Las Tunas.- Tres columnas distinguen el Bulevar de la céntrica calle Francisco Varona, de la ciudad de Las Tunas, como imperecedera remembranza de una urbe que en tres ocasiones vio reducir su arquitectura a solo cenizas, antes de doblegarse al yugo de España.
No es casualidad que hoy sus fachadas no muestren las típicas construcciones al puro estilo colonial y que un fuerte movimiento ecléctico se divise en la mayoría de los inmuebles que conforman el centro histórico.
Las tres columnas, obra de recuerdo y homenaje al valor de esta tierra en el oriente cubano, se yerguen majestuosas, como símbolo de rigidez y continuidad desde los cimientos; huella que cobija el ir y venir de los lugareños, a partir de la mezcla del arte y la cultura en rememoración de los valores urbanos y patrimoniales de Las Tunas.
Emplazada en 1991, la escultura se ubica en los predios de la Plaza Cultural como epicentro de la vida sociocultural de la urbe; de la autoría del artista René Peña Carbonell, pareciera recordar siempre, con sus capiteles en ruina, la bravura de las llamas mambisas.
Desde el hormigón que conforma su fuerte compostura, el conjunto escultórico vigila el renacer de los tuneros; memoria viva de la bravura y el patriotismo e ícono de la resistencia de un pueblo, la obra rediseña el panorama de la Capital de la Escultura Cubana, desde el abrazo a la historia.
Y es que Las Tunas es la única ciudad de Cuba quemada en tres momentos durante las gestas del siglo XIX, de la mano de tres grandes estrategas militares de las contiendas emancipadoras: Manuel de Quesada, Vicente García y Calixto García; un terruño que bien sabe el precio de la libertad y la independencia, perpetuadas también desde las tres columnas.