
Las Tunas.- Debajo del mosquitero, un crujido de huesos descubre a María Isabel. El tobillo derecho es como un grillete que la tiene asida al camastro de madera sin que atine a levantarse. Un dolor real se le ha colado, además, entre las costillas, las manos, y piensa que la autonomía de la nuca la perdió hace cosa de 17 días, cuando las fiebres la sometieron a esconderse debajo de la malla de tul para no infectar a más nadie.
Muestra, desde su guarida improvisada, la hinchazón en los miembros superiores que “unos días mejora, pero vuelve con más fuerza luego” para dejarla “cañenga”. Con los ojos brillantes narra sus otras realidades, igual de lacerantes: que no alcanza el dinero de la chequera para comprar paracetamol y mucho menos para garantizar una proteína real que levante su dieta. En sus condiciones tampoco puede limpiar alguna casa y garantizar un entradita extra.
Gloria, de 74 años, se acerca, como puede, hasta el policlínico Manuel (Piti) Fajardo de esta ciudad en busca de alivios. Hace más de dos meses que cree haber contraído el chikungunya, pero se mantiene inflamada aún, y tan adolorida como si no hubiese trascurrido ni un par de horas desde su infección. A su lado, su esposo Rolando la lleva un poco peor. Producto de las molestas sufrió una caída y ahora, con una fractura en el hombro, no sabe cómo aguantar lúcido tanto malestar.
Joseíto pide que apaguemos la grabadora, aunque Julia, su compañera de vida, insiste en que no. El octogenario no quiere hablar con nadie… Julia está asustada, porque desde hace una semana le escucha repetir que ya no sirve para nada, que no quiere vivir. Cuando las arbovirosis empezaron a causar estragos, ellos tomaron precauciones: desempolvaron el mosquitero, sacaron sus pijamas largos, pero aun así cayeron.
Julia se “paró” enseguida, pero “el viejo no logra caminar más de tres pasos, no puede dar sus acostumbradas vueltecitas por el barrio; lo único que hace es escuchar la pelota”. Las deformidades en varo de la rodilla de Joseíto requieren tratamiento. Una vez fueron a consulta, mas no pueden darse el lujo de pagar un transporte varias veces a la semana hasta el hospital.
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Tras la gran saga de adoloridos que matiza el panorama tunero en los últimos meses, y que parece no tener un cierre a corto plazo, los servicios de Salud en Las Tunas se replantean nuevas formas de actuación. El virus del chikungunya ha demostrado que ahora mismo se imponen nuevas formas de actuación que acerquen la ayuda a las comunidades.
Ariel Guevara Bringa, director general de Salud en la provincia, no está ajeno a esta realidad: “Como parte de la atención a los pacientes con arbovirosis, en especial el chikungunya, al protocolo de actuación en la fase crónica se incorporaron las medidas de rehabilitación y atención integral al convaleciente”, explica.
“En el caso de la provincia, por indicación del Ministerio de Salud Pública (Minsap) y a tono con las características de cada comunidad, hemos decidido iniciar la consulta de atención al convaleciente por los consultorios del médico de la familia. En cada área de Salud, con los equipos básicos de trabajo, se va a evaluar a los pacientes.
”Está escrito que después del tercer mes de la convalencia es que inicia la etapa crónica, pero en Las Tunas hemos instituido que precozmente, después de los 21 días de los síntomas de dolores articulares e inflamación, ya pueden acudir a los consultorios para evaluar su estado de salud y allí se decidirá su remisión al área determinada.
”Una vez que el médico de la familia evalúe y le haga la remisión a la sala de rehabilitación de cada policlínico, allí ya está constituida una comisión integrada por cinco médicos, entre fisiatras, clínicos, pediatras, especialistas en Medicina Natural y Tradicional y psicólogos.
”Este equipo multidisciplinario se encargará de brindar una atención individualizada con varias opciones de tratamiento para aliviar el estado de salud de los pacientes. Por tanto, le sugerimos ya a la población que acuda a los consultorios médicos y vele por su bienestar futuro”.
