“Nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti”
Las Tunas.- Giselle lleva la frescura del talento a flor de piel. A pesar de la lozanía de la adolescencia, su diálogo vislumbra, a ratos, un alma grande y madura. Aun así, cuando un “chico” la abordó de manera insistente y quiso que hablaran en privado, ella, tan llena de recursos, se sintió incómoda en su propio espacio.
Peor resultó cuando supo que el muchacho visitó varias veces su iglesia, procurando hablar con ella. En ese, el recinto sagrado, de repente tampoco estaba tranquila. “¿Y si regresaba?”. Y volvió. Finalmente necesitó que un adulto pusiera fin a la persecución que por semanas la hizo sentir culpable. Confiesa que no conocía el verdadero nombre de tanta insistencia.
Brayan tiene 15 años y es un apasionado del fútbol. Cuando habla del Real Madrid se le iluminan los ojitos negros y encuentra asideros para debates importantes. Pero sabe que hay otros temas prioritarios que amenazan el libre flujo de sus hormonas e intentan hacerlo encajar en un mundo cimentado con moldes arcaicos.
Tuvo la suerte de germinar en una familia bonita, donde las metas y las labores domésticas se compartían por igual; incluso ahora, con la garra de la inmigración de por medio, sabe que ambos son una cofradía. Con esa sombra Brayan comienza a convertirse en un hombre.
Su realidad está muy lejos de parecerse a las masculinidades dominantes a las que quieren someterle incluso sus amigos adolescentes cada vez que le sugieren: “con las muchachas hay que tener mano dura”, “no dejes que te hablé así”, “eso son cosas de mujeres”… Él se siente diferente, se sabe mejor.
Alejandra quiere estudiar Comunicación Social, aunque no descarta la Literatura. Ha empezado a leer los clásicos románticos y tiene frases de sus novelas preferidas como joyas. Cuando va por la calle y hombres muy adultos le “regalan” obscenidades a modo de trueque por su belleza, ella, de 17 años, entiende que es acoso.
Ha visto de cerca los comportamientos posesivos de los muchachos, aquello de doblegar, de “dar permisos”, toda la ensarta de situaciones que violentan a las adolescentes, aunque no haya un golpe de por medio. “Siempre digo, la violencia psicológica es la peor, porque para la sociedad es pura exageración”.
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Con estos soplos de aire fresco, Giselle, Brayan, Alejandra y otros rostros, hasta completar 15, marcaron el ritmo de los talleres Gente con swing, espacio diseñado para promover adolescencias libres de violencias machistas, y hablar por lo claro de las cosas que molestan a las cabecitas que empiezan a conducirse por la vida, nombrar en voz alta el acoso y los estereotipos.
La sede de la Fundación Nicolás Guillén en esta ciudad acogió durante tres días a muchachos y muchachas de opiniones y realidades múltiples. El impulso llegó como parte del proyecto No Más. Prevención y Atención a la Violencia contra las Mujeres en Cuba.
Las esencias formativas se materializaron aquí bajo la articulación de la Editorial de la Mujer, el centro memorial Martin Luther King, la asociación italiana Cospe y la Embajada de Canadá.
A partir del engranaje que se desplegó desde la capital, en suelo tunero los apoyos se extendieron desde el Laboratorio de Innovación Ciudadana (co-Lab), el Centro de Intercambio y Referencia-Iniciativa Comunitaria (Cieric), el periódico 26 y otros activistas por la no violencia.
Las jornadas se concentraron en desmontar mitos sobre la violencia, en propiciar el intercambio con mujeres empoderadas y hurgar en terrenos de derechos. Las metas se dirigieron a socializar herramientas para que los participantes construyeran productos comunicativos que tributaran a la campaña Ahí es, un espacio de y para los adolescentes en Cuba.
Zucel de la Peña Mora, periodista de 26, coloreó la experiencia como un abrevadero grande para marcar caminos más certeros: “El primer día fue muy fuerte; se habló mucho sobre los mitos y estereotipos que los rondan -aseguró la máster en Comunicación Social. Ellos empezaron a reconocer sus propias realidades.
