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Las Tunas.- Fue siempre imposible ignorar su presencia en la Redacción de 26. Era nuestra pauta más allá de la página deportiva y el rostro del medio en los caminos del deporte, con ese béisbol que lo apasionó y supo difundir con todas las emociones de las gradas y sus protagonistas en el terreno. Juan Emilio Batista Cruz es una suerte de lucero eterno para la prensa en Las Tunas. El decano, el ejemplo, el consejero, el amigo de las manos tendidas y la palabra presta.

Se nos fue El Charro. Murió en España, junto a uno de sus amados hijos, pero su estela de conocimientos, la entrega infinita al periodismo local, nacional y como corresponsal de guerra en la República de Angola estarán en su Periódico, en la Casa de la Prensa y en muchos otros espacios como fuente y señal para las generaciones de colegas de hoy y mañana. Su corazón noble y solidario, comprometido, donó cuanta letra hermosa hizo en sus más de 50 años de pupila abierta y manos sobre cuartillas, máquinas de escribir o computadoras.

También por eso le damos las gracias al incansable investigador, quien nos regaló Apuntes sobre la historia de la prensa tunera, un libro que bajo el sello de la editorial Sanlope no dejará morir los momentos cumbres de la profesión en el terruño y los antecedentes que condicionaron la fundación de 26, con un poderoso grupo de corresponsales voluntarios, numerosas páginas y un desvelo perenne del que él formara parte.

Sacrificado, con el sueño de contar su génesis, mi amigo y colega fue limpiabotas, vendió bocaditos, tamales y trabajó, muy honradamente, para ayudar a su familia en los tiempos difíciles de la pseudorrepública. Existe ahí mucho de esa raíz de militante inclaudicable que lo convirtió en un ser de bien y de carácter, trabajador “a lo que sea”. Logró con ese empeño otra meta: publicar Crónicas y anécdotas sobre el béisbol (editorial Sanlope). Una de sus enormes alegrías en los últimos años.

Premiado muchas veces en su prolijo andar por el periodismo cubano, este colectivo,al que le entristece hondamente su partida, lo honrará sin reposo. El Charro sabe, mejor, sus lectores, su 26, sus peloteros, su terruño… todos saben que su obra y vida es tinta fértil, imborrable, inmortal.Para suerte colectiva, las memorias que salvan del olvido a los hombres luz están guardadas, primero, en la historia de este pueblo que lo respeta y llora agradecido y, luego, allí donde el ejercicio ético y la pasión profesional no tienen sombra, porque Juan Emilio nunca fue de lo oscuro.

Descansa en paz, maestro. Ahora el poeta puede decirte con ley lo que fue símbolo constante en tus líneas y conceptos morales… “la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”. Tus hermanos de esta Redacción, tus discípulos, nunca te olvidarán. Descansa en paz. Gracias por ser siempre de este Periódico, por enseñarnos tanto y darnos la seña y pista de un periodista de altura y alma. Nunca podremos olvidarte. Eres huella de las huellas.

 

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