UN FARO DE ESPERANZA
A las afueras de la consulta de rehabilitación del “Piti”, el número de personas que acuden a diario da la medida de las cicatrices que ha dejado la arbovirosis del momento en la vida del tunero. El especialista en Medina Interna, Dayron Echarte Camejo, comparte con 26 sus rutinas diarias.
“La consulta se inició recientemente -refiere el galeno-. Ahora mismo estoy haciendo una evaluación integral de los pacientes por parte de la especialidad. Aquí vamos a atender la etapa subaguda, que comprendería desde los 14 días hasta los tres meses.
”Sucede que la población ha pasado varios virus en cortos lapsos de tiempo; enfrentamos covid-19, hepatitis, dengue, oropouche… Y todos estos procesos virales han traído como consecuencia un nivel inmunitario bastante bajo, unido ello a que la alimentación tampoco es la más indicada. Por tanto, el cuerpo queda con numerosas secuelas.
”Estos efectos las personas los asocian más a la artritis, pero son a nivel sistémico, celular. Por tanto, nuestra labor se enfocará en desinflamar el organismo. Existen estudios en el país con inmunomoduladores, pero todavía en nuestro territorio no se aplican.
”Los tratamientos serán con fármacos y con la medicina tradicional. Hemos unido los conocimientos para que el paciente experimente mejorías. Queremos que acudan a la consulta, que no se automediquen en casa; esa es la mejor clave para su recuperación”.
APOYOS IMPRESCINDIBLES
La doctora Alennys Mas Pupo, en su condición de fisiatra, tiene muy clara la dimensión de la labor que realiza en este contexto puntual. “Los pacientes llegan con mucho dolor. La atención es personalizada. Tratamos la inflamación primero. Luego, por ejemplo, si el paciente se queda con una limitación en una muñeca, le mandamos calor y ejercicios de manera gentil.
”Mayormente vemos a personas de más de 50 años, imposibilitadas. Las secuelas más comunes son en la muñeca y los pies. Varios pacientes lloran aquí, se deprimen mucho; de ahí la importancia de un psicólogo en la consulta.
”Estamos incluyendo, como parte de la atención, el calor infrarrojo, masaje, y la utilización de algunos agentes físicos como láser, magneto, en casos específicos”.
Por su parte, la psicóloga Yamilé López Mulet tiene bajo su lupa otros impactos de los que no se habla mucho, pero son igual de molestos. Sus miras están en los pobladores que llegan con notables signos de ansiedad o depresión, o aquellos que padecen insomnio y necesitan fortaleza emocional.
En su radar palpitan los adultos mayores que han quedado imposibilitados de levantarse sin ayuda, de peinarse, abrocharse la ropa; incluso de coger la cuchara para llevarla a la boca; esos que viven solos y ahora no pueden valerse y se sienten como cargas para su familia.
“Como parte del grupo multidisciplinario de rehabilitación brindamos terapia de apoyo y la calzamos con terapia floral de base, que es muy buena -detalla la especislista-, así como otras orientaciones que ofrecemos de manera individualizada. Esta enfermedad provoca insomnio y es oportuno revertirlo para que los pacientes puedan descansar”.
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Las Tunas, en este momento, está matizada por la sombra dolorosa del chikungunya. En los barrios ha sido como una ola de la que no escapa nadie. Incluso “regresa” para sumar a aquellos que parecían inmunes. Su despedida es todavía una fecha impredecible. En el camino golpean también la escasez de medicamentos, el precio excesivo de los alimentos de primera necesidad, la crisis energética…
La suma de adoloridos que va cobrando sí es una realidad. Los servicios médicos se preparan para aliviar dolencias y desinflamar el cuerpo. Acudir a los consultorios médicos parece ahora la decisión más inteligente, y el primer paso para intentar echarle cara a un virus que de manera inesperada ha plagado de cicatrices la vida del tunero.