Las Tunas.- Las construcciones con dudosa terminación, en ocasiones, son más tétricas que los sitios deteriorados; lucen el sello del ser humano entrelazado con la desidia, el descuido, la desesperanza.
No es esta historia nueva, todo lo contrario; desde los tiempos aquellos en los que las pipas con cemento recorrían la urbe y la gente levantaba casas sin pensar en que algún día faltarían materiales, se han edificado chapuzas; sin embargo, esa no puede ser razón para que el descalabro, lejos de detenerse, encuentre cauce.
La experiencia más reciente que conoce 26, en tal sentido, está en la sede del Duplicado del Registro Civil de Las Tunas, un sitio al que ya hemos dedicado líneas en esta publicación en varias ocasiones y que se mantiene cerrado al público desde el desafortunado 6 de marzo último, con los atrasos en la prestación de servicios que tanto necesita el sistema del Registro Civil cubano.
Al lugar fueron asignados alrededor de 18 millones de pesos para la ejecución de los trabajos que resolverían, o al menos aliviarían notablemente, los lastres constructivos que, por más de una década, han alimentado el desparpajo en sus espacios.
Y hasta allá llegaron, nos dijo Vivian Luz Morales Cordero, jefa de la Unidad de Servicios Jurídicos, los nueve trabajadores de la Brigada de Mantenimiento Constructivo empeñados en hacer valer las labores.
“Avanzaron mucho, pero se retiraron para acometer otros proyectos relacionados con las obras del 26 de Julio en Las Tunas, y no han retornado. Quedaron hechas dos oficinas, pero sin repello todavía y ninguna terminación; además, se modificó el baño, aunque no se le ha puesto la instalación que lleva. Y se mantienen deteriorados los estantes en los que se ubican los distintos tomos de los libros”.
Nuestro Periódico no pudo constatar las goteras que, aseguran, caen en las paredes recién reparadas cuando hay aguacero; pero sí es evidente desde la calle misma que todo no ha sido color rosa. La pintura del frente, por ejemplo, ya luce las huellas de las filtraciones de la parte alta, algo que le hace notar una especie de “colorete en alma vieja”, que dista mucho de ser solución a los dislates del tiempo.
Nos dijo Vivian que el pasado 28 de agosto el inspector de Higiene pasó por allí, y encontró larvas en la taza del baño y escombros en el patio; así que, tras un intenso trabajo voluntario y la multa impuesta a la Dirección Provincial de Justicia, fue resuelta esa contrariedad. Solo que, desde entonces, están los desechos en el portal del local, sin que nadie atienda las llamadas para retirarlos, y a los que se han ido sumando los trastos de los vecinos, cansados de ir más lejos a botar la basura mientras dicen: “Si total, da igual dónde se tire, de todas formas no la recogen”.
Sobre este tema preguntamos vía telefónica a Manuel Jiménez Almaguer, delegado de la circunscripción en la que está enclavado el sitio. Él insistió en que la actitud de los moradores responde a las demoras en la recogida de basura; arrojar basura es una indisciplina que, por estos días, es muy difícil de regular. Una verdad como lanza que no solo afea, aún más, el frente del Duplicado, sino que genera fetidez y daños que pueden terminar en un foco de insalubridad.
No vivimos tiempos fáciles, acometer una obra constructiva supone dejar de hacer otras cosas; por eso, es preciso, casi con actitud milimétrica, conocer dónde y para qué se usa el dinero de las arcas públicas. Dejar las labores a medias, como práctica recurrente, difícilmente permitirá que se acabe alguna vez, sobre todo, con la celeridad que urge en este caso. Y no sería raro que, cuando se regrese, haya que rehacer el supuesto adelanto. Ejemplos al respecto tenemos muchos en Las Tunas; ojalá, el Duplicado del Registro Civil no se vuelva, definitivamente, uno más.
