Mariposa blanca

Las Tunas.- La Heroína de la Sierra y el Llano, la flor más autóctona de la Revolución Cubana, traía usualmente, una pucha de mariposa blanca entre sus cabellos, para lucir más bella de lo que ya era, por su olor y como agradecimiento a sus servicios durante las gestas independentistas.

La misma Celia Sánchez Manduley las usó, muchísimas veces, para trasladar de un sitio a otro importantes mensajes, escondidos entre sus pétalos. Y así burló, una y otra vez, los inquisidores ojos de quienes la perseguían por sus actividades revolucionarias.
Especialmente por esa presencia en la historia Patria, la mariposa blanca fue declarada como la más cubana de todas las flores, el 13 de octubre de 1936, hace ya 85 años, a pesar de no ser oriunda de nuestro país. Desde entonces nos representa en el Jardín de la Paz, ubicado en Argentina.
Testimonios de esa época señalan que fue difícil determinar cuál sería la Flor Nacional. Varios científicos y personalidades -entre ellos Don Fernando Ortiz y el naturalista Juan Tomás Roig- analizaron todas las propuestas y coincidieron en que las de mayores posibilidades eran el Galán de Noche, el Lirio de San Juan, el Jacinto de Agua y la Mariposa Blanca.
Tras varios debates se definió la ganadora y desde entonces su simbolismo y su encanto crecieron entre los cubanos. Hoy se siembra en muchos jardines de viviendas, escuelas y colectivos laborales, en los que se atiende con cuidados, porque tenerlas es un regalo valioso de la naturaleza.
En el Jardín Botánico de Las Tunas se trabaja en la protección y conservación de la Flor Nacional y de dos de sus parientes, de colores rosado y amarillo. Según Yankon Labrada Capote, especialista del centro, se atienden todas las plantas; pero esta tiene un valor especial.
Agregó que se mejora el suelo del lugar en el que se plantarán, mediante la aplicación de un sustrato con materia orgánica que garantiza su desarrollo, y se priorizan las jardinerías para embellecer el entorno y que sean apreciadas por todos los visitantes.
La mariposa blanca nació en las regiones montañosas de la India y Nepal y no se ha establecido cómo llegó al territorio cubano; pero hoy está presente en todos los rincones del país, donde su belleza la hace única y tan nuestra como el tocororo y la palma real.
Su color representa los ideales independentistas de los cubanos, y la disposición de las flores, juntas en una espiga, es muestra de unidad. Por el olor y la delicadeza de sus pétalos es la preferida de una buena cantidad de mujeres, quienes la lucen, orgullosas, en la cabeza, el pecho y las manos.

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