
Las Tunas.- La vida y sus caprichos. Cuando parecía que terminaríamos el 2025 conociendo a todos nuestros enemigos, sin sorpresas: bloqueo, inflación, apagones, escasez de alimentos y fármacos, desechos sólidos a mares…, apareció un virus de nombre raro y traumático proceder, que nos tiene en jaque y poniendo en su justa cima el valor de un entorno libre de mosquitos invasores.
Cada familia tunera está marcada hoy por el chikungunya y sus secuelas inmovilizantes y dolorosas. “Que no escampa”, diría alguien, y lleva toda la razón. La crisis económica que vive el país carcome la cotidianidad y nos deja un poco indefensos ante este nuevo “embajador del mal”.
Sin embargo, nuestra gente es fuerte, la institucionalidad cuando se dispone a hacer lo debido se articula sin fisuras y los científicos cubanos son talentosos. Bálsamos todos que dibujan un porvenir con reales posibilidades de parir la mejoría de la situación epidemiológica y la salud colectiva, ese bien que ni el más experto tasador ha podido ponerle precio, porque, claro, no lo tiene.
Entonces, empecemos los deseos para el año venidero por ahí: salud, salud, salud, para nosotros y los nuestros, que terminan siendo un país en pleno que añora tiempos de bonanza y progreso.
Ninguno de esos anhelos legítimos como nación vendrá en una cigüeña o caerá del cielo, ya quisiéramos que fuera así. Pero no. Tenemos que lucharlos, tejerlos con el sudor diario, darles voz en las mejores experiencias, exaltar el talento, la creatividad; apartar a los corruptos y vagos y concederles las riendas a los limpios y dispuestos; dejarnos de tantas trabas y etiquetas y unirnos en el bien común. El proyecto social que defiende este Archipiélago del Caribe no merece menos.
Si algo sobra en nuestro pueblo es inteligencia y amor por su tierra. Eso lo ha visto 26 en las vivencias de cientos de tuneras y tuneros este calendario en fuga que, desde sus páginas y redes, contaron cómo han puesto el pecho contra todas las balas, que casi nunca son pocas, para custodiar principios sagrados de la Revolución y sueños de prosperidad desde aquí. A ellos les agradecemos esos momentos inspiradores, la ilusión que edifican, a pesar de tantos dilemas sociales azotando a la vez.
Mientras reconocemos tan preciada gema, solo podemos rubricar, sin fecha de caducidad, nuestro compromiso como Periódico de seguir narrando la realidad de esta comarca, sumando todos los puntos de vista posibles, problematizando, ahondando en zonas que no siempre como sociedad queremos ver, y nos urge ver; sin obviar cuanta virtud nos acompañe. Queremos, ya lo hemos dicho, ser parte de la solución.
Esta provincia de cactus y gente buena, que sueña con volver a ser cuna de calles pulcras, nos exige eso y más. A los lectores, gracias por caminar a nuestro lado, por no dejar de elevar la varilla en sus demandas. Ese desafío nos reta, nos nutre.
Deseamos que el 31 de diciembre no importe tanto qué comeremos frente a con quién lo comeremos; que la familia tunera amanezca cada día del próximo almanaque en un entorno de mayor realización personal, más respaldada desde la protección a sus derechos y la tranquilidad ciudadana; que se vislumbre la ocasión de aliviar la vida diaria.
Y si no es mucho pedir, que en los minutos finales del 2025 un rayo de esperanza caiga sobre tan airoso Balcón y nos florezca dentro.
Nos vemos en el año nuevo.