
Las Tunas.- Aidanys se preocupó de verdad cuando llegó a la casa y vio a su hija deshidratada sin poder, siquiera, abrir los ojos. Enseguida la llevó al Cuerpo de Guardia. Llevaba una semana con fiebre alta, vómitos, diarreas y en las últimas horas dolor abdominal. Ella presentía que aquello era un cuadro de dengue, pero nunca imaginó que la muchacha cursaría con complicaciones.
Días después su esposo experimentó una fiebre que amenazaba con calar allá dentro de sus huesos. Sudaba frío, temblaba y en medio de los apagones extendidos por casi 20 horas que azotan a Puerto Padre y gran parte de la geografía cubana. Aidanys sintió miedo.
Reparó en lo difícil que resulta encontrar medicamentos para bajar la temperatura y los alimentos que ayudan a proteger las plaquetas. Vivió semanas muy duras, aunque a ella no la alcanzara el mosquito.
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Elaine abre las puertas a 26 en plena convalecencia. En cuanto le empezó el dolor en la cabeza y se sintió caliente imaginó que tenía dengue. “Aquí una siempre anda predispuesta”. Está casi segura de que se contagió en el trabajo, pues el local se ubica cerca de la playa y los mosquitos azotan con la rudeza de no querer dejar ni gota de sangre en el aire.
Las molestias articulares y la falta de apetito fueron los síntomas más alarmantes, aunque ahora detrás del micrófono se recoloca como si los huesos le pesaran todavía. Confiesa que no fue al médico y el calor tan violento no la dejó usar mosquitero, aun cuando en la otra habitación la aguarda su mamá anciana.
Como Aidanys y Elaine, otras tantas voces en el municipio de Puerto Padre asocian la prevalencia del mosquito Aedes aegypti a la falta de higiene, los microvertederos, las calles matizadas por los hilos de aguas albañales, los salideros… Lo cierto es que este territorio por más de un año vive una situación que requiere más manos unidas.
PESQUISAJES Y SONDEOS
La doctora Vivian Rivas Gómez, subdirectora del Centro de Higiene, Epidemiología y Microbiología de la Villa Azul, explica que, en mayo del 2024, una de las áreas de Salud fue declarada en transmisión, pues estaban en meses estacionales, de complejidades medioambientales, cuando habitualmente las arbovirosis se incrementan.
“Comenzó por el área del policlínico Romárico Oro, que de las tres locales es la de más población, extensión territorial y mayor complejidad epidemiológica. Luego se sumaron las otras y el Ministerio de Salud Pública declaró a Puerto Padre en transmisión de dengue y emitió una serie de indicaciones que hemos venido asumiendo -explica la galena.
“Para considerar un municipio en esa categoría, este debe tener más de un área de Salud comprometida con un alto índice de infestación y que aporte un número importante de reactivos. O sea, el vector se ha detectado en diferentes manzanas y a veces confluyen en más de una varios diagnósticos del vector transmisor”.
La doctora Rivas Gómez enfatiza que durante el 2025 han logrado cierta estabilidad en los diagnósticos de la reactividad, aunque la detección de los focos ha sido su eslabón más débil. “Hemos notado cierto avance porque no ha perdurado por más de 21 días, el tiempo de vigilancia de una comunidad infestada, más de un paciente reactivo.
“En el actual calendario hemos observado que en el área del ‘Romárico Oro’ lo que se ha manifestado es gran dispersión de la reactividad, que puede ser respuesta a una morbilidad oculta, que los pacientes no acudan al médico y, por tanto, no se realizan los diagnósticos suficientes.
“También hay que aclarar que el mosquito tiene un radio de acción de alrededor de 300 metros, las personas en muchas ocasiones se mueven hasta sus centros de trabajo, y se dispersa naturalmente la arbovirosis”.
DEUDAS SOBRE LA MESA
Con el ceño fruncido, la objetividad sobre la mesa, al lado de varios informes y bases de datos, la directiva confiesa que, aunque ha habido un notorio despliegue del personal sanitario, no terminan de ponerle fin al problema, en el que la responsabilidad ciudadana es vital para alcanzar la estabilidad epidemiológica.
“No hemos logrado eliminar la condición de transmisión porque todavía tenemos brechas relacionadas con el componente más significativo en la transmisión de las arbovirosis que, a mi juicio, es el medio ambiente. No es que sea determinante, pero es muy condicionante.
“La mayoría de los focos se han detectado en los reservorios de agua domiciliarios, o sea, no están en el medio ambiente; pero el entorno sin sanear atenta contra la efectividad de los tratamientos adulticidas que hemos llevado a cabo en las manzanas comprometidas y los bloqueos de casos.
