Ciudad Las Tunas 3

Las Tunas.- Los dos bulevares ubicados en esta ciudad son, quizás, las vías que más se transitan en el municipio. Y cuando decimos transitan, nos referimos a transeúntes a pie, sin bicicletas de la mano o montados en ellas, nada de motos o motorinas… Sin embargo, esas ruedas ya forman parte del paisaje cotidiano del área.

¿Quién debe velar por que tal situación no ocurra? Los agentes de Seguridad y Protección que meses atrás tuvieron la tarea de cuidar la zona, los que fueron muy maltratados y ya no están, es decir, no hay custodios allí; los trabajadores de Servicios Comunales encargados de la limpieza y los mismos ciudadanos, muchos de los cuales no tienen conciencia de que una obra de este tipo además de engalanar la localidad, le da vida a su pueblo.

La culpa se reparte entre muchos, contando a quien debe garantizar la debida señalética que indique el paso prohibido de vehículos por ese perímetro. También a quien da rienda suelta para que los carros que abastecen las tiendas pasen por alguno de sus recodos a dejar su mercancía.

Asimismo, la gente anda como Juan por su casa en las motorinas, y nada les pone freno; entran y salen, se quedan horas, y no existe un encargado de llamarles la atención. Ya se volvió asunto “normal”, nadie se esconde, y lo más “bonito” es la bajísima percepción de que se está haciendo algo incorrecto.

A los bulevares deberíamos verlos como sagrados, porque no permitimos que nadie pase un carro por el centro de nuestra casa. Tanto desajuste ha contribuido a la rotura del piso y de otros elementos que le daban confort y belleza. Por si no bastara, alguien necesitó el fondo de cestos de basura ubicados por esos lares…

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Hablamos de un espacio hecho para animar la localidad, de ahí que se privilegie la estancia de un sinfín de servicios y negocios estatales y privados. Pero ese personal no siempre cumple con las normas básicas de salvaguarda, cuando por ellos debería empezar toda “cortesía”, pues mientras más agradable esté el sitio, más público se sentirá gustoso de desandar por allí.

“Con el conglomerado de instituciones y trabajadores no estatales presentes debería organizarse un reglamento muy puntual (más allá de las reglas urbanísticas) que indique el objeto social de los bulevares y las especificaciones del comportamiento de las partes”, así nos comentaba días atrás Víctor Pablo Pérez Acosta, director de la Empresa Filial de Seguridad y Protección Centro Las Tunas, quien mantuvo a su personal laborando en la zona durante un largo tiempo.

“Lo que sucede hoy es un fenómero muy desagradable. Falta la adecuada convivencia y mucha disciplina. Para cambiar el panorama será necesario el apoyo de inspectores, la Policía, pero sobre todo, de la población”, concluyó.

Por otro lado, hasta este punto citadino deberían llegar las instituciones culturales a fomentar actividades para diversos públicos, especialmente con jóvenes; eso sí, siempre desde el respeto al lugar.

Muchas preguntas nos asaltan en esta mirada y expresión de cuánta “salud” tiene el civismo aquí, pero hay una que roba protagonismo y exhorta a pasar del lamento a la acción: entonces, ¿qué vamos a hacer por los bulevares, por verlos como lo que deben ser: oasis de nuevo tiempo?

 

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