naranjoMuchos son los seres maravillosos que nos inspiran desde cualquier manifestación artística e, incluso, en el anonimato, contribuyendo de alguna manera al resultado final. Aquí les presentamos uno de esos inspiradores; sirva su entrevista para decir gracias por el Día de la Cultura Cubana, y siempre 

Las Tunas.- "No soy un pintor para élites, soy un pintor de pueblo", afirma categóricamente el señor de cabello blanquecino y ojos verdeamarillos que ha descubierto en el paisaje su razón de ser. José Ángel Naranjo, con más de 50 años de vida artística, conversa con 26 en el patio Los Tamarindos, del centro cultural Huellas, como si ante sí pasara la vida hecha pincelada, anécdota, emoción…

Cuenta que Manzanillo acunó sus primeros diálogos con la naturaleza, alentados por la tía Consuelo Pérez Fonseca, maestra primaria ya fallecida. "Mis raíces están en Campechuela, allí empezó todo. Luego nos mudamos y terminé mi desarrollo en Elia, 'Colombia'. Éramos cinco hermanos; yo, el tercero. Estudiamos con la llegada de la Revolución, antes resultaba imposible; mi padre, que era trabajador del central, no podía pagar nuestros estudios", comenta.

Confiesa quedarse absorto ante las obras de museos, soñando con realizar algún día algo parecido. Especialmente los retratos captaban su atención, pero en el interior algo le decía una y otra vez: "¡Paisaje, paisaje, paisaje!". Cómo negarse… "Desde pequeño me gusta el campo. Pescaba y cazaba con amigos. Era feliz".expo naranjo1

Naranjo primero estudió Dibujo Técnico, vinculado a las especialidades de Mecánica, Arquitectura y Topografía, pero la voz seguía irreverente: "¡Paisaje, paisaje, paisaje!". Entonces, Camagüey, con esa efervescencia cultural que lo distingue, les abriría las alas a sus sueños. "Fui a trabajar a la Ciudad de los Tinajones y, en ese tiempo, matriculé en un curso nocturno que se impartía en la Escuela de Arte de allá. Al terminar este período, seguí de manera autodidacta.

"Iba detrás de cuanto libro hablara sobre pintura. También en tierra agramontina creé un grupo para aglutinar a algunos creadores; igual lo hice en 'Elia'. Y en Las Tunas, el 23 de junio del 2002, nace el movimiento Perspectiva, que me llena de dicha, pues aún está vigente. Además, desde un principio nos propusimos acercarnos a las comunidades y así lo hemos mantenido, llegando -incluso- a otras provincias". 

Él no solo ha sido creador consagrado, sino un ferviente promotor cultural, alguien que desde muy joven se percató de la importancia de apoyar la obra de los demás. "Me gusta poner mis conocimientos al servicio de los otros; yo no tuve tal suerte". 

expo naranjoNaranjo se ha preocupado, además, por estudiar el terreno que transita. "Cuando tenía 8 años mi tía me regaló pinceles y dijo algo que me marcó para siempre: 'El problema no es conocer los colores y mezclarlos, sino aplicarlos en el lugar adecuado'. Por eso, siempre he intentado conocer sobre arte para manifestar mejor lo que siento, sacar a la luz mi alma y que el público lo note.

"Tuve que aprender, por ejemplo, sobre la corteza de los árboles, su follaje, cómo entran y salen las luces por sus ramas… Al observar la obra de algún artista de la plástica, trataba de sumergirme en cómo hicieron la obra… No había día en el que no fuera a la casa de cultura Tomasa Varona, hasta creían que trabajaba ahí…".  

Mucho ha desandado Naranjo desde que, junto a otros soñadores, realizaba exposiciones en las vidrieras de algunas tiendas en 'Elia'. Sin embargo, no ha dejado de ser ese soplo alentador para muchos artistas que han visto en él una especie de líder. "No me ha importado su edad, religión o posición política, solo el amor por el arte y, por ello, hemos llegado hasta lugares intrincados". El Escambray, La Habana, Santiago de Cuba…, tantos sitios donde su empeño ha dado frutos.

"Me siento orgulloso de todos los que me han acompañado en esos viajes, ya sea de forma presencial o a través de su obra. Que su arte se conozca es el mayor logro", apunta. Y no deja de mencionar la galería permanente de arte en miniatura que creó en Campechuela, su tierra natal, uno de los frutos notables de Perspectiva.

Especialmente, le alegra haber impulsado desde el Balcón de Oriente la creación en pequeñísimo formato. "Antes de nosotros, era bien extraño encontrar exposiciones de este tipo en galerías o cualquier otra parte. Aunque hubo una época en la que se realizaban miniaturas hasta en las esferas de relojes de pulsera o aretes, pero se hacían para regalar, no con carácter expositivo. De ahí que nos preocupáramos por crear un movimiento encaminado a ello, que atiende Manuel Izquierdo en el occidente, Wenceslao García en el centro y yo, en el oriente".

talleres de verano pintura en miniatura 8Naranjo, en su intento por visibilizar y alentar esta vertiente, ha recorrido gran parte del país, impartido conferencias y talleres, apoyado a nuevos talentos… "En Cuba el miniaturismo es autóctono, pues hasta nuestros aborígenes lo cultivaban sin saberlo, y antes de la llegada de los europeos; eso hay que defenderlo", destaca.

Él también se ha crecido ante las carencias de materiales. "Desde hace un tiempo, todo empezó a escasear: el óleo, las acuarelas, el lienzo… Había que buscar soluciones. El arte no puede morir. Comenzamos a experimentar. En una de las reuniones, acordamos hacer un estudio sobre los pinceles, analizando más de 30 cerdas de distintos animales, hasta de ratas. De esta manera, descubrimos que el pelo del perro sirve para ello, así como plumas largas de los gallos, especialmente al final, que se vuelven delgaditas. También estudiamos los pigmentos: la savia del plátano, la bija, la güira y otros. El asfalto especialmente ha tenido gran aceptación, y ha sido sensacional, pues se logran tonalidades extraordinarias y gusta mucho". 

Más de 300 reconocimientos asegura él conforman su palmarés: el Premio Pedro Verdecie, varios lauros otorgados por la Sociedad Cultural José Martí (SCJM) y otras guirnaldas. Sin embargo, como todo buen artista, lo que verdaderamente le hace feliz es el cariño y la admiración del público. Luego de casi un centenar de exposiciones personales y el intercambio con otros creadores a lo largo y ancho de nuestro Archipiélago, asegura: "Mi gran medalla es el pueblo".

Con el cariño de la esposa, cuatro hijas, más nietos y bisnietos, se siente un hombre feliz, pero no por ello completamente realizado. "Me falta mucho por hacer todavía. Los años que me quedan son para el arte, para nuestra cultura", afirma el señor octogenario que ha dedicado más de medio siglo a la utilidad de la virtud. Ojalá que su obra perdure siempre como las flores de azahar que matizan, blanquísimas, cada árbol de naranjo. Ojalá.

 

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