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Las Tunas.- Cuidar de la salud de las plantaciones agrícolas es una tarea que va más allá de la responsabilidad, las buenas prácticas y los deseos de los productores individuales o estatales, pues en esa gestión desempeñan un importante rol los trabajadores fitosanitarios.

A lo largo de los años, su quehacer ha sido determinante en la prevención de enfermedades, hongos y plagas de insectos dañinos en plantaciones tabacaleras y de cultivos varios; especialmente en las siembras del frijol fasciolo, muy perjudicado por el Megalurothrips usitatus o trip de la flor.
Esos especialistas capacitan a los tenentes de tierra en relación con la amplia entomofauna existente en Cuba y enseñan a disminuir las poblaciones de los que perjudican los cultivos con el empleo de especies benéficas, muchas de las cuales se reproducen en los laboratorios de Sanidad Vegetal.
También muestran acciones prácticas para el control biológico de esos animales, como la instalación de trampas de colores, a la vez que se empeñan en la vigilancia de las plantas exóticas invasoras para evitar su propagación en áreas cultivables.
Lograr sembrados sanos es posible; incluso, sin el uso de productos químicos, deficitarios hoy en el país y con tendencia al desuso, porque cada vez crece el interés por la agricultura ecológica, que redunda en mayor calidad de los alimentos y la protección del entorno.
La labor de los fitosanitarios se reconoce constantemente, sobre todo, el 17 de julio de cada año, pues en fecha similar -de 1884- nació Patricio Cardín Peñarredonda, primer entomólogo agrícola cubano, y uno de los iniciadores de la Sanidad Vegetal en el territorio.

 

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