Vicente G en el parque

Las Tunas.- El 23 de enero se cumplieron 190 años del natalicio del mayor general Vicente García González. Para reverenciar la ocasión rescato fragmentos de un diálogo que sostuve en la Biblioteca Provincial con Alfonso Ramón Naranjo Rosabal (Las Tunas, 4 de septiembre de 1953), periodista, locutor e investigador de tema históricos, a raíz del aniversario 146 del asalto y toma de la ciudad de Las Tunas.

Vicente GArcía en Venezuela 1Su texto Madrugada de los gallos, sobre la toma de 1876, inspiró buena parte del conversatorio, en el que la entereza e hidalguía del León de Santa Rita resultó una presencia cierta.

La toma de Las Tunas, el 23 de septiembre de 1876, fue un trabajo serio de inteligencia y contrainteligencia militar, por parte de Vicente García, ¿ese fue el logro principal?

Efectivamente, él tenía en la ciudad no solamente a Carlos Peiso, el francés, y al bayamés Joaquín Romero, sino que contaba con más de una decena de colaboradores que le informaban los pasos de los realistas dentro de la plaza fortificada. Iria Mayo, la esposa de Carlos, desempeñó un papel preponderante, y luego fue víctima. Parió a su hijo León ya prisionera, tras la retirada de las tropas mambisas de la ciudad, y luego murió macheteada por los españoles cuando era conducida a Bayamo.

En su libro La inteligencia militar mambisa, el historiador Víctor Manuel Marrero Zaldívar dice al respecto: "(…) primero, su ejército de campesinos libres conocía palmo a palmo el territorio donde peleaban, pues era la tierra que durante años habían trabajado; segundo, porque entre los mismos campesinos que no se sumaron a la guerra, quedaban enlaces, agentes secretos o un comunicante, lo que posibilitó crear un sistema de inteligencia militar desde el primer momento de la insurrección armada".

En la frase dicha por Rabí 21 años después, en Curana, cerca del barrio La Piedra, aquí en Las Tunas: "La toma de la famosa Victoria el 23 de septiembre de 1876, mediante un asalto formidable que fue la obra maestra del cálculo, la astucia y la intrepidez prodigiosamente combinados", este no solo refleja la valentía de nuestros Cazadores de Hatuey, también la de bayameses, camagüeyanos, manzanilleros, que lucharon junto a los tuneros, y además del cálculo concebido por García y sus confidentes para el asalto; del cálculo específico de nuestro general de situar a jefes y tropas en lugares claves.

Vicente en el parque

La plaza de Las Tunas era sostenida por los españoles como una de las de mejores condiciones de defensa en el oriente cubano. ¿No fue un suicidio contar solamente con el arma blanca para lograr la sorpresa?

Municiones no faltarían porque a medida que se tomaban fuertes, tambores, trincheras y cuarteles, se iban obteniendo armas. Pienso en lo más profundo, que además del factor sorpresa, fue una demostración de intrepidez frente al mejor ejército de la colonia española en el mundo para la época.

Fue un duro golpe para la corona española de Alfonso XII, que perdía la posición de su amada Victoria de Las Tunas, la llave entre el extremo oriente y Camagüey, que perdió el poder táctico y estratégico para operar, durante un tiempo, sobre el foco más avivado de la independencia en Cuba: oriente, lo que le impedía poder reforzar sus tropas en esta región desde el centro y occidente cubanos.

En la región oriental se incluyeron las ciudades de Camagüey, Las Tunas, Holguín, Bayamo, Manzanillo, Guantánamo y Santiago de Cuba, las cuales se transformaron en las principales plazas militares y centros de operaciones y avituallamiento de las fuerzas españolas. Eso por el momento fue impedido por el accionar de la Toma de Las Tunas.Machete de Vicente G

La destreza y rapidez en las acciones de Payito León, al frente de los Cazadores de Hatuey en la toma del fuerte Principal, y de Juan Ramírez Romagoza en la de la iglesia, fueron de las más, sino las más importantes acciones. Se conoce que Vicente ordenó a sus hombres estar con el torso desnudo, para así poder identificarse en la oscuridad.

Preponderante papel desempeñó en ese asalto el arma blanca; el propio Ramírez Romagoza, en su Diario de Campaña, anotó para la historia: "El espectáculo fue truculento. Caminábamos en medio de las sombras, sobre los cadáveres y charcos de sangre que hacían difícil el paso dentro de la iglesia".

Consideramos que la moral insurrecta y el afán de la revancha estaba latente; habían fallado en una por falta de organización, en otra por no contar con los elementos de zapa necesarios para irrumpir en la iglesia, en la tercera por la falta de valor, así lo pienso y lo digo, de Manuel de Quesada, habían impedido liberar la ciudad. Vicente García demostró que en determinadas circunstancias la inteligencia y el ingenio valen mucho más que la fuerza y el poder de las armas.

Llegamos al día 26 de septiembre de 1876, cuando Las Tunas prefirió ser quemada antes que esclava.

Esa no fue una decisión tomada a priori y no solamente por nuestro general, fue un consenso en el que tomaron parte, además, los coroneles Pancho Varona y Modesto Fonseca y los tenientes coroneles Payito León, José Manuel Capote Sosa y Rafael Pérez Martínez, médico personal de Vicente García y de la tropa, entre los hombres de su mayor confianza.

No había otra alternativa que el incendio, a la ciudad había que dejarla en cenizas para lograr con esto el paso al oriente cubano de tropas mambisas.
Fue doloroso, jefes y soldados lo sintieron, y no duden que hasta les brotaran lágrimas, o emitieran gemidos. Pero lo principal, quizás lo que muchos no imaginaron sucedió, el pueblo casi en multitud se incorporó a propagar el fuego y luego formó parte de la impedimenta de las gloriosas huestes insurrectas.

