
Las Tunas.- Hiperquinético, afable, dispuesto al diálogo..., así descubrí a Ridelio Fernández Bodaño uno de esos días intensos de quehaceres periodísticos. A él siempre le apasionó el mundo de las tizas y los borradores. Cuenta que en su familia esa afición no es una novedad, pues siete u ocho maestros prestigian su árbol genealógico. Sobre cómo se enamoró este hombre del magisterio, sus opiniones en torno a tan sublime profesión y momentos vitales de su carrera, va esta entrevista.
- Ridelio, ¿de dónde proviene ese interés tuyo por la Pedagogía?
Por un lado, de la herencia familiar. Algunos parientes fueron, incluso, alfabetizadores. Mi padre fue maestro, pero no se graduó nunca de ello; él tenía cierta facilidad para la Matemática. Simplemente, me nació ese amor por enseñar.
- ¿Cómo recuerdas los estudios relacionados con la profesión?
Ingresé en la escuela pedagógica Pepito Tey en 1978 y me gradué en 1982. Fui el primer escalafón de mi graduación, con una nota muy alta. Allí aprendí mucho, pues tuve excelentes profesores: Delio Labrada Torres, Recaredo González, Hilda Robert, Francisco Salcedo…, la lista es muy larga. También está Alfredo Pérez, quien era subdirector docente. Tuve la oportunidad de visitar con él muchas clases cuando yo ocupaba el cargo de responsable de docencia de la Federación Estudiantil de la Enseñanza Media (FEEM).
Uno de los momentos que recuerdo con mayor agrado fue cuando, en 1981, participé en un concurso nacional de monitores, que se efectuó en La Habana. Defendí una clase de Geografía. Hoy muchas personas me identifican con Historia, pero siempre me ha gustado también esa otra materia.
- ¿Cuál es para ti la clase ideal?
La que promueve el pensamiento lógico, estimula el razonamiento y deja una huella en el alumno, no solo en cuanto a contenido, sino en el orden educativo. Toda clase tiene un componente educativo. A veces hay quien piensa que porque es de Química, solo necesita del montaje de una experimentación. Hay clases de Historia donde el estudiante se emociona y llora, igual puede ocurrir en Literatura u otra.
En este sentido, soy un enamorado del uso de la voz del maestro. Podrá haber televisión, Computación y varias tecnologías, pero la voz del maestro es imprescindible para aprender, pues la manera de decir realza el valor de lo que se dice. Las inflexiones de la voz transmiten estados de ánimo, valores, empatía, una serie de cosas, porque detrás de todo esto también hay un aparataje psicológico.
No es solo instruir, también es formación en valores. La clase monótona no deja huellas. A veces el alumno se aburre o quizás el horario de la clase no es el más apropiado, y si nosotros no sabemos buscar la motivación, que vea el interés en el contenido y se sienta parte del proceso, difícilmente lograremos resultados.
En ello son fundamentales los medios. Cuando se imparte un contenido de Historia de Cuba, por ejemplo, quizás no podamos hacer una dramatización o traer una película, pero existe la lámina y el maestro relata el hecho para que el alumno se lo imagine. Hay que revolucionar la clase, de forma que el alumno se sienta parte, se sienta protagonista, que pueda investigar, buscar, llegar a conclusiones por su cuenta.
- De cierta manera, todas las asignaturas se complementan, pues tributan al objetivo final. Cuán importante es para el docente estar preparado a la hora de interrelacionar contenidos.
Mientras más domine todas las materias, más prestigio va a tener. Si usted está impartiendo una clase de Geografía y se está refiriendo a las características del relieve cubano, debe decir: relieve es como uve. Ahí se vincula con la lengua materna, por ejemplo. El maestro debe ser lo más integral posible. No puede ser que sea brillante en Matemáticas y no lo sea en Lengua Española, por citar un caso.
- Ridelio, en cuanto a la atención diferenciada al estudiante, sabemos que vivimos tiempos complejos y hay quienes provienen de familias disfuncionales o barrios vulnerables, el maestro debe estar atento a ello…
Educar es un arte. Un maestro (de cualquier nivel) tiene que acercarse, ser el mejor amigo del alumno. Incluso, está establecido que en las primeras semanas del curso los docentes contacten con las familias y visiten los hogares. Se hace una caracterización inicial, para que el maestro sepa las condiciones de vida de sus alumnos, el entorno que les rodea, su situación económica y otros aspectos. A partir de ahí, debe trazarse una estrategia para trabajar con esas individualidades, lo mismo estimular al brillante, como aquel que desgraciadamente no tiene los mismos atributos.
A mí me dio mucho resultado en la base las escuelas de padres. Esta iniciativa lo mismo puede ser una escuela para trabajar con la familia en relación con un problema conductual, con cuestiones del carácter, que en cuanto a aspectos educativos. Me reunía con los padres y hacía un bosquejo de lo nuevo que se iba a aprender en determinada asignatura. Así el padre se siente atendido y te ve a ti como el amigo.
