Las Tunas.- La juventud irrumpe en los espacios culturales de la ciudad de Las Tunas para cambiar esquemas. Justo así lo hace Luis Ángel Rodríguez González con su primera muestra personal en la galería del centro cultural Huellas. Allí agrupa mulatas, paisajes urbanos y algunos abstractos, de regreso a un amor que ha alternado con la música, pero que siempre lo remite a los empeños personales por pulir la técnica.
"Lo he dado todo por la pintura, porque amo cómo se desarrolla la obra de arte en la medida que se trabaja, la reacción que tiene el público al observala, ya sea abstracta o figurativa. Todo lo que se haga con el corazón tiene un significado emocional y hay que darle un mérito al esfuerzo".
Habla con convicción, y a su edad parece increíble tanta confianza en lo que dice, cuando todavía roza con mucha experimentación. Asumió los pinceles tras aprehender habilidades como instructor en la escuela Rita Longa, de esta localidad, bajo el influjo de Liusan Cabrera Almaguer, a quien considera mentor y amigo, uno de los que le propuso enfrentarse a sí mismo en una galería.
Colores vibrantes asoman en superficies que sugieren postales, instantáneas de lo más representativo de la cultura cubana para el mundo, las luces que encandilan al visitante fortuito, o al que ya conoce los sortilegios de la aclamada urbe y regresa a sus cantos de sirena para apresar los arcos y pilares que conservan el imaginario de una época detenida en el tiempo.
Se adivinan siluetas, formas premeditadas y casuales, un poco distantes del acercamiento inicial a la plástica en la Ciudad de los Parques. "Vengo de un pueblo que se llama San Andrés, en Holguín, prácticamente desconocido, pero quise adentrarme en el mundo de la pintura porque desde niño recibí una influencia bien grande de mi papá, el motor impulsor de todo esto.
"Fue un gran logro, un sueño, graduarme de instructor de arte, pues enfrenté muchas dificultades e indecisiones. Pasé dos años estudiando música. Empecé a grabar canciones y álbumes, pero nunca he abandonado la pintura.
"Mi pasión está en el abstracto, uno intenta hacer un rostro y nunca va a quedar como es de verdad, por mucho que trates, en lo figurativo siempre aparecen defectos. En el universo abstracto pasa diferente, porque es lo que quisiste decir y contra eso no va nada. En la expo hay un cuadro que me sorprendió después que lo vi en el catálogo, lo tomé en mis manos, lo giré y me sugirió varias imágenes, eso es mágico.
"Todas las piezas se hicieron en 23 días. Solo tenía cuatro hechas, tuve que buscar los materiales, muchos amigos me ayudaron. Quise poner en una parte las mulatas y los paisajes urbanos, y en otra los abstractos, que quiero dejar como parte del principio de la obra, de esa que desea conocer la gente y que se pueda identificar como algo mío, para buscar un sello. Ahora mismo estoy en una etapa experimental".
Así Luis Ángel descubre un camino de a poco, basado en los afectos que lo regresan a la geografía tunera y a las personas que creyeron y creen en él.
"Yo amo esta ciudad. Aquí es donde me he formado como artista y conozco a muchos que me apoyan y respetan, que quieren lo mejor para mí. He sido muy bienvenido desde que llegué. Le tengo cariño a la provincia. He estado en Trinidad, La Habana, Matanzas, Santiago de Cuba, Holguín, Guardalavaca; tengo 30 años y en cada uno de esos lugares me he quedado un mínimo de cinco meses, y Las Tunas para mí tiene algo especial, creo que aquí hay mucho que hacer, que mostrar, que enseñar y disfrutar, hay un público esperando por novedades".
Y su voz se escucha entusiasta, habla de la música que también lo mueve, del impulso que no lo deja abandonar a una u otra manifestación, e imagino la danza de los colores en esa abstracción que quizás muy pronto lo ubique en otras paredes al compás de las pupilas hábiles del espectador.
