RoxanaLas Tunas.- Desde el martes 28 de abril, Roxana “se robó el show” en el chat de nuestro grupo 2, los alumnos de Vargas, el profe que, cuando terminaba el pase de lista, nos hacía repetir muy alto: “Ser bueno da gusto, y lo hace a uno fuerte y feliz”. Desde el martes 28 de abril hasta el lunes 11 de mayo, otros 29 la acompañamos, vía Internet, cuando la guardia estuvo tranquila y la mandamos a descansar en los días destinados a eso. Durante 14 fechas, a nadie le enviamos más "cuídate" que a ella.

Roxana Rodríguez no deja de ser la número 25 de mi aula del "pre". Pero hoy Roxana es también una doctora a quien todos hemos escuchado hablar con el respeto que se ha luchado quemándose las pestañas y pensando en cada paciente como en un familiar.

Roxana3Nuestra 25 nos enorgullece y  preocupa, pues estuvo en la Unidad de Cuidados Intensivos y Emergentes (UCIE) del hospital Guevara atendiendo a sospechosos de la Covid-19. Roxana ofrece seguridad a quienes tenemos en Las Tunas a los seres queridos, porque la sabemos tan responsable en el trabajo como divertida en nuestros reencuentros, y la imaginamos desvelada con sus casos como en el "pre", cuando había un problema de Física difícil de resolver.

Cumplió siete guardias ahí dentro. Siete veces trabajó por 24 horas e intentó descansar las siguientes 24. Después de la tercera, envió al chat una foto que mereció caritas tristes o asombradas como reacciones; una que ni se nos ocurriría compartir, por ese carácter que siempre nos hizo respetar a la 25. No le vi esas ojeras antes de las primeras pruebas finales en décimo, ni cuando estudiaba para alcanzar Medicina en 12 grado. No le vi esas ojeras al día siguiente de un viaje sin sueño, de una larga fiesta o de una madrugada de cuentos y maldades de beca.

Roxana2Tendrá tiempo de desaparecerlas, en el aislamiento, para donde salió el pasado lunes como mujer nueva, como nueva doctora. La orden es descansar 14 días enteros. Y no me la imagino cumpliendo esa misión. Pero cumplirá. Como hace siempre. En el chat nos contó que la última guardia estuvo tranquila, para cerrar “días duros, porque se veía gran cantidad de pacientes y hubo noches en que llegaban varios graves”. Y yo imagino su desvelo para salvarlos a todos. Otras veces he sabido de otros desvelos suyos, por pacientes, por familiares.

 Lo que ellos no saben es que Roxana no iba a ser clínica. En la Universidad, pensó en la Neurocirugía hasta que una rotación y una profesora le cambiaron el rumbo. Así dice ella y responsabiliza a la doctora Isora (y aquí Alenna, la 18 de mi grupo, apunta: “Zoilita, no dejes de mencionarla, que es maravillosa”. Y yo además recuerdo cuando enfermó Orlandito, el 13, y todos citaban con certeza diagnósticos y solución dados por esa especialista que inspiró a mi amiga). Difícil es ese camino. La profe Isora no la engañó, y en su experiencia aún corta lo ha comprobado; “pero volvería a elegirlo”, sentencia la alumna destacada, y reconoce que la “locura” de la UCIE no resultó lo único complicado. Hay cuestiones que no se predecían en clases ni practicó cuando aquella rotación.

Para la hija de Isabel: “Pasar el Día de las Madres acá, le zumba...”. Pero “¡deber cumplido!” pone por todas las vías, y habla en plural, pues de estas fechas, además de no haber recibido ningún confirmado de Covid-19 en su sala, lo mejor fueron las amistades y la empatía entre quienes ni se conocían, o apenas se habían cruzado alguna vez. Esos mismos que se ataban la bata a la espalda mutuamente, que “se batían” juntos para sacar a un paciente del peligro y que se observaban constantemente para alertarse y evitar errores, compartieron alimentos extra en horas de descanso y se probaron en el dominó, sin parejas fijas... Lo tienen claro: al final de todo esto habrá fiesta “de familia”. 

Roxana termina y Surelys, la 12 de mi grupo, que vive en Chile con su esposo, va por su cuarta jornada con “pacientes respiratorios” enfrentando allá el mismo peligro. La 25 le da mil consejos, como a Elisita, la 14, que hace turnos en el Cuerpo de Guardia del policlínico Gustavo Aldereguía Lima y a quien Roxana le “cuidó” estos días, desde el chat, una amigdalitis.

Cuando todo esto termine pasaré lista de nuevo. Como siempre será en la Plaza Martiana, a las 5:00 pm. La fecha no coincidirá con una guardia de la 25. Ha pasado otras veces. Y sabemos que siempre falta alguien por la vida, la geografía, los hijos, el trabajo..., pero ahora el cuándo lo fijará ella, la discípula de Vargas que es buena, con gusto, y es, por eso también, fuerte y feliz; la doctora que abrazaremos, como nuestro más cercano símbolo de todos esos a quienes aplaudimos; la que llevó escrito ahora en su máscara, pero que desde que la conocí, como un número más en la lista de un grupo, ha estado dispuesta a ofrecer su corazón.

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