Imprimir
Visto: 1490

autismo onu

A propósito del Día Mundial de Concientización sobre el Autismo, 26 acerca su lupa a Ale, un niño autista de 5 años que tiene puentes, afectos y aplausos para que sus días sean más felices

Las Tunas.- Ale guarda quietud allá adentro de sus ojos negros. Son como una oscuridad brillante de donde él no siempre escapa del todo. Le gusta resguardarse allí cuando los cambios bruscos alteran la pasividad de su universo. Desde ese espacio, él extiende los puentes a su antojo, y cuando todo está en calma sale y abraza con una fuerza tan bonita como ese par de "cocuyos" que alumbran su mirada.

Se queda ensimismado con las formas del agua. Puede pasar horas tendido, observando… Hay sonidos que lo llevan a la euforia y los repite como si él solo pudiera entender el lenguaje que ocultan. Guarda mucho más de lo que dice, aunque el lenguaje no le es indiferente. Ha aprendido rutinas y tareas que reproduce a su ritmo, sin alteraciones.

En la escuela reconoce y nombra la luna antes que otros niños. Otras veces sale del aula y se pierde en detalles que muchos ni siquiera notarían. No es igual ni diferente al resto de los niños de 5 años de edad que visten de rojo y blanco. Hace meses fue diagnosticado con un Trastorno del Espectro Autista (TEA). Su núcleo familiar no entró en crisis, solo se preparó mejor para ayudarlo con la difícil tarea de hacer converger dos mundos.

... 

La mamá de Ale carga en brazos otro par de ojitos revueltos y alegres, pero no les pierde la pista a los movimientos del mayor. Ella es su mejor compañera de juegos, maestra, logopeda, cocinera y también enfermera en caso de necesidad.

Tiene un brillo triste cuando recuerda su primer parto, ¡tortuoso!, la incertidumbre por la vida del niñito que había traído al mundo. Y después claro que se percató de que su hijo era especial, pero siempre hace falta un poco de ayuda externa para poner los razonamientos en el lugar de la negación. Asegura que la intervención que ha recibido Ale le ha hecho un niño más sociable y está segura de que en el futuro todo irá para mejor.

Pone por delante a Dios y después me cuenta que entre las consultas especializadas en el pediátrico Mártires de Las Tunas y el apoyo del Centro de Orientación y Diagnóstico (CDO), su familia encontró el respaldo necesario para ir transitando junto a Ale por los recovecos del autismo sin asustarse y sin dar demasiadas explicaciones al escrutinio social, una daga que puede ser más filosa que la propia condición de salud.

"Lo primero es aceptar que el TEA no es enfermedad, sino una condición. El niño necesita ayuda al igual que sus padres para vencer las etapas de su desarrollo. Todos son diferentes y no se desenvuelven igual, pero tienen mucho potencial para lograr las metas que le trazamos, alude la mamá de Ale.

"Es importante acudir a tiempo a las instituciones de Salud y dejar a un lado la ignorancia. Una sabe cuándo un niño se comporta diferente, hay pautas que son muy fáciles de reconocer y hay que tener en claro que ese conocimiento nos sirve para ayudar y orientar a otras familias. Al final lo más importante es tener un niño feliz".

LA AYUDA NECESARIA

Madley Parra García, jefa del servicio de Psiquiatría Infantil en el hospital pediátrico Mártires de Las Tunas, es un referente imprescindible y abrevadero para muchas familias que llegan a la consulta con el mundo eclipsado.

Aunque pueda resultar chocante para los padres, el psiquiatra infantil es el especialista central para evaluar la condición de TEA.

Para pautar esta condición, la especialista refiere que el niño tiene que tener dificultades en la interacción social, que no establezca la mirada, no le interesan las personas, se aísle, que no le guste ser cariñoso, ni tenga establecido lenguaje o lo haya perdido o haga eco de alguna palabra que escucha o verbaliza, pero no con fines comunicativos. Importante, es significativo que haya pérdida de las capacidades del juego simbólico que imiten situaciones de la vida diaria.

Refiere también que mientras más temprano sea el diagnóstico del autismo más rápido se logra la intervención, lo ideal es diagnosticar la condición antes de los 3 años.

La experiencia de la galena destaca que el niño autista ya desde bebé arroja señales, en la cuna no le interesa ser cargado, por lo general es demasiado tranquilo, cuando tienen seis meses de nacidos lo normal es que se sienten, se paren, interactúen, busquen la atención de los adultos, y ellos no lo hacen. Con la succión del pecho son desinteresados, no tienen respuesta al extraño. Estos son marcadores importantes que se deben tener en cuenta y no pensar que son normales, no demorarse en asistir al médico y buscar ayuda.

Ale adora las rueditas de los carros y los dibujos animados, aunque hace un tiempo sus padres se los han dosificado. Ellos ponen metas y también premian. Cuando el niño cumple mira expectante buscando su aplauso, y al sonido de las palmas se desborda en éxtasis. Ale ama los aplausos. Ahí el orgullo se le escapa de los ojos y lo comparte con las personas que más lo quieren en el mundo. Después de todo, el lenguaje de los afectos no entiende de trastornos.