Las Tunas.- Lidia Josefina Taylor Johnson ya se jubiló, pero mucho le debe nuestra escena a sus aportes formativos de generaciones, a la huella dejada en la compañía folclórica Onilé, nacida bajo su égida. Volver en el tiempo y aprender de enseñanzas como las de esta mujer resulta, además de sabio, necesario. Y el diálogo no se hace esperar...
- ¿Cómo fueron tus inicios en la danza?
Recuerdo que en las enseñanzas Primaria y Secundaria siempre participaba en todas las actividades culturales; bailaba mucho, pero también me gustaba el canto. Cuando ingresé a la Escuela de Instructores de Arte del Caney de las Mercedes, fue precisamente en Música, pero estando allá me di cuenta que me iba mejor en la Danza que en el canto y cambié de especialidad.
Así, regresé a Las Tunas en 1977 y comencé a trabajar con pioneros, estudiantes de nivel medio y trabajadores. Soy instructora fundadora de la casa de cultura Tomasa Varona. Ahí formé un grupo que se llamó La Victoria; muchos de sus integrantes después fueron bailarines de cabaret y otros se hicieron instructores como Pedro Luis Calderón y Víctor Charles.
-¿Solo dirigías ese grupo? ¿No bailabas?
Hacía ambas cosas. A ese grupo lo recuerdo con mucho cariño, pues tuvimos una vida artística intensa. Los espectáculos de los carnavales eran fantásticos. Te puedo asegurar que crecí mucho artísticamente. Eso me preparó para empeños mayores. Mira, con el grupo La Victoria, junto a Rubén “Cachirulo” Valdés, nos dimos a la tarea de investigar todos los bailes campesinos tuneros.
-¿Cuáles son los bailes campesinos tuneros?
Bailes como el nengón, papelón y el chivo. También el caballito al trote, que creé junto a Víctor Charles y, luego, por sugerencia de José Ángel Chelala, le incorporamos elementos como las corridas de cintas y el ordeño de vacas, que se hace en las fiestas campesinas. Con todas esas expresiones danzarias formamos una brigada artística y visitamos varios lugares del país; tuvimos mucho éxito.
-¿Cómo te enrolas en el folclor franco-haitiano?
Soy descendiente de emigrantes caribeños – haitianos y jamaicanos –; desde niña crecí en ese ambiente. Después, junto a Rosario y Víctor Quintana, me vinculé al grupo Petit Dancé y realizamos una profunda investigación sobre los bailes franco haitianos. Debido a todo esto que te he contado, me señalan en el Atlas Cultural del país como investigadora. Puedo decirte que esa fue una etapa de mi vida muy bonita.
Luego continué esa labor desde la casa de cultura Tomasa Varona, pero en esta oportunidad con una visión sobre el barrio México, mas desde otra arista de nuestro folclor, la Yoruba. En esa comunidad había y hay muchos iniciados en la Regla Osha y en aquel tiempo -igual que ahora- había jóvenes que le gustaba el folklor igual que a mí. Yo participaba en esas fiestas, de forma me fui nutriendo y conociendo muchas cosas. Por supuesto, lo que se permitía ver.
-Por lo que me confiesas ya en esa etapa estás lista para fundar Onilé.
No creas...
- Entonces... ¿Cómo surge Onilé?
En ese tiempo ya era Metodóloga de Danza y Yolanda Mayedo me pidió que formara un grupo de bailes folclóricos españoles. Pero me dije: esa no es mi línea. Y, si soy sincera, de eso conozco bien poco, solo lo que aprendí en la escuela, que simplemente lo mencionaron.
Entonces, aglutiné un grupo de jóvenes del barrio México e hice un espectáculo, donde invité algunos directivos de cultura. Ella también tenía sus invitados, pero cuando vio lo que yo presenté por poco se infarta. Quiero decirte que se me hizo la vida un poco difícil, tuve muchos conflictos por eso, sin embargo, conté con el apoyo del director provincial de Cultura Alberto Torres; él mismo hizo gestiones para que vinieran especialistas de Danza y Teatro del Centro Nacional de Artes Escénicas (CNAE) y me orientaran.
- Ahora sí estamos a las puertas de la fundación de Onilé, ¿no?
No, que vá..., para eso falta un poco todavía. Esos especialistas del CNAE vinieron y me orientaron, pero los primeros que estuvieron no eran especialistas en folclor. Me refiero a Bárbara Rivero, Bárbara Oviedo, Ismael Arvelo, Noel Bonilla...; ellos tenían que ver más con la danza clásica y la contemporánea, pero me pusieron en contacto con miembros muy importantes del Conjunto Folclórico Nacional (CFN).
