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barbara lastunas

Las Tunas.- Qué día tan triste este 8 de mayo. Amanecimos con la noticia del fallecimiento del periodista Julio César Pérez Viera y anochecimos con la muerte de la crítica de arte Bárbara Carmenate. Ambas personas muy queridas dentro del gremio cultural. Se oscureció así en estos predios una fecha tan bonita como el Día del Son Cubano, como si se bailara en su lugar el son de la muerte.

Estas son las líneas que uno nunca quiere escribir, pero el deber se impone. De Julio otros hablaron, aunque nunca será suficiente. Yo hablaré de Bárbara, hablaré desde el agradecimiento y el dolor que nos deja. Hablaré aún sin creerlo porque hace poco más de un mes, de visita en su casa, conversaba conmigo sobre la estampa de Rita Longa, me brindaba dulce de frutabomba y yo no dejaba de admirar las obras de arte que embellecían su entorno.
barbara las tunas

"Se nos fue una de nuestras mejores compañeras, una especie de alma espiritual para los artistas tuneros. Siempre estábamos pendientes de sus conocimientos. Era muy querida, pues se mantenía atenta a los demás, con disposición a ayudarnos... ", dijo a 26 el artista de la plástica Gustavo Polanco Hernández, uno de sus amigos.

"Estoy sin palabras. Bárbara, aparte de la gran profesional que fue, para mí era como una hermana, una compañera fiel. Durante varios años estuvimos juntos en la preparación de eventos, curadurías, exposiciones..., soñando tantas cosas para la ciudad. Ella realmente le dio prestigio a nuestra ciudad con su trabajo e investigación", añadió Othoniel Morfis.

También las redes sociales se hacen eco de la triste noticia, acompañada de mensajes conmovedores que resaltan su estampa de "mujer linda de alma, madre e hija abnegada".

Graduada de Licenciatura en Historia del Arte por la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba, dejó su huella en varias instituciones culturales de Las Tunas, empezando por la Galería Taller de Escultura. Precisamente, en nuestro diálogo en marzo pasado contaba con orgullo cuando, allá por el año 1992, conoció a la escultora Rita Longa, en un acto nacional que se celebró aquí por el Día de la Cultura Cubana. "Yo estaba recién graduada, solo tenía 22 años, y Rafael Ferrero me asignó la misión de atenderla personalmente.

"Fue una experiencia inolvidable. A pesar de su fama, era una mujer sencilla. Años después también me tocó atenderla. La conducía tomada del brazo porque ya era mayor y a veces tropezaba, pero la ayudaba con mucho gusto. Hasta me escribió luego una carta de agradecimiento por mis atenciones, en la que me llamó 'mi ángel de la guarda'".

Así quiero recordar a Bárbara, dispuesta a compartir sus saberes en diferentes espacios. Con su elegancia, dicción y amplio vocabulario. Dejando su impronta en diferentes procesos desarrollados en el Consejo Provincial de las Artes Plásticas, desde la dirección hasta la atención a la programación, la promoción, la investigación y otros. También en el apoyo a estudiantes de la carrera de Estudios Socioculturales, el asesoramiento a proyectos de creación y en torno a la crítica especializada. O en el Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), donde formó parte activa en peñas, tertulias y labores vinculadas con la galería de esa institución.

Su muerte deja un vacío inexplicable. Por eso me parece verla cómo abre su abanico nuevamente y habla con elocuencia de nuestras esculturas, desempolva la tesis sobre el tema con el que defendió su maestría en Desarrollo Cultural Comunitario, nos acerca a La Plástica en Abril y otros necesarios eventos. Me parece verla como jurado o madre de múltiples reseñas. La memoria cultural, el patrimonio, la arquitectura, el movimiento escultórico..., tantos tópicos en los que ahondara la mujer protocolar y fuerte, pero a la vez sensible y cálida.

A partir de ahora, cuando miremos La Fuente de las Antillas, entremos a la sede de la Uneac o desandemos alguna galería se sentirá su ausencia. Y es que las artes plásticas fueron su pasión, especialmente las esculturas. A esa tunera de pura cepa, amante de su familia y de la cultura no podemos olvidarla nunca. Y yo me quedo con aquel adiós que me diera desde el portal de su hogar, ya con la piel amarillenta por una penosa enfermedad, y el compromiso de intentar cumplir con la parte que me toca porque, como me dijo ese día: "La cultura es algo que abarca todos los ámbitos de la vida social. Debemos defenderla".