Las Tunas.- Toda una vida de trabajo dentro de la unidad empresarial de base (UEB) División Territorial de Comercialización de Combustibles (Cupet) Las Tunas hacen de Mercedes González Peña, ingeniera química, una mujer emprendedora en el camino del combustible y las tecnologías relacionadas con este importante sector de la sociedad.
Dentro de la comercializadora tiene un cúmulo de responsabilidades; todos la conocen por ser la tecnóloga encargada de velar por las operaciones, los balances, mantenimientos de operaciones... Un desafío constante que asumió desde hace muchos años y del cual nunca la han escuchado quejarse.
"Me desempeño aquí hace más de 20 años y cuando comencé no tenía las tecnologías que existen ahora, también entré por la parte de control físico de producto llevando inventarios, que ahora se hacen a través de programas de computación.
"El compromiso de trabajo de aquellos años era incomparable. Yo vivo en Yariguá, llegaba a las 6:00 de la mañana y antes del mediodía había realizado todos los cálculos de manera manual. Esa costumbre aún la tengo, por mucho que las tecnologías llegaron para mejorar la calidad en la labor, prefiero revisar las cuentas a lápiz, como se hacía en mis tiempos".
Mercedes está a pocos días de su jubilación y ya dejó preparado a su relevo. "Es un ingeniero muy bueno, hizo una herramienta de trabajo para hacer los cálculos de esta área de modo rápido y así ahorrar tiempo".
Con el paso de los años se fue superando en diferentes especialidades dentro de la unidad. Pasó por la parte de la calidad de la certificación, un trabajo muy engorroso, pero a la vez bonito, que le permitió acreditarse como auditora de todas las normas de control interno.
Cada meta impuesta no representa para ella un sacrificio, la satisfacción se ve en sus ojos cuando cuenta su historia, los años que han transcurrido. "Realmente yo amo este lugar y tengo un sentido de pertenencia muy grande, me voy a ir, pero de alguna manera me quedo. Estaré presente hasta que todo alcance su nivel, seguiré pagando mi sindicato, vendré incluso después de que me vaya".
Cupet tiene un valor incalculable en la vida de Mercedes, y ella siente que el pueblo lo debería ver igual. "Aquí se mueve todo el combustible de la provincia y realmente en estos tiempos de tanta escasez es que una aprende a valorar este lugar. No antes, cuando entraba medio millón de litros casi diario.
"Es ahora cuando resulta complejo llegar a los hospitales, los servicentros, las bodegas, incluso, a los centros de trabajo. Abastecer los puntos de venta de gas licuado es otra compleja tarea, satisfacer la demanda de la población no es fácil; es en esos momentos cuando resulta necesario darle la importancia que lleva al capital humano. Nuestros choferes a veces se deben quedar en otras provincias para poder estar aquí a la hora con los cilindros asignados, y eso hay que reconocerlo".
Su familia ha sido el motor que movió a esta "guajira" durante tantos años, y así habla de ella misma, "soy del campo y como la guajira de Las Tunas me conocen en todas las unidades de Cupet del país".
El cariño por este lugar trasciende generaciones. Cuenta que sus nietos también aspiran a trabajar allí, que en las vacaciones quieren irse con ella para la oficina, que su esposo es el bastón que le permitió desempeñar tantas funciones al mismo tiempo; sin él no sabe qué hubiera hecho para sacar adelante el trabajo y la familia.
Dice Mercedes que si no fuera por la diabetes la jubilación a ella no hubiera llegado nunca, porque su mayor deseo está en trabajar en ese lugar. "Pero ya hice mis proyectos para cuando esté en mi casa, tengo talleres de costura y bordado con niñas, una casa de estudio donde doy repasos de Química...".
El ocio a su vida no llegará, al menos mientras tenga fuerzas para hacer cosas buenas en su comunidad y alimentar su alma.
