me decía que en este suelo no se daba nada, que desistiera. Yo decidí quedarme y comprobé que es al revés. Semilla que se tira, semilla que nace. Todo se da. Y está demostrado".

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