Cultura Josefina Taylor compañía folclórica Onilé 1

Las Tunas.- Hay una fuerza increíble que me une a los artistas, algo que va más allá de la creación, hacia el interior del ser humano. Eso siento cada vez que me encuentro a Josefina Taylor Jhonson en una de las calles de esta ciudad y me pregunta por la familia, por mi sueño de tener una casa propia, por mi salud... Y eso habla mucho de su persona, más allá de las dotes artísticas.

La compañía folclórica Onilé llegó a sus 28 años y la líder por tradición se acaba de jubilar, pero sería cuanto menos injusto y desagradecido no reconocer tanta entrega, porque para que un elenco ostente un nombre reconocido en el panorama cultural debe haber detrás esfuerzo, constancia, talento, inventiva, liderazgo y una serie de cosas imposibles de mencionar.
Cultura Josefina Taylor compañía folclórica Onilé 2Ojos adentro, percibimos el brillo que siempre le ha causado a Josefina hablar de los inicios, aunque la idea de crear un conjunto folclórico no fuera aceptada del todo durante la génesis, pues se quería un grupo danzario de una tipología diferente. Mas su abuela Alicia (proveniente de Jamaica) le habló desde un sueño; ese era el camino. Su madre Mariana, el entonces director de Cultura, Alberto Torres, Marlén Martínez, Marina Lourdes Jacobo y otros trabajadores del sector también la apoyaron.
Sin embargo, no fue tarea fácil. Habitantes del barrio México integraron la primera hornada de la cofradía y ciertos inquilinos, prejuiciosos por naturaleza, no vieron con buenos ojos a los integrantes, por aquello de “crea fama y acuéstate a dormir”. También hubo quien puso piedras de tropiezo porque ver a una negra empinar un sueño era demasiado para su triste cerebro racista.
A Josefina esos y otros escollos no la detuvieron y hoy la defensa de nuestra idiosincrasia en estos predios le debe buena parte. La historia ha de ser contada sin olvidar a protagonistas como ella, como Wilberto Alicio Quindelán (coreógrafo, bailarín de primer nivel, percusionista y fundador de esa cofradía, ya jubilado) y otros tantos. Porque la cultura no se construye desde la parcela, sino desde gente dispuesta a desafiarlo todo por amor al prójimo, por amor al arte.
Hoy el colectivo, que otrora tuvo el nombre de Oggún Laddé, destaca por ser fiel conservador de bailes tradicionales campesinos, yoruba, congo y, en especial, los francohaitianos. Es, por ejemplo, uno de los representantes de la rumba, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Eso evidencia su valor, y –reitero- también tiene que ver con los empeños de una mujer tan Mariana como el nombre de su madre. A su talento, por ejemplo, se le debe una parte significativa del repertorio de la compañía.
La sede de Onilé, en el Cabildo San Pedro Lucumí, del centro histórico, ha acogido ensayos que luego ha dado vida a espectáculos memorables. Proyección escénica, trabajo en equipo, dominio del escenario…, son palabras que el visitante escucha al acercarse allí, a pesar de sus problemas con el tabloncillo y la escasez de instrumentos, vestuario o bailarinas.
“Para mí Onilé lo es todo”, me dijo una vez Josefina en cierta entrevista. Y yo pienso en los trabajos investigativos previos a cada presentación; en su proceso de acercamiento a cabildos de diferentes lugares de la provincia como Macagua 8; en su participación en festivales en La Habana, Santiago de Cuba y otros territorios, con buena acogida; en el Evento Internacional de Cultura Africana y similares espacios, que han sido testigo de ese afán por rescatar una zona importante de la identidad de nuestra Isla; en los mitos y costumbres de nuestros antepasados esclavos que ellos han honrado; en pasos y coreografías que atesoramos en la memoria, que incluyen en escena -por ejemplo- a un bailarín levantando una mesa con los dientes...
Y pensando y pensando, me percato de que la formación empírica ha signado prácticamente la membrecía y que no pocos se han jubilado en ese seno.
Hoy Onilé vive una nueva temporada, bajo el comando del joven Reitel Velázquez. Ojalá siempre haya luces en la mirada colectiva. Y esas palabras que una vez me dijo la Taylor sean el motor para seguir creando, sin olvidar las esencias: “No dejaremos morir lo que hacemos porque, si eso sucede, perderíamos lo que nos han legado nuestros ancestros”. Gracias Josefina, el pueblo sabe de tus desvelos.

 

 

Escribir un comentario

Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Código de seguridad
Refescar