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Las Tunas.- A Alberto Mawad Santos lo conocemos por sus huellas en las ciencias exactas, como profesor y entrenador de Física. Pero nos acercamos a otra faceta, una que lo une a José María Heredia, ese grande de nuestras letras que tanto desconocemos, el primer poeta de América, como lo llamara el Apóstol.

Hace más de un año Mawad se sumerge en la obra del iniciador del romanticismo en la lengua española y, aunque no se considera historiador ni busca títulos por ello, resulta apasionante escucharlo hablar del tema. Especialmente, realizó un estudio pormenorizado en cuanto a la relación hipertextual entre el poema Oda, de Heredia, y los números 1, 2 y 3 de El Habanero, redactados por Félix Varela y Morales.

Por esos senderos, este tunero enamorado de la historia demostró que el cantor del Niágara, a través de Oda, evidencia su aceptación de las ideas políticas de Varela y, no solo eso, sino que las expresa en versos. También asegura que es la obra poética de las escritas por el autor del Himno del desterrado que “muestra mayor carácter de urgencia política entre todas sus composiciones patrióticas”.

Fechas, cartas, frases, poemas, símbolos, semiótica, lexicología…, eso y más tuvo en cuenta Mawad para sostener su indagación. Entre los elementos conclusivos, señala que “Oda constituye la primera obra poética de la literatura nacional en la que aparece el carácter insular de Cuba y su posición geográfica, como fundamento de una convicción política independentista”. Además, tras una acuciosa revisión bibliográfica documental estableció una fecha probable para la escritura del poema en cuestión: el 4 de marzo de 1825.

“Hace más de 30 años que busco alusiones a la Física en obras sociohistóricas, en ensayos y creaciones sin matices de ficción, pero igualmente empecé a buscarlas dentro de la poesía cubana. Entonces, un buen día llegué a Heredia, en cuyos textos (también en prosa) la encontré…”, dice el profesor universitario.

“Al profundizar en sus escritos, me percaté de la relación hipertextual con el pensamiento de Varela y me dediqué a buscar cómo se establecía esa simbiosis”, añade. Así, tras los pasos de una Oda -que no tuvo la suerte de ser tan divulgada como Niágara o el Himno del desterrado-, este docente ha consultado decenas de libros, artículos, opiniones del humanista venezolano Andrés Bello, textos de hispanistas alemanes, de Martí, Manuel Sanguily, Emilio Roig de Leuchsenring…

“El historiador Emilio Roig, por ejemplo, describe cómo a finales del siglo XIX, la gente no recordaba la existencia del periódico El Habanero. El Gobierno español lo había perseguido”, figuran entre las pinceladas que ofrece el investigador, quien hace unos meses compartió esos saberes en la sede tunera de la Fundación Nicolás Guillén (FNG).

Mawad se siente todavía un “improvisado” en el campo de la indagación científica, pero no se detiene. Y a mí, como periodista, me atrapa su preocupación por reverenciar a uno de nuestros ilustres escritores, ese que, desde el exilio, expresó una añoranza descomunal por nuestra tierra. No en balde Martí dijo sobre él: “Yo vengo aquí como hijo desesperado y amoroso, a recordar brevemente, sin más notas que las que le manda poner la gloria, la vida del que cantó, con majestad desconocida, a la mujer, al peligro y a las palmas”.

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