Grupo de estudiantes del séptimo grado de la Secundaria Básica Wenceslao Rivero

Las Tunas.- En el Día del Estudiante, este 17 de Noviembre, satisfizo compartir el ejemplo de una buena práctica educativa en la que los muchachos son protagonistas y la familia también cuenta. Y es que, en tiempos de redes sociales, diálogos truncos y comercios exagerados de todo calibre, da gusto hallar a docentes y alumnos imbricados en hacer el bien, hasta donde sea posible.

Eso vivió 26 con un grupo de estudiantes del séptimo grado de la secundaria básica Wenceslao Rivero. Los conocimos mientras llegaban, con flores en la mano hasta el círculo de abuelos activo en la calle Francisco Vega, casi esquina a Cucalambé. Y fueron ellos, con todo el ardor de la adolescencia, quienes contaron del Proyecto Cadena de Favores, de cómo les ha ido mostrando aristas de la vida que les rondan y les ha hecho responsables de muchas sonrisas.

"La profesora guía del grupo, Yurima Vidal, ha sido la inspiradora de todo el proyecto porque vimos con ella la película Cadena de favores y nos invitó a hacer lo mismo. Se basa en hacerle el bien a alguien, a cualquier persona al pasar, o a alguna que conozcamos y sabemos que lo necesita, sin esperar nada a cambio, solo invitándolo a que haga lo mismo con otra; y así, abrir el camino de la ayuda entre todos como una cadena".

Y entonces, leguleyos como son a esas edades, si se sienten en confianza, rememoraron para nosotros el día en el que reunieron algo de alimentos para la vecina postrada, cuando le dejaron los 10.00 pesos que traían al señor que estaba tirado en la calle y hasta de la ropa que recolectaron entre las niñas para la amiguita enferma, muy enferma, que les regaló a cambio, esa sí, una amplia sonrisa.

La profe, acostumbrada al desafío mayúsculo de educar en esa compleja etapa de la vida, les escuchaba atenta y solo intervino para destacar la valía de los padres, quienes, asegura, apoyan cada una de estas iniciativas.

"Se ha ido sumando la familia y, a veces, suben fotos al grupo de WhatsApp con los ejemplos que también hacen porque ayudar al otro, sin esperar nada, es gratificante y muy necesario en estos tiempos, cuando la gente anda como dispersa en sus propios problemas".

Da gusto escuchar voces así, conscientes de que no alcanzan lo curricular para intercambiar con los estudiantes de hoy, urgidos de buenas prácticas educativas y una paciencia descomunal a su alrededor para entender su tiempo, que es mejor que el nuestro, pero mucho más complejo.

Casi cuando la entrevista acaba saltó una estudiante y nos dijo: "¿Ustedes van a publicar esto? ¿Pero, de verdad entendieron que hacemos un favor, sin esperar nada? Porque nos ha pasado que cuando le damos algo a alguien buscan cómo devolverlo a nosotros mismos; o sea, nos quieren dar dinero, o un dulce, por ejemplo. Y no lo aceptamos para que la cadena siga, nosotros no ayudamos para recibir nada a cambio".

Y sí, lo entendimos; por supuesto que sí. Además, si alguna duda quedaba se nos escurrió cuando les vimos, pletóricos, repartir las flores a los abuelitos, contarles quiénes eran, desearles un día lindo. Y, mientras hacían fotos de lo que se volvió un suceso en toda la cuadra, susurraban entre sí; y, como al descuido, les escuchamos descubrir a la abuelita de algún compañero de la Primaria o a la vecina de la tía que, no sabían, ya andaba tan bien de la rodilla.

Conocerles nos recordó a José Martí y su idea del bien. "Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido... es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podría salir a flote: es preparar al hombre para la vida".

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