“A través de dinámicas grupales y otras técnicas para amenizar los aprendizajes, se plasmaron las ideas del universo temático como anclajes. Fue ponerles nombre a fenómenos que ellos, por desgracia, ya conocían en su experiencia de vida, pero en los que no necesariamente habían profundizado. Se dejaron en claro conceptos que les sirvieran de alimento para los productos que harían después, y como sustento para construir una visión crítica ante este fenómeno”.
JORNADAS DE VIVENCIAS
Laury, otra integrante, me habla del segundo día del taller con la adrenalina multiplicada. Hasta sus predios llegaron mujeres empoderadas y, a modo de conferencia de prensa, hablaron de sus experiencias en torno a la violencia de género y mostraron desde las vivencias cotidianas el peso de los estereotipos.
Las preguntas se multiplicaron. Danielle Laurencio, periodista y activista, develó el entramado que la define también como una emprendedora. Desde su agudo ojo violeta reveló la presión social por que la mujer atienda primero su casa y a su familia y luego eche a volar sus sueños, cómo es complejo abrirse paso en un contexto de roles preconcebidos.
Las anécdotas llegaron de una escritora reconocida, una guitarrista concertista, dueñas de negocios… Se nombraron las mediaciones culturales que ciñen a los procesos. Y las cabecitas revueltas, detrás de las preguntas, fueron gestando las ideas que querían defender en sus mensajes.
“Nuestra pretensión fue lograr que los ejercicios resultaran también divertidos, que los integrantes sintieran que estaban aprovechando bien su tiempo y, por supuesto, fomentar un pensamiento crítico. Queríamos que los asuntos quedaran muy claros.
“Nos conmovieron las vivencias violentas que ellos ya reconocen porque las han vivido, el acoso callejero, la discriminación en casa con alejar a los varones de las labores domésticas y recargar a las hembras, el bullying en la escuela hacia lo diferente... Sentimos que ya estaban marcados por estos fenómenos tan complejos, de ahí la importancia de darles herramientas para propiciar entornos más seguros, más justos.
“Compartimos productos comunicativos y ellos valoraron buenas y malas prácticas. La verdad fue un espacio de aprendizajes compartidos y lo que crearon nuestros adolescentes fue maravilloso, como para llenarse de orgullo; demostró que son terreno fértil para desaprender la violencia”.
DE SABERES Y EMPATÍA
Liliana Gómez, periodista y coordinadora del Cieric en el oriente de Cuba, asegura que le impactó la necesidad que tienen los muchachos de hablar sobre los estereotipos de género, razón que demuestra que es posible y necesario trabajar con este grupo etario, para enseñarlos a desaprender mitos y posturas sociales que les calzan muy grandes.
“Dialogar, repensar y promover espacios alejados de la violencia, el machismo y el bullying es también lograr una sociedad más empática. El diálogo con los más jóvenes no puede faltar porque es la coraza que les damos para que se defiendan en un mundo anclado en lo viejo, en bases patriarcales injustas.
“Decirle a una niña que se ponga vestidos o faldas porque es más femenino no es prepararla para desempeñar mejor sus roles en el futuro, es desconocer sus gustos y reproducir estereotipos de género; ninguno es inofensivo, todos pintan con colores ajenos las individualidades y fomentan homogeneidad cuando lo que debemos es abrazar las identidades múltiples.
“Hemos querido mostrar todos los rostros de las violencias machistas, el atraso que representan, el dolor que pueden entrañar para muchas mujeres. Apostamos por los conocimientos y encontraron la mejor savia en este colectivo diverso”.
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Gente con swing se despidió con excelentes productos comunicativos, sesiones de fotos y abrazos. La alegría que caracteriza a las adolescencias tuneras es una suerte de bálsamo en el tamiz oscuro de las violencias. Fueron días de aceptar la timidez, la inseguridad, lo novedoso… y pensar a 15 manos un presente mejor.