De igual manera, al terminar las pruebas parciales nos reuníamos con los padres y se les entregaba la prueba para que viera cómo trabajó su hijo. Esto le permitía saber dónde está “la laguna”. Hay muchas maneras de acercarse a la familia y esto también aplica para problemas conductuales.
- ¿Recuerdas la primera clase que impartiste?
Aunque me gradué en 1982, desde el año anterior hacía prácticas docentes en el seminternado Eduardo Pérez Sánchez. Ahí di la primera clase sobre los mares de Cuba. Era una clase de Geografía y recuerdo que yo mismo solicité impartirla.
- Sin embargo, aunque empezaste con Geografía, la mayor parte de tu carrera la has empleado en la enseñanza de la Historia. ¿Qué no debe faltar al impartir esta última asignatura?
Fidel dijo que un pueblo sin historia es como un árbol sin raíces y tuvo toda la razón. Desconocer la historia es un peligro potencial. Una de las tantas causas por las cuales se puede derrumbar un sistema es por desconocimiento o tergiversación de su historia. La Historia, sobre todo la de Cuba, debe impartirse de manera dinámica. No puede ser aburrida, no puede ser cansona.
- En ese sentido, he escuchado que has realizado medios didácticos y publicaciones, que contribuyen a la mejor enseñanza de esa materia.
Bueno, escribí un compendio de dramatizaciones históricas. No es lo mismo que el alumno lea en el libro cómo fue la Protesta de los Trece, donde no se tira un tiro, donde no hay una acción militar, que él vea dramatizado cómo ocurrió ese hecho para que pueda relatarlo. Ese trabajo lo presenté en el Evento Nacional de Pedagogía, en 2015. Son hechos que están escritos para que el maestro, guiándose por ese texto, pueda montar la dramatización. El trabajo incluye un total de 14 hechos, nacionales y locales.
También escribí un folleto de historia local, una especie de libro sencillo para que los maestros de quinto y sexto grados sepan un poco más sobre el contenido que va a impartir, dónde nutrirse… Hay una clase que se titula La rebeldía del indio y del negro frente a la dominación española; ahí se habla de la rebelión de Guamá, pero entonces ahí es donde el maestro tiene que preguntarse ¿qué ocurrió en Las Tunas?, pues en 1533 se desarrolló la rebelión de la Caobilla, en las minas de oro de Jobabo. Otra se titula La presencia de la mujer en la guerra del ejército, en la que se estudia, por supuesto, a Mariana Grajales, pero también debe estudiarse a Mercedes Varona, Brígida Zaldívar y otras.
Asimismo, elaboré un conjunto de acrósticos, crucigramas y sopas de letra relacionados con la historia local. Esto se ha compartido en diferentes escuelas.
- Y por los caminos de la investigación, también has profundizado en hechos y figuras…
He hecho varios estudios. He participado reiteradamente en el Concurso Vicente García: la Patria y el Honor. Tengo un trabajo llamado Pancho Estrada, un hombre del 68, que está dedicado a la vida de Francisco Estrada Céspedes, quien fuera un combatiente de la familia de los Céspedes y estuvo muy ligado a Las Tunas. Él fue todo un ejemplo, murió a los 29 años, muy joven, en el campo de batalla. Estuvo muy cerca de Vicente García, lo adoraba. También he realizado presentaciones sobre historia local, que incluyen texto, imágenes, tablas…
- Te reconocieron con la Condición de Hijo Ilustre de la Ciudad de Las Tunas, algo muy importante, pero también tienes otros reconocimientos. Coméntanos sobre ello.
Tengo la Orden Frank País, de I y II grados; la Distinción por la Educación Cubana; la Medalla Rafael María de Mendive, el Premio Especial del Ministerio de Educación y otros. En cuanto a Condición de Hijo Ilustre de la Ciudad, no la considero como un reconocimiento a mi persona, sino a todo el sector de la Educación por su consagración. Hay muchos trabajadores que, a pesar de los problemas económicos que vive el país, se mantienen firmes y aportan a la sociedad.
- Ahora te desempeñas en la Dirección General de Educación del municipio de Las Tunas. Cuál es su función ahí.
Estoy en esta institución desde el 2017. Me desempeño como asesor de Trabajo Político e Ideológico y también soy el secretario del Partido en esa entidad.
- Antes de concluir, quisiera que me dijeras en una frase lo que representa el magisterio para ti.
Más que una profesión es la manera de sentirme realizado y útil a la sociedad.
…
Ridelio también integra la Unión de Historiadores de Cuba (Unhic) y siempre anda tras nuevos proyectos, en su afán por diseminar los conocimientos sobre Historia y cultura general. Aunque ahora ocupa otras funciones en ese vital entramado que sostiene la Pedagogía, siempre atesora en el alma sus días más intensos frente al aula y comparte esos saberes con todo el que pueda. Él se sabe digno heredero de una tradición hermosa que forma, en grado sumo, los cimientos de un país.