aleida best las tunas

Las Tunas.- Cuando uno conversa con Aleida Best Rivero es como abrir un libro lleno de historias vibrantes y significativas. La luz que emana de su sonrisa es el reflejo de una vida dedicada a la educación y a la lucha por la justicia social.

Con poco más de dos cuartos de un siglo vivido, ha recorrido el camino que comenzó en una infancia marcada por la humildad y el sacrificio, y que hoy la lleva a ser una respetada profesora titular en la Universidad de Las Tunas.

"Desde muy pequeña, la vida me enseñó a trabajar duro", dice con voz suave. "Siempre soñé con un futuro diferente". Su mirada se ilumina al recordar cómo, a pesar de las adversidades, la Revolución Cubana le abrió las puertas del conocimiento.

"Fue un cambio radical. La educación se convirtió en un derecho, no en un privilegio. Me sentí afortunada de ser parte de esa transformación".
La pasión por la enseñanza brota de su ser; no solo enseña Historia, sino que también cultiva en sus estudiantes un sentido de identidad y pertenencia.

"Siempre he creído que cada uno de nosotros debe contribuir al bienestar de los demás. José Martí decía que todo hombre tiene derecho a ser educado y que, en agradecimiento, debe educar a otros. Esa es mi misión".

Para ella la educación no es solo un trabajo, es una forma de vida. Cada clase que imparte representa un homenaje a aquellos que lucharon por un futuro mejor.

"He tenido el privilegio de ver a muchos estudiantes crecer y convertirse en profesionales comprometidos con su país. Eso es lo que más me llena, saber que mi trabajo impacta en sus vidas. No doy lo que me sobra; comparto lo que tengo porque eso es lo que nos hace humanos".

Aleida, también reflexiona sobre el legado de la Revolución. "Nadie puede negar que gracias a ella, muchas personas humildes hemos podido alcanzar dignidad. Ser doctora en Ciencias de la Educación y profesora titular es un logro que jamás habría imaginado sin el apoyo de este proceso".

Su gratitud hacia Fidel Castro y los ideales revolucionarios es palpable. Para ella, cada victoria personal es también una victoria colectiva.

"Mi vida es un tributo a quienes lucharon antes que yo", afirma con determinación, y no solo habla de su historia; vive cada día con la convicción de que su labor puede inspirar a otros a seguir adelante.

En el contexto del aniversario 50 de la Educación Superior en Cuba, Aleida compartió su narración, recordando sus humildes comienzos como doméstica desde los 8 años de edad y cómo, a pesar de esos inicios, logró convertirse en una profesional respetada y querida por sus estudiantes y colegas.

Para ella, se trata de compartir lo que se tiene en lugar de dar lo que sobra. Finalmente, hizo un llamado a la comunidad universitaria a luchar por salir adelante, reconociendo que el triunfo revolucionario ha sido fundamental para abrir oportunidades a aquellos que, como ella, provienen de contextos desfavorecidos.

Queda claro que es más que una profesora; es un símbolo de resistencia y esperanza. Su legado va más allá de las aulas; resuena en cada rincón de la comunidad. "La lucha continúa", dice con una sonrisa serena. "Y mientras haya vida, habrá razones para seguir trabajando por un futuro mejor".

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