obesidad infantil

Las Tunas.- Diego es un niño de 8 años de edad al que no le gusta correr; prefiere los videojuegos, el teléfono celular y la computadora. Su abuela aplaude estos hábitos porque está tranquilo en casa y ella puede adelantar los quehaceres. La mamá del pequeño vive fuera del país y solo son ellos dos para hacerle frente a los impulsos de la niñez de Diego, desde su ciatalgia y su artrosis generalizada.

A la par, lo complace con ricos postres, sobre todo, a base de pasteles de hoja y ponquecitos. Los vecinos más cercanos le advirtieron que el nieto está obeso, pero ella tampoco le hace mucho caso al tema, asegura que “cuando llegue a la adolescencia se pone flaco como una vara, mejor que esté alimentado y hermoso”.

Hace unas semanas el pequeño comenzó a sentirse muy cansado y con dolor en las rodillas, a tal punto de no querer caminar. Su abuela lo llevó enseguida al hospital. Allí descubrió que su nieto debutaba con hipertensión arterial y la prescripción fue clara: “Tiene que bajar de peso”.

Por primera vez, Diego experimenta un estricto plan de juego al aire libre. Cuenta su abuela que ahora lo nota hasta más contento.

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La obesidad infantil es un problema de Salud Pública que afecta a millones de niños y adolescentes en todo el mundo. Se define como el exceso de grasa corporal y puede tener efectos negativos en la salud y el bienestar de los menores. Según la Organización Mundial de la Salud, un niño se considera obeso cuando su índice de masa corporal (IMC) supera el percentil 95 para su edad y sexo.

En Cuba, el fenómeno ha aumentado progresivamente en las últimas décadas, alcanza una prevalencia de casi el 20 por ciento en menores de 15 años, según la Encuesta Nacional de Salud Cuba 2020. Esta progresión se debe a una combinación de factores genéticos y ambientales, y a la zaga de la pandemia de la covid-19 se hizo más fuerte.

El consumo excesivo de alimentos hipercalóricos, ricos en azúcares, grasas y sal, y pobres en fibra, vitaminas y minerales conllevan a la obesidad. Las propias rutinas del cubano se prestan para estos fines: cuatro mantecaditos diarios para la merienda de los niños que van a la escuela o dos panes, pizza, salchichas y plátanos fritos, en casa refuerzo con panes, dulces, el hábito de no comer si los pequeños no ven en el plato algo frito.

Causas de obesidad infantil

A la par, también ataca el sedentarismo, o más sencillo: la falta de actividad física regular y el aumento del tiempo dedicado a actividades pasivas, como ver televisión, recrearse con videojuegos o usar dispositivos electrónicos, costumbres que reducen el gasto energético y favorecen el almacenamiento de grasa en el organismo.

En el caso de Diego, lo más preocupante no son “rollitos” o que casi no le sirva la ropa, la obesidad infantil tiene graves consecuencias para la salud y el desarrollo de los niños, tanto a corto como a largo plazos. Con el aumento de los quilos va también el riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes mellitus tipo 2, la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares, el hígado graso, el asma, el cáncer y la apnea del sueño.

En la misma medida que afecta la anatomía, este fenómeno incide en el deterioro de la salud mental y emocional, debido al estigma, la discriminación, el acoso, la baja autoestima, la depresión y la ansiedad que pueden sufrir los niños obesos.

Algunos expertos advierten que también trae aparejado, en muchos casos, un impacto negativo en el rendimiento académico, en la socialización, la creatividad y la calidad de vida, que pueden ver limitadas sus capacidades, oportunidades y aspiraciones.

Prevencion de la obesidad infantil

Ante este panorama, es necesario implementar medidas de prevención y control de la obesidad infantil que involucren a todos los actores sociales, con las miras sobre la familia, espacio donde nace este hecho, la mayoría de las veces por desconocimiento.

Fomentar el consumo de alimentos naturales, variados y equilibrados, aun en las condiciones de estrechez económica que la mayoría afrontamos, es esencial para el crecimiento y el desarrollo de los niños. Más que de dinero se trata de hábitos, cambiar harina por frutas, azúcar por verduras.

De igual manera, se impone evitar el consumo de alimentos procesados, envasados, fritos, dulces, salados o con aditivos químicos, que pueden ser perjudiciales para la salud de los infantes. Claro que se pueden consumir, pero de forma ocasional y moderada, y no como parte de la dieta habitual.

enfrentar la obesidad infantil

Más importante aún es estimular la actividad física regular, adaptada a la edad y las condiciones de salud de cada pequeño. Se recomienda que realicen al menos 60 minutos de actividad física moderada a vigorosa al día, que incluya ejercicios aeróbicos, de fuerza y de flexibilidad.

Se requiere también reducir el tiempo dedicado a actividades sedentarias, como ver televisión, jugar videojuegos o usar dispositivos electrónicos. Se sugiere que no pasen más de dos horas al día frente a una pantalla, y que se les ofrezcan alternativas de ocio activo, como jugar al aire libre, practicar deportes, bailar, leer o hacer manualidades.

La obesidad infantil en Cuba es un problema en aumento que requiere de una respuesta urgente y coordinada de todos los sectores de la sociedad. Solo así se podrá garantizar el derecho de los niños a una salud y un desarrollo óptimos, abrevadero de donde se nutrirá el futuro de todos.

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