Las Tunas.- Murió Mirtha Beatón; el mundo de las letras está triste. Este 25 de abril quedará grabado en la historia como un día lúgubre. Hace alrededor de un mes estuve en su casa. Me recibió afable, como siempre. Fui a buscar sus consideraciones para que el 31 de Marzo, Día del Libro Cubano, su voz se escuchara en el homenaje que daría la editorial Sanlope a quienes han marcado su historia. Ella no podía faltar, aunque por problemas de salud no estuviera presencialmente.
La editora, fundadora del sello local y su primera directora durante más de 10 años conquistó el cariño de sus contemporáneos por la entrega depositada en su labor, al punto de ganarse el sobrenombre de Mamá Sanlope. En nuestro diálogo rememoró: “Cuando fundan el Centro Provincial del Libro y la Literatura (CPLL) yo era especialista de la manifestación. Ahí se creó un departamento para ello, del que formé parte; eso abrió mis horizontes profesionales. Doy gracias por esa oportunidad; no me veo alejada de los libros”.
Mientras dialogaba con ella, observé sobre una mesa cierta carpeta con un libro y tuve chance de leer el autor: Juan José Rodríguez. ¿Sigues trabajando todavía?, le pregunté. “La editorial es parte de mi vida. Le dediqué más de 30 años. Aun jubilada, sigo contratada”, respondió rápidamente. “Siempre tengo que estar leyendo o haciendo algo. Eso me entretiene, me ayuda.
“Sanlope le abrió numerosas puertas a mi superación; mejoré como ser humano y profesional. Al inicio desconocía casi todo sobre edición y, poco a poco, fui aprendiendo. No considero que mi trabajo haya sido brillante, pero muchos me dicen que están contentos con sus libros, con los que yo edité. A veces ni siquiera recuerdo de cuál se trata (porque son muchos), pero entonces me comentan que fui su primera editora, que a partir de ahí empezaron a publicar. Es maravilloso”, confesó.
Al preguntarle sobre la importancia de que Las Tunas disponga de una editorial local, dijo: “Antes, la gente tenía montones de libros sin publicar. Eso le dio la posibilidad. Así, tuve el placer de participar en el debut editorial de varios colegas. Sanlope siempre va a ser el gran placer de mi vida”.
Pero Mirtha, aparte de directora y editora, fue escritora. Ella nos legó especialmente Juego de palabras, también disponible de forma digital en la plataforma Ruthtienda. “Dicen que todo editor es un escritor frustrado. Yo creo que sí. En ese cuaderno me centré en el problema de la ortografía, porque tantos años como jurado, leyendo originales y también trabajando con niños me motivaron a crear un libro que incluyera la enseñanza sin didactismo. Así, un día se me ocurrió hacer algo con las palabras homófonas, aquellas que se pronuncian igual, pero se escriben diferente. Comencé como un juego a escribir las décimas en mi mente y después nació el libro, que compila más de 30 palabras homófonas. Además, tuve un editor maravilloso, Ángel Fernández. Estoy agradecida con todo el equipo, con mi correctora Neisy Ávila, Danay en la composición… Fue un regalo que me hizo el CPLL. Les agradezco a todos, Maike, Acirys, Tania..., por estar pendientes de mí”.
Por supuesto, no podía perder la oportunidad de preguntarle por sus consejos a las nuevas generaciones de editores. “Tienen que leer mucho, instruirse, saber casi más que el escritor, ser muy delicados a la hora de hacer un trabajo de mesa, respetar al autor, ser cuidadosos… También los escritores deben escuchar a los editores, porque nunca el editor va a querer que el libro salga mal. Los libros hay que leerlos con paciencia. Si hay que leerse un párrafo cuatro o cinco veces, hay que hacerlo, pero tiene que quedar como es y ese es el valor del trabajo de uno”, aseveró.
A ella le dedicaron una de las ediciones pasadas de la Feria del Libro y la Literatura en la provincia. Cuando le pregunté sobre ello, expresó con un poema ajeno: “Es bueno saber que alguien piense en uno, que alguien se acuerda de esas pequeñas cosas que es uno, que cuando se deje de ser alguna de esas cosas o todas las cosas de un golpe, se seguirá siendo algo para alguien en la frágil memoria por un tiempo”.
A Mirtha la extrañaremos; su huella está unida inevitablemente a la historia de las letras en el territorio. Desde hace días los escritores oraban, se creó un grupo de apoyo por WhatsApp, se dijeron palabras de aliento… Y yo recuerdo su rostro iluminado aquella tarde del 30 de marzo de este año, en la que me declamó orgullosa un poema de Dulce María Loynaz: “El guijarro es el guijarro y la estrella es la estrella, pero cuando yo tomo el guijarro en mi mano y lo vuelvo a apretar, y lo arrojo, y lo vuelvo a coger… Cuando yo lo paso y repaso entre mis dedos, la estrella es bella, pero el guijarro es mío. ¡Y lo amo!”. Luego diría una frase: “Sanlope es mi guijarro”.