recuperacion pinar fotoguerrilleroFoto: Periódico Guerrillero.
Las Tunas.- Los embates del huracán Ian devastaron todo a su paso, los testigos en esta ocasión fueron los habitantes de la más occidental de las provincias cubanas, Pinar del Río, y es que Ian se empeñó en dejar su huella, y en poner a prueba la solidaridad que caracteriza a los cubanos.

Hasta el occidente del país partió el 30 de septiembre el contingente Vicente García de la Empresa Eléctrica del territorio, este grupo de  hombres valientes fue capaz, en un período de alrededor de 50 días, de restablecer 208,2 kilómetros de redes eléctricas, 349 circuitos secundarios con sus respectivos bancos de transformadores, y cambiar más de 234 postes, logrando restablecer el servicio a más de 10 mil 604 consumidores.

Todas estas hazañas fueron llevadas a cabo en Sumidero, Pons, Cabeza, Pica Pica, Caliente, Las Vírgenes, La Güira, por solo mencionar algunas de las comunidades en las que se encontraron laborando durante todo este período.

Carlos arias Sorbino foto ChimenoCarlos Arias Sobrino.Carlos Rafael Arias Sobrino, director de la Empresa Eléctrica en Las Tunas, fue el líder de estos hombres de la tierra del León de Santa Rita, quienes llevaron como uno de sus primeros objetivos regresar bien todos, y esta premisa se debe a que no solo se desempeñaron en Pinar del Río, sino también en la recuperación de los circuitos en los municipios del Cerro y Plaza de la Revolución en la capital del país.

Quemado por el sol, pero con una gran satisfacción Arias Sobrino explica que: “Allí estuvimos expuestos a largas jornadas de trabajo, líneas que estaban muy afectadas, desgastadas, en lugares con una geografía muy diferente a la de nosotros, porque es una zona montañosa lo que hace que los riesgos sean mayores.

También se suma a todo esto el deseo de recuperar las redes lo antes posible, son un conjunto de cuestiones que hacen mayores los peligros y nos obligan a tomar todas las medidas.

“Este fue un huracán atípico, pasó por el país en medio de un contexto económico difícil, tanto para los que estuvimos en las actividades de recuperación como para los familiares. Eso, sin lugar a dudas, se refleja en cada una de las funciones que desempeñamos, tanto en lo empresarial como en lo familiar y nos hizo un poco más complejas las acciones que tuvimos que enfrentar. Cada uno de nosotros hará su propia historia en su seno familiar, pero desde mi posición puedo asegurar que fue muy duro todo lo que vimos al llegar a estos lugares”.

En medio de emociones y con la satisfacción de estar todos en casa, él recuerda que el simple hecho de haber regresado todos con vida y bien de salud es ya una victoria, porque allí, en medio del cumplimiento del deber, tristemente perdieron la vida tres colegas.

“Y aunque algunos de los compañeros perdieron familiares y vinieron, sintieron la necesidad de retornar con la tropa, de este mismo modo valoramos a los que aun enfermos no se amilanaron y salieron de la cama para apoyar. Resulta imprescindible recordar que ninguno, ni siquiera con sus hijos enfermos aquí, pidió nunca regresar, siempre exigieron culminar la tarea y entregarles luz y vida a esas personas que tanto lo necesitaban”, añadió.

En esta travesía contaron todos, los choferes, los linieros que son claves fundamentales en esta tarea, los directivos presentes, los ingenieros, los técnicos, nos referimos a una labor de salvamento, porque sus historias cuentan lo que vieron y vivieron allí.

ALGUNOS NOMBRES PARA ESTA HISTORIA

A sus 40 años de edad es la tercera ocasión en la que Yosbel Mildestein Romero se aleja de su familia, él es ingeniero y el especialista principal del grupo energético de la Empresa Eléctrica Las Tunas, y aunque su primera experiencia fue en el municipio de Baracoa y la segunda en Ciego de Ávila, considera que esta vez Pinar del Río lo marcará para siempre.Yosvel Mildestein foto ChimenoYosvel Mildestein Romero.

“Ya hemos acumulado experiencia en todo esto, por eso cada vez que acudo a alguna de estas labores de recuperación llevo preparadas mis herramientas, las tablas para el control diario del consumo, los tiques para el registro y para poder informar de manera certera a la oficina la cantidad de combustible que se consume, la asistencia de cada carro…”.

Su función en el “Vicente García” era llevar el control de los portadores energéticos, en este caso el consumo de combustible garantizando que cada uno de los equipos -las grúas, los carros- tuviera lo necesario sin derrochar. En sí, debía llevar el control de las tarjetas magnéticas y revisar el llenado correcto de las hojas de ruta de estos equipos con el objetivo de luego analizar el funcionamiento según el índice de consumo con el que se estuvo trabajando.

“Aquí sucede algo, explica Yosbel, y es que al encontrarnos en terrenos montañosos el índice de consumo se modificaba con respecto a nuestra provincia que se encuentra en un terreno llano. Ya con el análisis de estos comportamientos se determinaba dentro de los rangos permisibles, el cual era de un cinco por ciento para la desviación del índice de consumo”.

