1 Cultura Total Teatro Graduación de Lilisbet Hernández Escalona Obra El último bolero 1
Las Tunas.- El 10 de junio es una fecha especial para Elizabeth Borrero Batista. Ese día, pero de 1995, a la consagrada actriz le nació un hijo. Mas a la actual directora del grupo Total Teatro le han nacido otros retoños, unidos por afectos y ese amor indescriptible hacia el arte de las tablas. Uno de ellos es Lilisbet Fernández Escalona, quien -precisamente en tan querida hoja del calendario, pero de este 2023- realizó junto a ella su ejercicio de graduación con la obra El último bolero, de las autoras Iliana Prieto y Cristina Rebull.

Lili (como la llaman) tuvo por tutora a la Borrero y los 100 puntos alcanzados con la puesta reflejaron un trabajo serio. En el centro cultural Luanda ocurrió la cita, dadas las difíciles condiciones infraestructurales de la sala Blanca Becerra. Hasta allí llegaron teatristas, especialistas de las Artes Escénicas, profesores, familiares y amigos.

En diálogo con 26, la egresada de la escuela Manuel Muñoz Cedeño, de la provincia Granma, comentó: "La preparación previa fue bastante fuerte, dada la psicología de los personajes, pero siempre me sentí reconfortada por la ayuda de mi tutora, quien lleva varios años presentando esta obra con diferentes elencos.
"Interpretar a Beatriz (la hija), con un peso emocional significativo, me permitió salir de los esquemas y romper una pared que tenía como persona y no sabía que podía derrumbar. Logré salir de mi zona de confort y expandirme; me gustó mucho el resultado".Cultura Total Teatro Graduación Lilisbet Hernández Escalona Obra El último Bolero

La puesta versa sobre conflictos generados en torno a la emigración y la separación entre madre e hija durante 17 años, aunque -en menor medida- también aborda la temática de la homosexualidad, pues la progenitora (Sofía) no acepta la orientación sexual de sus párvulos Oscar y Beatriz.

"La madre regresa al país a reencontrarse con su hija después de haberla abandonado con tan solo 16 años de edad, por correr detrás de su hijo mayor. Esta última había cortado cualquier lazo afectivo con ella y, tras el reencuentro, hubo gran impacto emocional, pues esos años le crearon una coraza de pensamientos e ideas fijas como no abandonar su país, a pesar de las carencias", explica Lilisbet.

Ciertamente la pieza conmueve, pero no solo por la trama, sino por la proyección escénica, el dominio de los personajes, la excelente interpretación y otras cualidades que conmovieron a los espectadores, al punto de que no pocos acabaron con lágrimas en los ojos, como las mismas actrices.

- "Quiero que me perdones", dice Sofía.
- "Estuve tan sola, tan sola", arguye Beatriz.
- "Hasta yo te abandoné... El peor exilio es el del alma", afirma Sofía.

Diálogos como este emocionaron al público. La escenografía, sin grandes artificios, también aportó detalles o accesorios que quedan guardados en la memoria como un pequeño barco (aparentemente de metal) que sostenía la hija mientras hablaba de algo tan complejo y visceral como la emigración. Entonces, recuerdo a Sofía cuando dice: "Hay un momento en que dejas de ver las costas de acá/ y tampoco ves las de allá,/ y me dio tanto miedo.../ Pero entonces lloraba por mí".

En escena no se notaba ninguna diferencia entre maestra y pupila. Ambas, dueñas de talento y corazón capaz de "comerse al mundo", demostraron -desde la naturalidad- que el teatro hace falta porque educa, sacude y alimenta el espíritu.

Cultura Total Teatro Graduación de Lilisbet Hernández Escalona Obra El último bolero 3"Luego de haber estudiado cuatro cursos en Granma, una se adapta a cierta línea estética. Pero aquí me toqué con un nuevo estilo de trabajo; he aprendido cantidad. Además, Elizabeth piensa mucho en sus alumnos, es empática y, al unísono, exigente con el trabajo.

"Participar del proceso artístico de Total Teatro es un orgullo. Tanto ese colectivo como el guiñol Los Zahoríes, han aportado a mi crecimiento profesional. En apenas dos meses trabajé en un hogar de ancianos, en una casa de niños sin amparo familiar y en espacios públicos. Me he sentido apoyada; eso es muy importante", confiesa la joven.

Para Elizabeth Borrego la dicha también ha sido grande. Así lo resume: "Lilisbet llegó como un regalo a mi vida. Sube a escena a actuar en toda su dimensión y, cuando termina, sigue siendo la persona humilde que es, y yo admiro mucho a los artistas humildes. Además de ser muy entregada, preocupada por el trabajo, creativa, con un talento innato, gran dominio de las herramientas del actor, tener excelente dicción, una voz admirable y otras cualidades. También he aprendido de ella. Es un ángel con unas alas enormes que, sencillamente, ayudé a volar".

La pasada jornada de performance e intervenciones públicas La Pupila Archivada, así como actividades programadas por el guiñol Los Zahoríes y Total Teatro, han contado con la participación de Lilisbet, que también ha asombrado por sus cualidades para el canto. De hecho, la puesta con la que se graduó la víspera se apropió de sus aptitudes en materia musical, dígase la voz potente y el dominio del diafragma.

"El teatro para mí ha sido un hallazgo, una forma de canalizar mis emociones y poder convertirlas en arte. Ya estaba familiarizada con la música, pero el arte de las tablas ha sido un 'de repente'. Deseo terminar mi servicio social en Las Tunas, mi provincia. Aunque en un futuro quisiera estudiar -además- Fotografía o Dirección en la Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiosual (Famca)", confiesa Lilisbet.

Por el momento, ella es la más viva estampa de sus propias palabras: "Un buen actor se define por el compromiso, la lealtad y la humildad que tenga hacia su trabajo. Si no nos entregamos en cuerpo y alma, no llegamos de manera directa al público. Y no solo es una cuestión de respeto a los espectadores, sino a uno mismo".

Así como Lili se ganó el corazón de Elizabeth, también lo ha hecho de otros como la cantautora Iraida Williams (que ha sido su profesora de canto) y el resto de los actores con los que ha compartido, quienes estaban allí, en ese momento crucial de su carrera.

Y yo vuelvo en tiempo y me sitúo otra vez en el Luanda, en la escena final... Beatriz canta Nadie, de Carlos Varela. Sofía llora. Parte del público llora. Yo estoy llorando. Se escuchan fragmentos al estilo de: "Tu amor cobarde/ solo se lo lleva el viento.../ Una duda puede condenar ciudades,/ la locura puede derribar el sol". Se calla la joven y queda estática en la parte derecha del escenario, con la mirada fija. Elizabeth a la izquierda, con los ojos hechos un aguacero. Continúa "El Gnomo" con la canción desgarradora. Un mar se proyecta en la pantalla de fondo. La gente de pie aplaude, aplaude y llora.

 

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