“Falta sistematicidad en la recogida de los desechos sólidos, recursos para subsanar salideros de agua potable...; sin embargo, lo esencial que falta es que la población realice el autofocal, que tape sus tanques de agua, que asuma que el autocuidado es vital para preservar la salud. Sin dudas, así lo creo, nos ha golpeado, además, la poca percepción del riesgo en los pobladores.
“A la par, los exhortamos a que acudan a los servicios de Salud, que se protejan y hagan énfasis en las personas de la tercera edad, con enfermedades crónicas. La imbricación de los factores de la comunidad es imprescindible para que este municipio, que se caracteriza por ciudadanos preocupados, pueda terminar con este panorama.
“Acá no hemos estado de brazos cruzados ni mucho menos. Seguimos un plan de enfrentamiento muy bien diseñado y mantenemos activo el Grupo Temporal Municipal que se reúne una vez por semana; y estamos en la calle, en los barrios, intercambiando con los vecinos, sus líderes y un grupo de organismos decisores para minimizar la transmisión.
“Nos han efectuado chequeos constantes, fiscalizaciones; tenemos el asesoramiento y el apadrinamiento de la Dirección Provincial de Higiene y Epidemiología. No hemos estado solos y la población debe conocer que se ha contado con los kits de vigilancia para hacer los diagnósticos oportunos.
“Con cierta distancia la gente juzga, se queja porque no fumigan, pero el compromiso tiene que ser multisectorial, máxime en esta temporada cuando aumenta la probabilidad de lluvia y el vector se propaga. La etapa la hemos asumido como un reto del que vamos a salir más fortalecidos”.
LUCES Y SOMBRAS
Puerto Padre cuenta con más de 91 mil habitantes. El estudio epidemiológico ha arrojado que una cifra superior al 60 por ciento de los focos se encuentra en los tanques bajos, reservorios de agua, recipientes abandonados en los patios.
El especialista en Medicina Familiar Luis Manuel Figueredo, director del área de Salud Romárico Oro, asegura a 26 que en estos momentos lidian con 11 manzanas reiterativas; aunque ninguna puede considerarse en transmisión porque los tres componentes imprescindibles: focalidad, reactividad y los casos febriles no la sustentan en el tiempo.
“Cada día analizamos el asunto con todos los factores implicados y el acompañamiento de las principales autoridades del municipio. La mayor fortaleza en la ecuación son los líderes formales e informales de la comunidad. Ellos vienen y nos aportan información oportuna sobre familias enfermas que no acuden al médico, personas solas de la tercera edad…; ellos son vitales en este proceso.
“Notamos que en el grupo etario que supera los 50 años ha radicado la mayor cantidad de casos notificados y algunos con comorbilidades hemos tenido que remitirlos al hospital Ernesto Guevara, aunque las complicaciones graves no han prevalecido en toda la fase de transmisión.
“Nos preocupa la disminución de la percepción del riesgo. Sabemos que los puertopadrenses están bien informados, que conocen los signos de alarma de la enfermedad, pero muchas veces no van para ser atendidos, o lo hacen de manera tardía, y ahí han estado las complicaciones”.
PANORAMAS Y TIEMPOS COMPLEJOS
La licenciada en Psicología Yanara Navarro Arias, como especialista principal de Promoción para la Salud, comparte los espacios y estrategias que implementan en el territorio villazulino para lograr que la población tenga un efectivo autocuidado.
Con la mirada en las interioridades de su terruño, asegura que hoy los pobladores cargan necesidades sentidas y su accionar va dirigido a satisfacerlas. “Su preocupación está en almacenar la escasa agua que consiguen, no en evitar los vectores que pueda haber en los tanques, por ejemplo.
“Estamos enfocados en elevar la percepción del riesgo. Contamos con el personal necesario, que dispone de las herramientas para llegar a las comunidades. Entonces, nos toca insistir en la sistematicidad, en una verdadera educación sanitaria, porque esto puede hacer la diferencia. Y hay que ser claros, las arbovirosis son peligrosas”.
En el análisis del período evaluado, las autoridades sanitarias informan que sí ha habido pacientes que han evolucionado con signos de alarmas, al punto de comprometer sus vidas, pues están circulando serotipos agresivos. Razón de más para no aguardar en casa.
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En Puerto Padre, el largo lapso en transmisión sigue retando a una estrategia multisectorial más sólida en aras de la estabilidad epidemiológica. A la par del pesquisaje y los chequeos se requieren recursos objetivos, mayor imbricación de organismos con impacto en la comunidad y, sobre todo, un empuje para disminuir microvertederos, aguas albañales y salideros, donde también se reproduce el mosquito.
La belleza y singularidad de una localidad como esta, con énfasis en la salud de su gente, no merece menos.