Como digo en Madrugada de los gallos: "El general y su Estado Mayor, montados sobre corceles, decidieron una vez más revistar las calles, para palpar a primera vista la consumación de la voluntad de morir, a vivir en el sometimiento. '¡Qué pueblo tenemos! Estoy en verdad muy contento con esta actitud de todos. Los que se han quedado, tampoco se han quejado', se le escuchó decir a García González.

"La marcha comenzó, a unas leguas de camino al campamento del Oro, cercano a Guaramanao, aún refulgía el fuego que lentamente iba dejando a los españoles sin Victoria de Las Tunas.

"La frase del general: 'Quemada antes que esclava', quedó prendida. Más de un número, clase u oficial, la repetía como canto o verso patriótico. Ese era el legado para las futuras generaciones".

El 14 de diciembre de 1877, Vicente García es nombrado presidente de la República en Armas; el 16 de marzo de 1878 cesa en ese cargo y asume en Baraguá como general en jefe del Ejército Libertador, con Antonio Maceo como segundo al mando. García fue presidente tres meses y dos días.

En ese lapso ocurrió el Pacto del Zanjón y la Protesta de Baraguá. Él no aceptó la contrarrevolución del Zanjón, y como presidente de la República se entrevistó con Martínez Campos antes de que este se encontrara con Maceo, y le hizo saber al jefe español que no aceptaba lo pactado con los zanjoneros, en su Protesta del Chorrillo, territorio camagüeyano, la cual apenas se menciona.

Vicente participó en dos protestas a Martínez Campos: la suya personal y decisivamente en la de Baraguá, al mando de una tropa por si había que batirse en caso de que los españoles traicionaran el protocolo militar e intentaran asesinar a Maceo. ¿Qué opinión te merecen estos hechos?

A Vicente no le hizo falta arrimarse a la Protesta de Baraguá. Contaba con la jerarquía de ser presidente de la República en Armas, tenía el prestigio necesario para que las tropas lo siguieran. Vicente García es el último jefe de su rango en capitular. Lo hizo el 6 de junio de 1878, en la finca La del Medio, en San Miguel, Las Tunas. Es cuando el mando español da por terminada la Guerra Grande.

Carta de Vicente García a su esposa

Estás enfrascado en otro libro, Soliloquio: el general dice su verdad. ¿Cuáles son esas verdades del general García?

Muchas de las verdades del general han permanecido guardadas en un baúl con candados. Figuras que participaron como él en la Guerra Grande, luego en la Chiquita y en la Necesaria, a las cuales no asistió porque había muerto, posteriormente desempeñaron papeles preponderantes en la política de la neocolonia.

Creo que tampoco beneficiaron la divulgación de la verdad sobre Vicente García las políticas editoriales en el Quinquenio Gris. La censura y la autocensura comienzan a ser actitudes frecuentes en los medios, donde se hacen lecturas superficiales y simplistas de libros que indagan en los dramas personales dentro de la epopeya.

Con documentos aclaro muchas dudas sobre Vicente García, como por ejemplo su autoría, no intelectual sino directa, en los sucesos de Lagunas de Varona. Él y el general Félix Figueredo Díaz hablaban, desde 1874 y 1875, de un cambio en el orden de cosas que imperaban en la insurrección, por la actuación incorrecta de la Cámara. En apenas una línea, en su diario de campaña dice Vicente: "Estoy de acuerdo en todo lo que se plantea y les he dicho estar listo para comandarlos (…)".Cas natal Vicente G

Sobre esto pongo a discusión la famosa carta que se dice escribió a un amigo bayamés, que este compartió con numerosos combatientes y dio lugar a la concentración de tropas en Lagunas de Varona. La carta no fue escrita a un bayamés, sino a un habanero devenido camagüeyano, Manuel Sanguily, fechada en El Pilón, marzo 28 de 1875.

De esa misiva cito el antepenúltimo párrafo, en el cual le refiere: "Deseando que esto conste he dirigido mi exposición razonada y documentada a la Cámara de Representantes, y con el mismo fin hago a usted estas manifestaciones de que desearía se enterasen todos los buenos patriotas, para que ninguno crea que por voluntad propia no sigo sirviendo, sino que, si no me separo es porque no me es posible ya tolerar más tiempo, las iniquidades de que he venido siendo víctima".

De igual manera, pongo de relieve que su hijo Braulio no participó en la Guerra Grande, como se ha sostenido. Lo niego con datos y opiniones que vierto al respecto: más de 16 citas de Francisco Vicente Aguilera sobre la presencia de Pablo y Braulio García en Nueva York, en la fecha que se dice Braulio estaba en Cuba, y la ausencia total de referencias del padre sobre el hijo en la manigua. Tal vez exista algún documento bien resguardado que contenga ese acto de fe, pero me he guiado por la confrontación de documentos y todos me llevan a estar en lo cierto.

Esos, y otros elementos trato de desentrañar. Hay mucha correspondencia del mayor general que no se ha publicado, su cartas e informes son puntos de partida para aclarar dudas, las causas de su no publicación las desconozco; no obstante, en este libro aparecen muchas y valiosas. No digo más, podrán leerlo cuando logre que sea publicado.

 

Otros objetos y sitios que nos hablan del León de Santa Rita en Las Tunas

Brujula de Vicente G 
 Cornetín Vicente G.
 certificado de defunción de VG
 Tumba de Vicente García

 

 

 

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