contaminacion acustica ruido ambiental

Las Tunas.- La música alta desde las 3:00 pm comienza a agujerearme la cabeza. Doy vueltas en la cama, me escondo debajo de la almohada, maldigo… Chocolate me advierte, sin piedad y con todos los decibeles posibles que “anda deprimido”, me pregunto qué es lo que le pasa a su hermana. Me molesto otra vez y reparo que son más de las 2:00 am.

En la mañana intento ganarme la vida y le planto ganas a una hoja en blanco. La pelota de los niños azuza al perro de abajo, los dueños de los cláxones quieren hacerlos sentir, todos a la vez. Descubro que por estos tiempos la gente se habla a puro pulmón. Yo misma me rememoro en mi habitual: “¡Eduardooooo!”. Hago esfuerzos por concentrarme, pero qué va.

La música ajena me ataca otra vez. La modificación de unas bocinas en las ruedas de una motorina provoca comentarios en mis vecinos, yo me quedo casi sorda. El reguetón estrepitoso sigue “marcando” mi calle, afortunadamente el dueño del cacharro decide “aderezar otro barrio”. Me pregunto cómo se puede aguantar tamaña descarga constante.

A mediodía estoy muerta de sueño, no he escrito ni tres líneas y me digo que la próxima vez llamo a la Policía, que no puede conjugar tanto ruido en un solo cerebro. Entonces caigo en la cuenta de que es diciembre, que muchísimas personas no tienen un horario laboral estricto, o ninguno, que el ruido es una plaga que nos va devorando mientras se carga al respeto, a la consideración y la civilidad que deberían, como muchas cosas, ir en aumento, pero no lo hacen.

No es extrema delicadeza como algunos dicen, el ruido es un problema ambiental que afecta la salud y la calidad de vida de las personas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) puede causar problemas de sueño, efectos cardiovasculares, poco rendimiento en la escuela y el trabajo, daños en la audición, entre otros.

En Cuba, la contaminación acústica ha aumentado progresivamente en las últimas décadas debido a factores como la obsolescencia tecnológica, el tráfico, las actividades comerciales, las fiestas y la indisciplina social. Aunque existe una normativa legal que regula los niveles máximos de ruido permitidos en diferentes zonas y categorías, su aplicación y cumplimiento es deficiente y poco efectiva.

Algunos estudios realizados en el país han revelado que los niveles de ruido en la capital y otras ciudades exceden los límites establecidos por la norma sanitaria, lo que implica un problema de salud. Por ejemplo, un estudio del 2006 en La Habana mostró que el 40 por ciento de los puntos de medición superaban los 65 decibeles (dB) durante el día y el 30 por ciento durante la noche. Otro estudio del 2017, en Santiago de Cuba, indicó que el nivel de ruido promedio era de 70, muy por encima de los 55 recomendados por la OMS.

Promover la educación y la sensibilización sobre los efectos nocivos del ruido y los beneficios de un ambiente sonoro adecuado, mediante campañas de comunicación, talleres, charlas y folletos es un tema por el que muchos especialistas se inclinan en los tiempos actuales, pero la misma vorágine de la sociedad sigue minimizando el problema.

Sería fructífero, además, mejorar la planificación urbana y el diseño de los espacios públicos para reducir la exposición al ruido. Se trata de proteger la tranquilidad, de velar por que se cumpla algo tan indispensable como el descanso, cuestión que en fin de año y en algunos repartos es un lujo.

En este panorama es imprescindible aplicar con rigor las leyes y las sanciones existentes, garantizar el cumplimiento de los niveles máximos de ruido permitidos y el respeto al derecho, a la tranquilidad de los vecinos. Niveles altos de inmisión sonora pueden provocar trastornos en la salud mental como cefaleas (dolor de cabeza), inestabilidad emocional, irritabilidad, agresividad, síntomas de ansiedad.

La contaminación acústica es un problema que requiere de una solución urgente y coordinada de todos los sectores. Un ambiente sonoro saludable y agradable es garantía de una sociedad equilibraba, y por si faltan más argumentos, también es un derecho.

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