Las Tunas.- Este martes 30, la ciudad capital celebra su santo patrono y el aniversario 229. Cerrará hoy en la noche, entre aires artísticos, la Jornada de la Cultura, que ha buscado remover esencias locales.
No por gusto, inspirados en motivos como el centenario del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, se acometen labores de embellecimiento y anuncian, como esperanza de tiempos mejores, algunas inversiones; quizás, entre las más valiosas figuren las labores en la parroquia San Jerónimo.
Todo eso, aunque nos alegra el alma, queda con tintes de deudas ante lo dura que resulta la cotidianidad por estos predios. Y es que la comarca y su gente, entrelazadas de la manera mística en la que solo se fusionan quienes se reconocen hasta el delirio, no viven ahora tiempos de esplendor.
Sin embargo, la ciudad es un museo vivo, un patrimonio que late en sus calles y en sus habitantes, lleno de historias, sudores y sueños; un lienzo en el que se mezclan las huellas del aborigen, el español, el africano y el criollo. Está ahí para nosotros, siempre es tiempo de mimarla un poco, desandar con soltura sus esquinas y arropar tanto espacio que atesora la esencia de lo que somos.
Una lata menos tirada en cualquier parte, una motorina menos campeando por su Bulevar, una decisión mejor pensada para reanimarla…; pequeños o grandes gestos, todos son válidos si de ella hablamos, si a ella queremos devolverle lo mucho que nos ha cobijado.
Sitios admirables tiene Las Tunas; gente buena, para hacerlos valer, también. Ya es hora de que nos hagamos cargo a fondo de lo que urge cambiar desde la raíz, porque la mayor belleza está en lo cotidiano, en “las pequeñas grandes cosas” como un parque lleno de niños, un letrero antiguo renovado o calles limpias que inviten a recorrerlas.
Esta ciudad anda de cumpleaños y al apagar las velitas, seguramente, pensará, más que en sus propias paredes, en desearnos un mañana más próspero. Así de mucho nos quiere y debemos, entonces, ser agradecidos.
