24 feb mambises

Las Tunas.- Tras años de planificación y arduo trabajo en el exilio, el proyecto martiano de La Fernandina, la más grande expedición contra el colonialismo español en Cuba, fracasaba. Las tres embarcaciones debían traer a los hermanos Maceo al oriente del país, Martí y Gómez al Camagüey y a Serafín Sánchez y Carlos Roloff, a Las Villas. Afortunadamente, pudieron salvarse algunos alijos que no fueron decomisados por las autoridades estadounidenses.

Pero la decisión estaba tomada, la orden de alzamiento conciliada por el Apóstol con Gómez y Maceo ordenaba el levantamiento simultáneo en toda la Isla. Se dice que el general Quintín Bandera escogió la fecha y, desde días antes, los principales jefes mambises orientales pasaron a la clandestinidad para evitar sorpresas por parte de los colonialistas; estaban preparados y el 24 de febrero de 1895 se rompió el corojo.
En Las Tunas, el teniente coronel José Manuel Capote se alzó en armas ese mismo día al frente de una numerosa tropa de bisoños y veteranos combatientes de la guerra grande. Un mes antes, el propio Capote comandó un grupo de 100 hombres y realizó un asalto relámpago en los alrededores del poblado de Las Tunas.
En los días previos al 24 de febrero, las autoridades españolas en este territorio informaban a sus superiores en Oriente que la zona estaba en total calma; no obstante, se adoptaban medidas de control sobre los vecinos identificados como simpatizantes de la causa revolucionaria.
Las viviendas de Francisco Varona González, brigadier de la pasada contienda y la de su hijo Francisco Varona Tornet, fueron rodeadas por gendarmes de la guardia española, para impedir que estos pudieran apoyar cualquier acción en la zona, pero fallaron, pues ambos ya estaban en la manigua al frente de sus respectivas columnas de bravos tuneros.
José Martí, el delegado del Partido Revolucionario Cubano, había convocado al mayor general Vicente García González, exiliado en Venezuela, a incorporarse a la guerra necesaria que se gestaba; mas peligroso como era para la corona española fue asesinado el 4 de marzo de 1886, truncando así sus planes de regresar a la Patria y pelear nuevamente por su independencia. No obstante, los hijos de armas del León de Santa Rita acudieron prestos al llamado de la nación, para cumplir con el legado de su jefe.
El general de brigada Julián Santana (1830-1931) se alzó en armas el propio 24 de febrero y se incorporó a las fuerzas del entonces general de brigada José Manuel Capote, el primero de julio de ese año. Dos días después recibió el mando interino de la Primera Brigada de la Segunda División del Segundo Cuerpo, con el grado de coronel, además de ocupar la jefatura del Regimiento Vicente García.
Otros jefes militares de Las Tunas, como el mayor general Félix Francisco Borrero Lavadí (Paquito) (1846-1895), los generales de brigada Calixto García Enamorado (1874-1951) y Enrique Collazo Tejeda (1848-1921), entre otros, también partieron a la manigua ese 24 de febrero.
Los tuneros fieles seguidores de las ideas del mayor general Vicente García González fueron consecuentes con sus últimas palabras en el lecho de muerte: “Muero en tierra extranjera, pero ahí quedan ustedes para que ayuden a libertar a Cuba”.
Y así hicieron, volvieron a la carga con ímpetu, dando mucho machete por la libertad de Cuba. Sobre ellos el Apóstol dijo: “...el nombre histórico de ‘Cazadores de Hatuey’ con que, en la tregua como en la pelea, se abanderan hoy los valientes de Las Tunas”.

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