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Las Tunas.- Más de un quinquenio sin coronar los esfuerzos en la siembra de caña y un escenario sumamente complicado para la economía cubana hacen que sobre el ambiente tunero flote un aire de preocupación que ha generado la interrogante que encabeza este trabajo.

Por supuesto que a todos nos gustaría que así ocurriera, pero ese historial negativo y la permanencia de las limitaciones resultantes del bloqueo y de la crisis económica mundial tienden a poner en tela de juicio la certeza de que, en el actual calendario, Las Tunas podrá cumplir el compromiso de plantar 15 mil 218 hectáreas de caña.

Varias son las acciones que pueden marcar la diferencia entre lo realizado ayer y lo que se pretende lograr en el presente, mas de todas hay dos que son determinantes para dar el salto buscado: los recursos humanos y la calidad del plan elaborado.

Disponer de una fuerza de trabajo que de tanto tropezar con la misma piedra se muestra más competente, comprometida y consciente de que debe enfocar su gestión hacia la solución de los problemas y en laborar con lo que tiene, sin esperar por promesas que luego no se cumplen.

Eso, unido a planes viables de ejecutar porque son expresión del sentir de los involucrados deviene garantía del anhelado deseo de poner fin a los incumplimientos y parar el decrecimiento de la producción cañera en la provincia.

De ser ciertos esos argumentos, entonces cabe decir que los planes de siembra propuestos para el 2023 por Colombia (dos mil 254,1 hectáreas); Amancio Rodríguez (mil 365,8), Majibacoa (dos mil 338,1 y Antonio Guiteras (nueve mil 260), son metas alcanzables siempre y cuando se actúe con presteza y se destierre de sus entornos la pasividad, desatención, falta de organización y las indisciplinas, entre otras subjetividades que tantos daños ocasionaron tiempos atrás.

Comparto la visión de algunos especialistas, cuando auguran posibles golpes -falta de recursos- que no se podrán esquivar, pero aún en esas condiciones las unidades deben buscar la manera de arrancarle un pedacito al plan todos los días. No importa si es media, una, dos o más hectáreas. Lo importante es sumar y sumar.

Ellos tampoco pierden de vista que por ser una tarea que se realiza a cielo abierto, siempre expuesta a los caprichos de la naturaleza, se impone trabajar bajo el principio de no dejar para mañana lo que puedes hacer hoy.

De modo que no deben regatearse gastos ni los esfuerzos necesarios para vencer la meta con el máximo de calidad, en virtud de alcanzar alta germinación y crecer en los rendimientos agrícolas por hectáreas.

Más que predecir el desenlace final que tendrá el plan anual, conviene señalar que los hombres y las mujeres, directivos y especialistas a cargo de la misión han hecho saber que harán hasta lo imposible para alcanzar resultados acordes con la cantidad prevista.

Por lo pronto, el combate por consumar ese objetivo comenzó con el inicio de la campaña de siembra de enero-abril. Sumarán 197 las hectáreas por plantar y a la vanguardia de este empeño marchan las empresas agroindustriales Antonio Guiteras y Majibacoa, ambas con ventajas de 14 y cuatro hectáreas, respectivamente. Colombia y Amancio Rodríguez se desplazan con cierta lentitud.
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