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Caracas, Venezuela.- Ha pasado el tiempo, pero los años no han estropeado ni el rostro ni el ímpetu de la enfermera Eyelaine Cisneros Velázquez. Por eso, a pesar del nasobuco que impone la pandemia, no me resultó difícil identificarla entre los colaboradores de la brigada médica cubana que atienden el Centro de Alta Tecnología (CAT) Heroína de Mérida, en ese Estado de los andes venezolanos.

Y sé que muchos de sus coterráneos en Las Tunas también la reconocerían en el acto. Infatigable dirigente estudiantil y profesional apasionada son dotes que la hacían visible en múltiples escenarios de la vida social del terruño natal que tanto ama.

Estuvo 34, de sus 37 calendarios de trabajo, al frente del Programa de Lactancia Materna y Banco de Leche Humana, del Hospital General Doctor Ernesto Guevara de la Serna, “tenía entonces 19 años de edad", recuerda con cierta nostalgia y no olvida su presencia en el telecentro TunasVisión cada 15 días para promoverlo, ni el apoyo que tuvo en ese propósito de la emisora Radio Victoria y del periodista Gianny López Brito.

Atesora con mucha satisfacción su preparación, período en el que asumió la presidencia de la Federación Estudiantil de la Enseñanza Media y su encuentro con el Comandante en Jefe Fidel Castro en el V Congreso de la organización, al que asistió de delegada.

Definitivamente y por su vocación humanista dedicó todas sus energías a luchar, desde esa trinchera, por una vida sana y promover el bienestar infantil y materno convirtiéndose en consejera imprescindible para muchas familias.

CAMBIO DE PERFIL Y LA MISMA ENTREGA

Luego se inclinó por otro perfil: “Hice el diplomado en Endoscopia y ejercí en el área del policlínico del mismo hospital donde comencé mi vida laboral”, rememora y cuenta que el cambio no la alejó definitivamente de su amor por los niños y las madres, pues muchas de ellas continuaban solicitándole consejos y orientaciones sobre las ventajas de amamantar a los infantes.

Afirma que siempre tuvo la disposición y varias posibilidades de cumplir misión internacionalista, pero decidió esperar la mayoría de edad de sus hijas y ahora más sosegada aceptó el reto de colaborar en otros pueblos del mundo.

Arribó a Venezuela el 18 de junio del 2019 “con toda la disposición de ayudar y brindar mis modestos conocimientos a los necesitados, como nos enseñaron Fidel y la Revolución: que nuestra razón de ser es salvar vidas en cualquier país del mundo”, afirma categórica.

Así, artillada de esos principios llegó al Centro de Diagnóstico Integral de Tabay, una pequeña ciudad del estado de Mérida, ubicada sobre una meseta aluvial en los andes venezolanos a mil 708 metros sobre el nivel del mar y a orillas del río Chama, donde asumió responsabilidades como enfermera emergencista, atendiendo esterilización y el activismo en Higiene y Epidemiología.

“A pesar de que hacía mucho frío me adapté rápido. Allí encontré a personas muy humildes, sencillas, de gran carisma y nos identificamos muy rápido. Ellos me ayudaron a asumir el cambio de una manera más natural”, cuenta.

ANTES DE LA DESPEDIDA

Atendiendo a su perfil profesional, el 12 de enero de este año fue traslada para el CAT Heroína de Mérida, donde la reencontré y conversamos sobre variados temas, incluida la guerra mediática del imperio contra la colaboración médica cubana en el extranjero.

“Son campañas muy malintencionadas, porque Cuba y sus médicos cumplen con altruismo el deber de salvar vidas en cualquier nación que lo solicite, siempre apegados a los principios éticos y humanistas de nuestra escuela de Medicina, que nos forma bajo esas enseñanzas”, enfatiza Eyelaine.

Su opinión cuenta, pues como profesional está satisfecha de sentirse comprometida con el bien ajeno y atender las necesidades de otras personas humildes, dueña de una decisión internacionalista que “me honra mucho y me hace sentir más útil todavía. Ese es el sentimiento que convoca a los trabajadores de Salud de mi Patria, Cuba bella y solidaria”.