cola cuba

Las Tunas.- Siento muchas veces que algún mortal bien conocedor de la mitología griega imita a Pandora y hace lo que ella, abrir su caja. Entonces, vienen al ruedo cuanta calamidad humana existe y cualquier sitio público hace galas de violencia verbal o física. Las llamadas indisciplinas sociales ganan el escenario y las colas, esas interminables colas de todos los días, con un tin de imaginación y basado en hechos reales, semejan películas del oeste o recuerdan a Un pez llamado Wanda, esa espectacular comedia de los años 80 con su guion repleto de enredos.

Ciertamente no creo que se hayan borrado de nuestro subconsciente los efectos emocionales y psicológicos que nos causó la noticia de que el coronavirus estaba en Cuba, junto a los dos durísimos años vividos después con la pandemia. Tampoco considero que vencer la covid-19 y respirar con la determinación de que estamos en una fase de endemia y vacunados cambia nada.

Seguimos vulnerables, aumentan los casos de la enfermedad, hay muertes y se agregan tensiones como el dengue y los vaivenes de la economía, la escasez, los atropellantes apagones y la desmesurada alza de los precios, tal como si de hoy para mañana el mismo paquetico de frijoles sufriera insomnio y decidiera cobrarnos su mala noche.

No es un chiste. Por diferentes vías los lectores me hacen llegar sus estados de opinión sobre lo difícil que es resolver el crucigrama cotidiano, ya sea personal o social. Y ahí están las trifulcas de palabras y hasta puños que se forman en las filas de espera en las farmacias, las bodegas, las panaderías, los mercados ideales, los comercios en moneda libremente convertible (MLC) y los que venden los llamados módulos, un tema de temas por sus partes blandas desde la distribución hasta la organización de las ventas.

Muy complicado sí, el día a día. Sin embargo, nada justifica el desorden, la agresión, el irrepesto y esa imagen de "lobos del lobo" con la cual parece que nos sentimos cómodos y de la que todos somos cómplices de una manera u otra. El silencio nos convierte en cómplices. No combatir lo mal hecho y apuntar desde la acera de enfrente, también.

Las limitaciones de cualquier tipo y los azares que tengamos que enfrentar, incluso por culpa de terceros, no dan derecho a nadie a traspasar los límites de la cordura y la decencia. Hay que utilizar el diálogo, aun desde sentires, conceptos y apreciaciones diferentes.

Eso de ver la paja en el ojo ajeno y no en el propio, ahora con mayor sensibilidad y sentido común, debería borrarse del entorno y servir de pauta para la autocrítica y la reflexión individual y colectiva, para reconocer que nos equivocamos, que cada hecho y comportamiento puede ser mejor y que todos, desde el más alto cargo en cualquier sitio hasta aquel que cuida los establos, puede actuar, decidir, trabajar, ayudar y ser un mejor ciudadano, dador de virtud, no de ese "pandorismo" que divide y lastima.

Las crisis generan otras. Mas yo, aferrada al mejoramiento humano, creo que somos más quienes apostamos por el bien que por el mal. Evidencias existen, igualmente testimonios. Los abuelos nos enseñaron a compartir lo poco y mucho. Pusieron siempre la humildad y el decoro por encima de las vanidades. Nosotros, como generación, deberíamos defender esa herencia bendita, cuidarla, protegerla, revolucionar verdaderamente la idea y no justificar, aceptar, conformarse... con la otra de que la necesidad gesta ladrones. ¿Acaso ellos no estaban marcados por el mal de la miseria? ¿Eran ladrones?

Duele a muchos e irrita -cabe cualquier sustantivo- ver cómo personas mayores, adultos en general, asumen conductas al estilo de la caja de Pandora y numerosos ojos y bocas simulen ser ciegos y sordos en derredor. Esa tolerancia social es peligrosa. No creo que lo más inteligente sea llenar los espacios públicos, como hábito y ley, de agentes del orden. Instrucción tenemos para discernir y conocer deberes y derechos.

Quizás lo hermoso sea que tendamos puentes y no hagamos de las carencias un camino hacia la violencia y nos demonice ese día que, en los últimos tiempos, sabemos generador de estrés y de diversos contratiempos. Saquemos el amor y la virtud, amemos. El "pandorismo" no puede subsistir. Yo lo condeno. 

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