Juan William Pérez Marrero
Las Tunas.- A Juan William Pérez Marrero los días se le van, uno tras otro, con la rapidez del reloj; pero con la premisa de los inconformes, pues siempre tiene algo que hacer en su finca y prefiere descansar poco para que todo sea como ha planificado.

Es usufructuario de tierras ociosas, como muchos residentes en la provincia de Las Tunas, y al igual que otros campesinos trabaja de sol a sol, desafiando las carencias, el clima, las plagas y a cuanto obstáculo se interponga en su empeño de producir alimentos.

No obstante, se distingue de los demás por la fuerza de su mirada, esa que -sin palabras- habla de esfuerzos de todo tipo, de horarios corridos por las urgencias del momento, de pasión desbordante entre tanto verde y de la firmeza ante la palabra empeñada de que todo lo que allí nazca se entregará al Estado.

“Fui de los primeros en recibir tierras y ya hace dos años crecí hasta completar las 36 hectáreas. Tuve la suerte de que opté por una máquina de riego y me la dieron, porque estos son buenos suelos y ya desde antes tenía algunos resultados productivos favorables.

“La parte bajo regadío es de 20 hectáreas, en su mayoría de plátano, unos en fomento y otros en producción. También tengo guineo, plátano fruta y burro. Y para no perder ni un pedacito, aprovecho los realengos para sembrar boniato, yuca y guayaba.

“A veces hay algunos inconvenientes con la disponibilidad de las maquinarias para preparar el suelo; sin embargo, sé que la mayor parte del éxito puede llegar con mi gestión y la de mi familia, que trabaja para hacer realidad nuestros proyectos y aspiraciones.

“Gracias a ellos me mantengo firme a pesar de las dificultades y busco alternativas para que nada falle. En esta región apenas llueve, pero tengo tres pozos y he podido garantizar el agua para no perder las cosechas. Si no hay fertilizantes químicos, usamos productos biológicos, especialmente humus de lombriz. Aquí no paramos de buscar soluciones”.

Esa es la actitud necesaria durante estos tiempos, dirán muchos. Y a él lo alegra sobremanera, pues con gran dedicación ha logrado transformar el futuro de la granja Gayol, en la unidad empresarial de base Antonio Guiteras, del municipio de Puerto Padre. Y lo mejor, él sigue dispuesto.

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