Beijing, China.- La medicina tradicional china tiene mucho de hablar con el paciente, de conocer más allá del padecimiento declarado, de inquirir por su sueño, su dieta. Basta asistir a la consulta del doctor Jia Haizhong, una voz autorizada de ese campo aquí, para comprobarlo. Agujas en el cuerpo para mitigar los dolores, fármacos naturales y masajes curativos no son en realidad cuestiones desconocidas para los cubanos. Sin embargo, ¿cómo asumen estas prácticas terapéuticas los chinos contemporáneos?
“La medicina tradicional china, en primer lugar, se nutre del pensamiento filosófico del taoísmo, de que el cielo, la tierra y la humanidad son un conjunto. Si cualquier de estos tres elementos cambia se afectará la salud; y todos esos conjuntos no dejan desarrollarse”, explica Haizhong, quien ha atendido a figuras prominentes de la política local y es un rostro familiar en varios programas televisivos de CCTV, la principal cadena nacional.
Él es, asimismo, experto especial de la Administración Estatal de Alimentos y Medicamentos, integra varias mesas directivas de asociaciones médicas chinas y es profesor adjunto y tutor de posgrado de la Universidad de Medicina Tradicional China de Beijing; desde el 2016 estableció su Centro de Medicina Tradicional China Cifang.
“A diferencia de la occidental, añade el galeno, no necesariamente indica el mismo tratamiento para dos pacientes con similares síntomas aparentes, porque cada persona es única. Hay diferentes climas y costumbres de vida; así que también tiene que adecuarse según de dónde viene el enfermo y al momento del año.
“Su otro componente esencial son los cinco elementos del yin yang: tierra, agua, fuego, aire y vacío, que no significa que los tengamos literalmente en el cuerpo, sino que este puede comportarse con las características de esos elementos. Acudimos a ella, precisamente, para mantener la consonancia, la armonía entre seres humanos y naturaleza. Por eso, en nuestros tratamientos nos basamos en los recursos naturales que no solo son las plantas, igualmente los minerales y los animales; así como en el masaje terapéutico y la acupuntura”.
Hasta mediados del siglo XIX, comenta Haizhong, los chinos no necesitaban hacer distinción alguna en cuanto a qué medicina apelar para curarse. Tuvieron que hacerlo, acota, tras la imposición de los estilos traídos por ingleses y franceses después de las dos guerras del opio y luego con la penetración del resto de las potencias extranjeras a lo largo del siglo XX.
Hoy, expresa, esa huella aún es muy importante. De hecho, comenta, actualmente la porción de médicos occidentales y tradicionales chinos es de cinco a uno, a favor de los primeros; y si bien ambas se imparten en las universidades, la tradicional sigue en desventaja. “La occidental, opina, tiene la ventaja de su acceso y precios más bajos, pero está secuestrada por la búsqueda del beneficio económico”.
“La medicina, concluye, no debe buscar solo las ganancias sino también cuidar de la gente. Por eso, a partir de la fundación de la República de Popular China, el Gobierno siempre ha prestado mucha atención tanto al desarrollo de la medicina occidental como a la tradicional”.
En el futuro habrá de esperarse un énfasis mayor en preservar esa tradición ancestral, anticipa Haizhong, porque “en el informe de nuestro secretario general Xi Jinping al XX Congreso del Partido, este dijo que China debe promover el desarrollo de su medicina tradicional para así garantizar que todos nuestros compatriotas puedan tener acceso a una atención médica de calidad”.
