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Las Tunas.- Euforia, incertidumbre, añoranza… un amasijo de sensaciones les sobrevino la noche anterior al regreso. En pocas horas recibirían una noticia definitoria, de esas que te sacan las sonrisas o estrujan el alma. Ante la premonición de una despedida se apresuraron a preparar el equipaje.

La buena nueva llegó con el alba: negativos al SARS-CoV-2. Nada más parecido a la felicidad después de mirar el rostro a la Covid- 19 en la misma zona roja del hospital Frank País, de La Habana. Fueron días preñados de coraje y entrega porque allí, frente a los pacientes, se apagan los temores y prevalece la necesidad de salvarles la vida.

Cuentan que los convocaron para apoyar la asistencia en medio del actual panorama sanitario. Cada uno -desde diferentes puntos de la geografía tunera- asumió el compromiso con la única certeza de que pondrían sus mejores esfuerzos en la tarea.

En el “Frank País” dieron pelea a la enfermedad y salieron vencedores. Sudaron bajo las escafandras, memorizaron protocolos de seguridad, fortalecieron el trabajo en equipo, superaron miedos, salvaguardaron… No olvidarán la vivencia ni tampoco los sentimientos bonitos que nacieron al calor de las intensas jornadas, y que los harán extrañarse unos a otros.

Para la licenciada en Enfermería Marilis Pérez Brito, del municipio de Manatí, integrar este grupo de cinco tuneros ha sido vital en su trayectoria de más de 25 años. “Me he desempeñado en múltiples servicios de emergencia y atención al grave. Cuando solicitaron la disposición acepté sin dudarlo; ahora regreso a casa sana y con mucho orgullo.

“Tuve que prepararme y extremar los cuidados para enfrentarme a esta patología tan terrible. Aunque no traté directamente a pacientes graves, atendí a profesionales de la Salud contagiados con el virus, y para mí representó un reto y un privilegio”, dice .

El municipio de Jobabo encontró una digna representante en la licenciada Yumileydis Escuellar González. Acostumbrada a ayudar a traer niños al mundo y cuidar a embarazadas no imaginó afrontar algún día una misión similar; pero negarse no era una opción. Confiesa que mucho le marcó atender a colegas enfermos y debió llenarse de “valor para continuar en la lucha”.

La licenciada Mayuli Rodríguez Silvera, de Majibacoa, reconoce que el mes fuera de casa implicó sacrificios también para la familia, la cual necesitó reajustar rutinas y aferrarse a la esperanza de un retorno feliz. En varios consultorios de la Atención Primaria de Salud ha sabido ejercer su profesión y desde el "Frank País" encaró la Covid-19.

“El hecho de encontrar allí a personas enfermas del gremio nos sirvió, incluso, para cuidarnos más, y adquirimos disímiles conocimientos”.

Mayelín Suárez Barea, de 'Jesús Menéndez', con poco más de 10 años de labor, reafirma el criterio de su compañera. “Aunque he prestado servicios en la unidad de Cuidados Intensivos del hospital Guillermo Domínguez (Puerto Padre) y en centros de aislamiento para pacientes sospechosos de dengue, esta nueva labor me aportó mucho profesionalmente”.

Las cuatro, guiadas por el enfermero Ruberlando Rodríguez Parra, superaron las dificultades y enaltecieron la especialidad. “Nunca las vi decaer, por el contrario, siempre mantuvieron las energías y formamos un verdadero equipo. Nos queda la satisfacción de que hicimos cuanto pudimos por nuestros pacientes. No olvidaremos esta misión”.

Y cuando se hable de valientes, de profesionales abnegados, de gente de corazón noble, habrá que mencionar a esta cofradía de enfermeros tuneros que sin vacilar se alistaron para reforzar la asistencia en la capital cubana. Ahora, en el hogar y estrechando a los suyos, podrán por fin afirmar: ¡Misión cumplida!

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