Las Tunas.- En la madrugada, cuando las preocupaciones le roban el sueño, Eliézer desmonta el área de Centrífugas del coloso "Guiteras" en su cabeza. Separa cada parte, la aísla y así es como le vienen las ideas. Era más de medianoche cuando dio con el "invento" que salvó la zafra más reciente, no solo en su central, sino en varios ingenios del país.
…
No fue el ruido ensordecedor de las máquinas ni el olor a la caña revolviéndose dentro del tacho para convertirse en grano. Tampoco el ajetreo de los hombres de rostro al calor o la vibración de la "mole de hierro" que sentía bajo los pies. Tenía un poco más de 10 años de edad cuando traspasó los umbrales del coloso Antonio Guiteras y quedó fascinado por los engranajes de hierro que se acoplaban como magia. Ahí se le perdieron los ojos…
Desde esa primera visita, agarrado a los bolsillos de su padre, Eliézer Castro Sosa entendió que algo más grande que la azúcar se cocinaba allá en el corazón del ingenio. Y se "espigó" también él, en su San Manuel natal, con la promesa de la caña hasta donde le llegara la mirada, nunca demasiado alejado del "andamiaje antiguo" y del alborozo de los días de zafra.
Ya era alto como una vara cuando entró oficialmente como ayudante de mecánica al área de Centrífugas. Enseguida recordó su conexión con las máquinas que giran a miles de revoluciones por minuto. La sabiduría del especialista Alberto Carballo guio impulsos de sus 20 años por la parte del "Guiteras" que a él más le gusta.
Rememora los primeros días y la sensación de ser un pez fuera del agua y querer nadar… Me cuenta que en su área tiene lugar el último paso del proceso (se separa el cristal del azúcar de la miel y se seca) y para el personal más experimentado basta escuchar el "arrullo" de los equipos para saber si las cosas andan bien, y con una miradita se cata enseguida la calidad del producto. Al principio Eliézer no tenía ese tacto, pero era cuestión de tiempo…
…
"Estábamos arrancando la zafra y no había manera de que se lograran estabilizar las máquinas. Había un problema con el calzo que va entre la centrífuga y el motor. Se fajaba hierro con hierro y aquello echaba candela. Primero confeccioné unos tacos de PVC, lo que tenía a mano, pero qué va. Esas "gigantes chinas" andan muy de prisa, a demasiada velocidad y no ajustaban.
"Recuerdo que me fui para la casa como a las 9:00 pm, muerto del cansancio. Me tiré en la cama, pero no podía cerrar un ojo. No sé cuántas vueltas di enreda'o entre las sábanas hasta que se me ocurrió probar con el neopreno que es como una goma especial, más resistente.
"Esa noche no pegué un ojo, loco por el amanecer. Antes de las cuatro de la mañana yo estaba vestido y di tiempo para comunicarme con el director de Azuma de Maniabón, el central de abastecimiento de la empresa azucarera. Ahí me consiguieron el material y ese mismo día hice los tacos y los pusimos a prueba.
"Al llegar al ingenio, al otro día, el jefe de brigada estaba contento, me dijo que habían quedado mejor que los originales, pues la máquina frenaba de una manera más precisa. Ese día celebramos. Me tomé hasta dos cervezas".
…
Cuando Alberto Carballo se retiró y legó su puesto de especialista a Eliézer, todavía muy joven, el hombre tuvo que disimular los nervios unos cuántos días. Asegura que imploraba "a lo más sagrado" que no se fuera a romper nada, que la zafra transcurriera tranquila, pero aquello era demasiado pedir.
Asegura que siempre hay algo que velar en el área más grande de extracción de azúcar de toda Cuba "y cuida'o"; allí siempre había algo por revisar en los 64 equipos.
Su primer reto grande fue encontrar la solución para un problema serio con las baterías suecas que venían para 10 años de explotación, pero el país no tenía recursos para el recambio oportuno. Gracias a sus desvelos y, sobre todo, al sentido de pertenencia, logró después de "romperse mucho la cabeza" modificar la cápsula de rotación, recuperar los distribuidores de masa, y más.
Ya como pez en el agua, en el 2022 logró modificar el sistema de lubricación de las máquinas que presentaban salideros por los cuales se perdían 14 tanques de 55 galones en cada zafra. Su innovación, por ese concepto le ahorró al país más de 28 millones de pesos.
Destaca varias veces que ha tenido el respaldo absoluto y el acompañamiento de la máxima dirección del central, pues ellos son una casa grande donde la gente toda es familia.
…
"Un sábado, cerca del mediodía, nos citaron a una reunión urgente. Venía el vice primer ministro de Cuba, Jorge Luis Tapia Fonseca porque había escuchado que en el "Guiteras" habían encontrado solución para los calzos de las centrífugas. En el país otros ingenios tenían varias máquinas paradas por el mismo problema y es que las piezas originales no eran duraderas, no servían.
"Te cuento que escuchó toda nuestra explicación, vio con sus propios ojos el resultado y aseguró que se iba más tranquilo porque se iba a resolver el problema de la zafra. Esa misma tarde mandó un grupo de especialistas a copiar las medidas de los tacos de neopreno.
"Pasamos un aprieto porque no habíamos tenido tiempo ni de patentar la innovación, enseguida hicimos el papeleo, pero el país no podía esperar…
"Después, con más calma supimos que los tacos ahorraron a la empresa nuestra 35 millones de pesos y a Cuba más de 130 millones, más importante que eso, se molió caña y los tacos de nuestra inventiva se utilizaron en el central Cristino Naranjo, de Holguín y en el Ciro Redondo, de Matanzas, e incluso, en la refinería Hector Molina, de La Habana.
"El día que me enteré de que me otorgaron el Premio Nacional a la Innovación de Mayor Impacto Económico me llevé tremenda sorpresa, no lo podía creer. ¡Usted sabe la cantidad de ingenieros inteligentes que hay en este país haciendo cosas notables y que yo me lleve el reconocimiento!… No trabajamos para eso tampoco. Aquí lo que cuenta es que el "Guiteras" muela, con eso ya es bastante".
…
Al término de esta entrevista Eliézer tiene 57 años de los cuales ha otorgado 35 a la misma área de Centrífugas del Coloso tunero. Está lleno de ideas para optimizar cada resorte del lugar y que el "arrullo" sea dulce, como la mejor azúcar.
Abre los ojos invariablemente alrededor de las 4:00 am y asegura que hay veces que retorna a casa después de las 9:00 de la noche y si hay problemas lo vuelven a llamar. En tiempos normales repasa a la hija de su esposa; intenta colaborar con los quehaceres.
A la par de la inventiva termina la construcción de su casa, de forma tal que debe alternar la vigía de las máquinas con la pala y gracias a un hermano y algún que otro vecino "aquello se va pareciendo a un hogar", uno que está hecho "a pulmón" y con los retazos de tiempo que le deja el "Guiteras".
Habla bonito de su familia, de su hijo, de las cosas que se pueden hacer cuando hay voluntad de encontrar soluciones. En sus ojos pesa mucho el futuro de "la mole de hierro", que según su experiencia es agradecida y noble, pero también dadora de responsabilidades y sinsabores: agridulce, una mezcla perfecta de la azúcar que será.