Las Tunas.- Su prosa siempre ha arrojado luces sobre la identidad nacional y local. Títulos como Miedo a Vicente García, Vuelvo la lira a pulsar, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, el desaparecido, entre otros muchos dan fe de ello. Carlos Tamayo Rodríguez es el escritor, pero también es el profesor perspicaz, el promotor cultural incansable, el intelectual lúcido. Sus palabras expresan cubanía, hablan del artista comprometido con la historia y la cultura cubana. Con una organización que ha aportado muchísimo a la espiritualidad de nuestro pueblo.
A 60 años de su fundación la Uneac crece junto con sus artistas. Carlos Tamayo ha fundado y crecido desde ahí. Desde esa vocación social puesta a prueba durante tanto tiempo, desde esa unión profusa entre arte y sociedad. Fueron 30 años al frente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en la provincia de Las Tunas. Años que demuestran su consagración y entrega. La Uneac ha sido y es para él la oportunidad de aunar fuerzas y voluntades para contribuir al desarrollo artístico y cultural. De crear y crecer desde esa Unión.
La defensa de la identidad nacional es prioridad de la Política Cultural del país. En sus libros es visible esta arista con una marcada intención de revelar aspectos poco conocidos de la vida de figuras relevantes de nuestra cultura e historia. ¿Cómo fueron los primeros acercamientos a esas personalidades?
Desde que cursaba la Secundaria Básica comencé a interesarme en la vida y la obra de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, y el mayor general Vicente García González. Ya en el Preuniversitario realicé lecturas acerca de ellos, entonces inicié las investigaciones. En Santiago de Cuba, mientras cursaba la Licenciatura en Letras, profundicé el conocimiento sobre El Cucalambé, con el asesoramiento de Juan Andrés Cué, biógrafo de Vicente García, y la guía de Ricardo Repilado en las técnicas de investigación. Para graduarme presenté el trabajo de diploma sobre el bardo tunero, ya tenía el proyecto de lo que más adelante sería mi libro de géneros periodísticos Miedo a Vicente García.
Colaboré profusamente con el periódico 26 y otros, publiqué textos sobre Mercedes y Tomasa Varona, y muchos temas histórico literarios, siempre acerca de la cultura y la historia de nuestro país.
En su obra, la investigación y el lenguaje literario se complementan para contar los sucesos de una manera amena e interesante. ¿Cuáles de esos aspectos considera más importantes a la hora de escribir un libro?
Para mí, tan importante es exponer el contenido con rigor científico, como motivar a los lectores con recursos propios de la narrativa y la poesía, en el plano del lenguaje. Un libro de gran interés por su contenido puede malograrse por descuidos en la redacción, el exceso de datos, lo cual provoca desinterés, aburrimiento. La historia es literatura, no solo ciencia social.
Muchos años al frente de la Uneac en Las Tunas. ¿Cómo fueron sus inicios en la institución? ¿Qué significa en su desarrollo profesional y personal?
Ingresé a la Uneac en 1987, fui elegido vicepresidente. A los dos años y meses, Cristino Márquez, primer presidente, por las diversas responsabilidades que desempeñaba me pidió que asumiera la presidencia, lo que fue ratificado luego por los miembros en diversas elecciones durante 30 años que ejercí esa responsabilidad. Profesionalmente compartí con grandes representantes de la literatura y el arte cubanos y pertenecí a comisiones de trabajo para preparar documentos de los congresos. Lo más importante fueron los diálogos con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en los congresos y las reuniones del Consejo Nacional.
En el plano personal cultivé la amistad con los presidentes nacionales, desde el mandato de Abel Prieto, hasta el actual, de Luis Morlote. Siempre estaré agradecido del apoyo que recibí en mi labor por parte de Carlos Martí, José Loyola, Sergio Corrieri y Miguel Barnet. Para mí constituye un gran orgullo haber compartido durante décadas con amigos verdaderos de todas las provincias, que honramos la palabra Unión. También recuerdo con cariño a Humberto Rodríguez Manso, quien vino a Las Tunas con Lisandro Otero cuando se gestaba la constitución de la Uneac aquí.
¿Cuánto contribuye la Uneac a la proyección social de la cultura?
En el Sistema de la Cultura la Uneac es una organización social de las más importantes. Contribuye al perfeccionamiento de la Política Cultural de la Revolución Cubana, sus proyectos comunitarios -en general socioculturales- le han aportado muchísimo a la espiritualidad de nuestro pueblo, al desarrollo de la Enseñanza Artística, a la apreciación artística, a orientar cuáles son los valores que distinguen la cubanidad; a valorar lo culto, lo popular, a que no se promueva lo inculto y lo populachero. Tan culto es el ballet nacional como la rumba de cajón, no existe dicotomía al respecto. Pero duele ver cómo se canta y se baila la chusmería, la indecencia. La Uneac no abandonará esta batalla contra la mediocridad. Se considera que los miembros de la Unión formamos parte de la vanguardia cultural, que en el caso de Cuba, es una expresión incuestionable de la soberanía y la independencia.
¿A 60 años de su fundación cuáles serían los principales retos de la organización y sus artistas?
La Uneac tiene una vocación social puesta a prueba durante tanto tiempo, sus miembros somos parte inextricable del pueblo. La raíz de la cultura cubana es eminentemente popular, mestiza, y por estar nutrida de lo mejor en todas las manifestaciones artísticas, le ha hecho aportes a lo que se llama cultura universal, en un proceso de intercambio cultural, que exhibe nombres reconocidos en el ámbito internacional. Actualmente en nuestro país existen artistas y escritores de primerísimo nivel. En los Estatutos reconocemos el papel dirigente del Partido como fuerza mayor de la sociedad. El apoyo a la nueva dirección política se ha hecho patente en estos días de provocaciones, financiadas por los yanquis, cobradas por cubanos mercenarios.
Has participado en varios congresos. ¿Alguno que recuerdes especialmente? ¿Por qué?
He sido delegado para representar a los escritores y artistas de Las Tunas, desde el IV hasta el IX congresos; también he integrado el Consejo Nacional. Esos eventos han tenido gran trascendencia para la sociedad cubana, porque no somos un gremio elitista; hemos defendido el socialismo, hemos padecido y enfrentado el bloqueo yanqui y apoyado las causas justas de los pueblos y gobiernos que no se someten al imperialismo. El que recuerdo especialmente es el IV, porque me hizo reafirmar mi compromiso, para siempre, con Fidel y la Revolución.