Para él, estas labores fueron todo un desafío, porque sumadas a las horas de trabajo tenían las horas de recorrido de un lugar a otro. “Nosotros fuimos enviados para el territorio de Santa Lucía, para llegar allí teníamos que hacer un recorrido un poco extenso en el que atravesábamos Viñales, Minas de Matahambre y luego es que se encontraba esta localidad.

“Ya en el lugar nos ubicaban en diferentes locaciones, lo que nos permitió abarcar un gran número de sitios e incluso llegamos a estar más cerca del municipio cabecera. Al llegar nos encontramos con un escenario triste, los postes en el medio de la carretera, el tendido eléctrico cruzaba de una calle a la otra y se encontraba bien deteriorado. Se veían las afectaciones tras el paso del huracán, incluso, había postes partidos y todo eso lo tuvimos que reponer nosotros”.

Con la mirada fija recordaba todo lo vivido, no era fácil ver ese paraje, a la gente, asegura como quien vivió aquella experiencia y siente el apoyo de los otros contingentes que también se encontraban “reviviendo” el lugar.

Un dato importante que añade el ingeniero es que el combustible que usaban en las recuperaciones era el mismo que estaba planificado para la provincia. Es decir, desde la Unión Eléctrica en La Habana realizaba una asignación según el plan de la provincia, y al ser los mismos carros los que se encontraban allá, se dividió el combustible para los vehículos que laboraban en esta tierra oriental y para los que formaban parte del contingente en suelo pinareño.

“Saber distribuirlo no fue tan complejo porque todo estaba dado por la cantidad de trabajo, aquí se garantizaba la guardia eléctrica en la provincia, y allá se garantizaba la recuperación del sistema eléctrico. Esto también dependía de la disponibilidad que tenía el país.

“La mayor complejidad en este sentido la tuvimos a la hora de cargar las tarjetas, pues al no haber corriente en Minas y estar muy malas las comunicaciones, no había sistema y tuvimos que recorrer 70 kilómetros hasta el mismo Pinar del Río, para garantizar que los carros contaran con el combustible. Nosotros no podíamos detenernos por nada, un carro parado significaba un atraso enorme”.

Evangelio Espinosa foto ChimenoEvangelio Espinosa Echavarría.Evangelio Espinosa Hechavarría, liniero de la brigada, y que a la vez se desempeñó como chofer, es consciente de lo que hay que hacer cuando la nación te necesita.
“Hicimos muchos sacrificios, pero en todo momento nos mantuvimos unidos y siempre nos apoyamos entre nosotros mismos. Nos convencimos de que estábamos allí para resolverle un problema a esta hermana provincia y buscábamos las formas de darle luz.

“Cumplimos nuestra tarea que era lo más importante, y cada minuto llevamos a nuestro comandante en el corazón, porque fue él quien nos enseñó a ser solidarios y el primero en convocarnos para una misión de este tipo”.

Evelio fue uno de los tantos hombres reconocidos por la empresa, y su mayor orgullo estuvo al recibir el reconocimiento de manos de su hija, ella es una de las motivaciones que tuvo. Como padre siente la necesidad de demostrar fortaleza, pero hay instantes en los que el corazón se ablanda.

“Siempre antes de partir se sostiene una conversación con la familia -ya esta es su séptima vez- y ellos entienden que es una necesidad inminente. Hay que convencerlos de que nos vamos a cuidar, porque en estas situaciones lo primero es preservar la vida del hombre, y más nosotros, que trabajamos directamente con cables caídos por los que a veces todavía pasa corriente; pero nada de esto importa cuando sabemos que vamos a volver con la satisfacción del deber cumplido”.

“Allí me sentía bien -dice Julio Berdut Tamayo, liniero especializado, quien trabaja en servicios comerciales en la provincia-, aunque tuve que dejar a mi familia sola en medio de una situación crítica, pero había que dar el paso al frente, nos necesitaban en ese territorio y había que apoyarse como familia.Julio Berdut Tamayo foto ChimenoJulio Berdut Tamayo.

“Trabajamos en lugares de difícil acceso a los que teníamos que entrar por medio de pasillos, llegamos hasta escuelas, paramos muchos postes a mano, a veces los pobladores nos preguntaban si éramos grúas o robots, a esto hay que sumarle que el terreno no nos acompañaba”.

La lluvia también hizo de las suyas y los alejó un poco del triunfo esperado, fueron alrededor de 50 días de mucho trabajo, pocas horas de sueño y la única meta de restablecer el sistema energético; pero son esas dificultades las que los hicieron fuertes.

“A Ian le llamaremos el huracán del sacrifico, apuntó el líder del contingente, la compasión, el compromiso y la voluntad de todos los contingentes, pero el de Las Tunas, sobre todo, repartió amor y cumplió con su responsabilidad”.

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