Resulta que en esa etapa nuestra provincia tenía que asistir con una muestra cultural a ExpoCuba y nos escogieron. Así fuimos a La Habana y entonces acordamos que los especialistas del CFN nos audicionaran allá. Luego de realizar un inmenso desfile de comparsa, extremadamente largo, me presentaron a Silvina Fabar y otros integrantes del Folklórico Nacional, que habían llegado hasta allí para audicionarnos. Estábamos muy cansados, pero nos dijeron: ´tranquilos, muchachos, después que refresquen nos vemos´.
Te cuento que ciertos directivos de la cultura tunera presentes allá se oponían a que nos audicionaran, pero nosotros dijimos que sí y lo hicimos con tanta entrega, que vieron nuestras posibilidades y comenzaron apoyarnos. Luego, Silvina Fabart, Leonor Mendoza y Alberto Villareal estuvieron varias veces aquí impartiéndonos talleres de técnica y percusión, hasta que creyeron que estábamos listos para presentar el proyecto a las Artes Escénicas.
-Cuándo se profesionaliza Onilé?
Aprobaron nuestro proyecto en Artes Escénicas el 5 de abril de 1995.
-Qué bueno, entonces, la Compañía cumplió este año 28 años de fundada.
Así mismo, 28 años de intenso trabajo, lágrimas, frustraciones, pero también de muchas alegrías y satisfacciones.
- ¿Recuerdas los primeros espectáculos de Onilé a partir de ese momento?
Eso es difícil de olvidar: Desfile de Orisha, Rebelión, El bien y el mal, Fiesta haitiana... Ese último espectáculo fue la base de nuestra primera evaluación, para lo cual muchos amigos nos dieron la mano, entre ellos Aleida Best, Jorge Torres, Marina Lourdes Jacobo, Ivelice Ávila, Manuel Hernández y tú también.
-Todos los funcionarios que mencionaste solo cumplíamos con nuestro deber al servicio de la cultura...
Lo sé, pero no podía dejar de mencionarlos.
-¿Por qué muchos integrantes de otras agrupaciones folclóricas dicen que Onilé baila muy crudo? ¿A qué se refieren?
Bueno, cuando se baila muy crudo el folclor es porque no empleamos mucho el soporte técnico, sino que empleamos elementos básicos como el muelleo y la proyección escénica, sobre todo el óvalo facial. Muchas veces el público cree que los bailarines están poseídos o en trance y simplemente es la concentración.
Esa opinión se generalizó y ha sido parte de la línea estética. Bailar muy fuerte y mucha proyección escénica. Pero también hay creadores a quienes les gusta mucho esa forma de bailar como Raúl de la Rosa, que una vez declaró: ´Con Onilé no hay casualidad´. Él siempre nos llamaba a sus espectáculos.
- Al acompañar a Onilé desde el año 2000, he tenido la dicha de ver casi todos sus espectáculos, pero recuerdo tres que considero relevantes, me refiero a Ará Eggun Ará Osha, Bembé y Los Lwá. ¿Coincides conmigo?
Sí, esas puestas en escena son fantásticas, pero yo agregaría El bien y el mal, pues es un espectáculo sobre el folclor francohaitiano muy bien estructurado, con una fuerza tremenda; con él fuimos a muchos eventos y festivales y nos dio muchas satisfacciones.
-Háblanos de tu estancia como instructora en Venezuela.
Fue una experiencia única. Trabajé de forma intensa con personas de todas las edades y sectores. También hice muchas amistades.
- Al pasar el tiempo, ha llegado el retiro natural de muchos de los primeros integrantes de la agrupación, incluido el tuyo. Sin embargo, también han llegado bailarines graduados de las escuelas de danza de nuestro sistema de la enseñanza artística, qué piensas al respecto.
El arte que no se renueve muere rápido. Estoy feliz con esta nueva hornada.
- Una última pregunta... ¿Te gustaría que Onilé algún día asumiera otro nombre?
No sé qué responder. Hoy comanda la agrupación Reitel Velázquez Aguillón, con un sentido de pertenencia muy grande. Estoy convencida que él va a vencer todas las dificultades por la que atraviesa la compañía (como la falta de tabloncillo e instrumentos). Lo principal es la creación.
