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Las Tunas.- Por estos días, casi a las puertas del verano, los rayos de sol parecen una fuerza abrasadora capaz de generar una chispa, como por arte de magia y hacer arder cualquier cosa a su paso. Es difícil no encontrar hileras de sudor en los rostros de aquellos que desafían al astro rey por decisión propia o movidos por razones más apremiantes.

Este escenario tropical, entremezclado con el salitre correspondiente a nuestra condición de Isla, es también una fuente de peligro potencial para el órgano más abundante del cuerpo humano: la piel. Y no es un secreto para nadie, acá no tomamos el tema con demasiada seriedad. 

Es común encontrar en las escuelas a los niños realizando actividades deportivas, culturales, incluso pruebas de eficiencia física a las 2:00 pm, una proeza gigante para los días que corren. Me temo que con ellos estamos aplicando aquello de que "el cubano no le tiene miedo al sol". A las claras estas planificaciones no miden los riesgos a largo plazo, que van mucho más allá del rato incómodo.

Ni hablar del espacio familiar. Un juego de pelota a mediodía en punto puede generar mucho más que una insolación o dolor de cabeza. Es la savia para males mayores a largo plazo, de esos de los que después nos lamentamos y no entendemos cómo sucedió. Y mira que las cabecitas revueltas gustan de estos entretenimientos, por más que "se rajen las piedras".

Llama la atención que, conscientes de las temperaturas, muchas unidades estatales, comercios o negocios de todas las formas de gestión sigan condenando a los clientes a largas filas de espera al sol, que no en pocas ocasiones son tierra fértil para mareos, cefaleas o signos de deshidratación.

Por otro lado, históricamente y en fiesta con la ironía, en Cuba ha sido siempre muy difícil adquirir cremas con filtros protectores solares porque no aparecen en las tiendas y cuando lo hacen tienen precios astronómicos, pensados para el turismo, como si no fueran una necesidad colectiva. No existe tampoco cultura de prevención. 

De igual modo, la mayoría de las piscinas abiertas al disfrute popular prestan servicios en los horarios en que los que el agua casi hierve. Esos ambientes son fiestas para los niños. En esa ecuación no se conjugan la responsabilidad parental ni otras precauciones. Es como si aquello de cuidar la salud fuera un eslogan que unos y otros aludimos a conveniencia.

Pero le aconsejo que se resguarde debajo de una sombrilla; lo dicen los expertos. Los rayos ultravioleta (UV) del sol son la principal causa de daño en la piel. Pueden penetrar en las capas más profundas de la misma, alterando la estructura del ADN de las células cutáneas y provocando una serie de problemas de salud.

El daño más común y visible es el envejecimiento prematuro. La exposición continua al sol puede causar arrugas, manchas de la edad y una pérdida de elasticidad en la piel. Esto se debe a que los rayos UV degradan el colágeno y la elastina, dos proteínas claves que mantienen la piel firme y flexible.

Además, la exposición al sol puede provocar quemaduras, que no solo son dolorosas, sino que también aumentan el riesgo de desarrollar cáncer de piel. Este es quizás el riesgo más grave asociado con la exposición al sol. Los rayos UV pueden causar mutaciones en el ADN de las células de la piel, lo que puede llevar al desarrollo de células cancerosas. El melanoma, el tipo más peligroso de cáncer de piel, es particularmente asociado con la exposición intensa al sol.

Más allá de lucir una piel atractiva y sin manchas, es necesario tomar precauciones para evitar daños a futuro. Usar protector solar, ropa adecuada, gafas y evitar el sol durante las horas pico son medidas simples, pero efectivas que podemos adoptar para cuidar más que la apariencia.

Todas las actividades físicas que tienen implícitas risas de niños y diversión, para que sean más placenteras, deberían conjugar también las medidas de protección ante esta peculiar inclemencia del clima. Instituciones y sobre todo la familia tienen la obligación de generar ambientes seguros, garantías para una adultez saludable.

Ese círculo dorado, inspirador y amenazante es esencial para la vida, pero también puede ser un enemigo silencioso para nuestra piel. Es hora de poner la cordura al lado de la ropa de playa, y también de la pañoleta y de la cola del banco. Hay que asumirlo, la poética condición de insulares necesita cierta protección y filtros contra tanta luz.

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