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Las Tunas.- El municipio de Las Tunas puede y debe reorganizar el flujo de varios procesos productivos para garantizar una buena parte de la alimentación de sus residentes, a partir de la gestión individual y colectiva de los campesinos y de las unidades básicas de producción cooperativa, unidades empresariales de base y cooperativas de producción agropecuaria y de créditos y servicios.

Esa es la meta -y el deber- en estos momentos de crisis económica; y es también el compromiso de quienes hacen producir la tierra para lograr la anhelada disminución de los precios, un problema que aqueja a los tuneros y que puede aliviarse con un mejor desempeño de esas entidades.

Del tema se debatió ampliamente en la última plenaria de producción de alimentos, en la que se informó que el territorio cabecera cumple la contratación en la carne vacuna y en los cultivos varios; no así en la leche, que reporta significativos atrasos.

Pero, a pesar de los convenios entre los productores estatales y privados con la Empresa Cárnica, hasta el cierre de abril solo se había entregado el 47 por ciento de lo planificado, y eso repercute en la alimentación en las instituciones educativas y de Salud y en la elaboración de derivados para la venta a la población.

Otra incongruencia se registra en el cumplimiento de la campaña de siembra de primavera. Se comporta al 115 por ciento; sin embargo, los cultivos rústicos -contemplados en el plan de autoabastecimiento municipal- están muy por debajo de las posibilidades locales: yuca (48 por ciento), plátano (28,7), boniato (19) y malanga más ñame (cero por ciento).

Incrementar esos renglones sí es posible en el municipio, con más control y mejor contratación, aunque también se requiere de otras acciones, como que las empresas paguen a los productores en el tiempo establecido, pues actualmente se reportan cuantiosas deudas. Y eso es un desestímulo para quienes sí tienen resultados y cumplen con sus planes.

En el encuentro, Walter Simón Noris, primer secretario del Partido en Las Tunas, reflexionó sobre la utilidad del sector agropecuario, como eslabón primario de la economía, y la responsabilidad de todos sus actores de incrementar las producciones.

Cuando eso se logre habrá que perfeccionar el proceso de contratación y la comercialización, los que también andan a la deriva en unas cuántas entidades y en las tarimas de puntos de venta legales e ilegales; incluso, hasta en establecimientos estatales.

El reto es grande, pero no se le puede tener miedo, y en ello son determinantes las visitas a los productores. Algunos no entregan nada, y otros, muy poco. Con ellos hay que dialogar para conocer sus limitaciones y comprometerlos porque en estos tiempos difíciles hay que "sumar".

En la leche, un poquito por aquí y otro por allá, el municipio puede honrar los compromisos, aunque no acopie los ocho millones 600 mil litros reportados en el año 2019. Con satisfacer la demanda ya será notable el cambio. Y esa transformación también debe llegar a otras actividades.

Por ejemplo, en la provincia se registra una alta cifra de canteros vacíos en organopónicos y otras unidades de la agricultura urbana, es muy bajo el porcentaje de siembra de alimento animal y la mayoría de las formas productivas no cuentan con los necesarios módulos pecuarios.

Aunque tardía, la llegada de las precipitaciones abre horizontes a los productores de alimentos del territorio cabecera, y con el reverdecer de los campos y los partos de las vacas también asoman las esperanzas de que un día, más temprano que tarde, haya más comida y a menores precios.

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