sofia maestra naily

Las Tunas.- "¿Viene a ver a Sofía, la celebridad de la escuela?", me dice una trabajadora en la puerta del centro escolar Juan Ramón Ochoa. La pregunta me confirma lo que ya sé de esta mujer, cuyo evangelio vivo nació a los 11 años de edad, con el sello de la épica de la Campaña de Alfabetización y perdura hasta el sol de sus 73, contados y cargados de vida.

Y es que de aquel sitio Sofía Peña Batista se conoce hasta las piedras, 53 años de trabajo hablan de su desempeño en un colegio al que ha dedicado casi la totalidad de su saber y entrega. "Desde niña quise ser maestra y el triunfo de la Revolución me abrió las puertas a esa posibilidad. Comencé a enseñar con la Campaña y me fue gustando más y más. Alfabeticé en la zona de Maniabón y me formé como Macarenka en el programa Minas del Frío-Topes-Tarará; así me hice maestra".

sofia1 maestra nailyLo dice muy alto, como si proyectase la voz ante sus 35 alumnos, en uno de sus turnos de matemática; lo dice y reafirma su credo: "Cada día me gusta más, me satisface enseñar y ver que los niños progresan y aprenden. Me place mucho y sé de la necesidad de maestros. La escuela, mi escuela, precisa educadores y aún estoy en capacidad de trabajar".

No obstante, aclara que no pensó impartir docencia durante tanto tiempo, pero el sentido de pertenencia la moviliza y allí está, protagonista de un ejercicio largo, duradero y fructífero. Entre sus alegrías mayores está encontrar a sus alumnos, ya crecidos y formados, y escucharles aquel "¡MAESTRA!" que tanto la llena de orgullo.

Como Martí, sabe que la autoridad del magisterio reside más en el amor y la ejemplaridad, que en el ejercicio del poder. Tiene en la preparación la esencia para una pedagogía exitosa y en la justeza un camino para que cada niña o niño se sepa igual de valioso ante los ojos de quien enseña.

"¿Hasta cuándo en las aulas?", es una pregunta que acaso se habrá hecho o le habrán inquirido en múltiples oportunidades. Hace 17 años pudo haberse despedido de estos trajines y aunque en la actualidad, no cansada todavía, sí vislumbra el principio de un retiro definitivo, sabe que el título honrado durante toda la vida le acompañará más allá de las aulas.

Su cosecha es numerosa; Sofía sembró en fértiles tierras. Su historia es paradigmática y sintetiza la de toda una generación que hasta el día de hoy entrega corazón y conocimientos a un país agradecido y deudor de tanto magisterio fecundo.

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