Canasta familiar Cienfuegos 1

Las Tunas.- Hace algunas horas, la comunidad internacional demostró su apoyo al pueblo de Cuba pidiendo el fin del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra nuestra Isla. El debate llevado a cabo en la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) fue, sin lugar a dudas, una muestra de solidaridad y reconocimiento a la injusticia del vecino del norte con la Mayor de las Antillas.

Este escenario pone a esta periodista a pensar, en medio del caos meteorológico que vive en estos momentos el país, en cuánto nos perjudica esta política hostil en materia de alimentación, siembra de cultivos; en el reto que representa para nuestros dirigentes proveer de alimentos a todo un pueblo.

En los campos tuneros la tierra muestra más grietas que cultivos, podríamos decir que tenemos las ganas para sacar adelante este importante sector; y es que Cuba se ha caracterizado por ser un país agrícola, cañero. Ahora nos quedan las ruinas en proceso de reconstrucción, más aún luego del paso de un huracán devastador.

En los mercados estatales, antes de Melissa podíamos encontrar repetidos el plátano, la yuca, el boniato... La variedad era poca. Se encarecen entonces productos básicos, la libreta de abastecimiento, herencia de otro tiempo, se revela cada vez más insuficiente.

Es entonces cuando deviene reto para las autoridades sacarnos adelante. Sus gestiones para algunos son insuficientes, para otros tantos son admirables. Proveer de alimentos diarios a un pueblo entero, con la falta de arroz -alimento básico y muy necesario en el plato de cada cubano-, cárnicos, granos, lácteos... es una batalla constante.

Salta a la luz también el compromiso de algunos de los que están directo en el surco, de quienes ordeñan las vacas. Los que están fuera de los campos dependen de sus cumplimientos, de entregar lo pactado, porque en los hospitales hay maternas con dietas rigurosas y en los hogares infantes que necesitan de esos productos para crecer.

Esta difícil situación, entendamos también, va más allá de los campos, las vaquerías, las industrias procesadoras de alimentos. No es un fenómeno aislado ni el simple resultado de ineficiencias internas. Es el punto crítico de una tormenta perfecta, donde confluyen décadas de limitaciones estructurales y, de manera determinante, el recrudecimiento integral del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos.

Las sanciones recrudecidas, hasta niveles de asfixia durante los últimos años, han cerrado prácticamente cualquier puerta para la financiación de alimentos, han encarecido y alargado las cadenas de suministro y han disuadido a proveedores internacionales por el riesgo de ser penalizados. Las autoridades y el pueblo son ejemplo fehaciente de la resiliencia de los cubanos, pero también de la efectividad de una política de máxima presión.

El reto para nuestras autoridades es titánico. La tarea de alimentar a un pueblo bajo estas condiciones se convierte en una gestión de crisis permanente. Superarla no depende solo de la voluntad interna de los cubanos, sino también de la eliminación total del principal obstáculo externo: el bloqueo.

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