1 Cultura José Bañobre El Tío Pepe Grupo Luz Negra teatro Las Tunas Cuba 1José Bañobre El Tío Pepe Grupo Luz Negra.

Las Tunas.- Un artista no muere, se inmortaliza a través de la creación. Y aunque José Bañobre Álvarez (conocido como el El TIOPEPE) aún vive, revisitar en el tiempo la estampa de quienes, al igual que él, dejaron huellas en nuestra cultura es una manera de preservar la historia, esa parte intangible del patrimonio, ese fragmento hermoso del pasado de una ciudad.

26 se acerca de a poquito, como quien sabe que hay mucho de mística y virtud en la remembranza de anécdotas que devienen un tesoro, si se observa desde el prisma correcto. Así, sentado cómodamente en un mueble de su propia casa y con la expectativa de qué me irá a preguntar esta periodista, el entrevistado se entrega al vaivén de sus recuerdos y el diálogo no se hace esperar.

Bañobre ya ha vivido más de 60 primaveras, pero al oírlo hablar se transfigura. Parece que nos encontramos ante "un niño grande", de esos que teje y desteje palabras, con la pasión y la sencillez de quien siempre trabajó por amor.

Entre sus manos sostiene una carpeta de fachada oscura. ¿Qué habrá ahí?, me pregunto curiosa. Pues un resumen documental del quehacer del grupo Luz Negra, ese que desde el teatro aportó lauros significativos a nuestra tierra, exponente de una técnica compleja (como su nombre lo indica) y de una calidad aún recordada en estos predios, aunque han pasado más de tres décadas.

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Pepe, cuéntame sobre tus primeros pasos en el arte.

Mi hermano Rolando Tristá (ya fallecido) era proyeccionista de películas en Las Tunas cuando yo ni pasaba los 10 calendarios de vida. En esas aventuras lo acompañaba siempre. Recuerdo que en aquel tiempo íbamos todos los días hacia alguna comunidad de la provincia. Había un carro habilitado para ello, con pantalla incluida y otros accesorios necesarios.

Llegar a poblados intrincados como La Ceiba y La Esperanza, del municipio de Majibacoa, y exponer allí alguna cinta, se convertía en todo un suceso cultural. La gente era feliz; los bateyes cobraban vida. Llegó un momento en el que -inconscientemente tal vez- cogía una cajita de fósforos y simulaba un proyector, con ayuda de un lapicero y algunos papelitos que entraban y salían como teatrico de papel, y que para mi imaginación eran rollos cinematográficos.

Por su parte, en la escuela -a pesar de ser un niño algo tímido para algunas cosas- era el cómico del aula, en el buen sentido de la palabra. Un día mis compañeros me exhortaron a imitar a Chaplin en un matutino. No quería aceptar porque, a pesar de mi edad, sabía que figuraba un gran reto, pero tanto insistieron que lo hice. Estaría yo en quinto o sexto grado. Desde entonces mi vida cambió; no te puedo explicar lo que sentí en el escenario, fue mágico.

¿Cómo llegas entonces al teatro? 

A través de una convocatoria. Trabajé muchos años como aficionado e integré el grupo Yagruma, que ganó un festival nacional de la manifestación, desarrollado en Santiago de Cuba. Al guiñol Los Zahoríes como tal entré en 1982 y, aunque en un principio no era profesional, estaba contratado como actor y realizaba otras funciones inherentes a cuestiones técnicas.

Además, era parte de la gestión de un proyecto independiente relacionado con el arte de las tablas, pues a veces notábamos que se casaban con la obra de algunos creadores y queríamos experimentar piezas nuevas, ampliar el repertorio y apostar por lo diferente; aunque sí se hicieron puestas colectivas.

Cultura Integrantes del grupo Luz Negra De izquierda a derecha José Bañobre El Tío Pepe Ivo Dovale y Rafael Arguelles Teatro Las Tunas 9Integrantes del grupo Luz Negra. De izquierda a derecha José Bañobre El Tío Pepe, Ivo Dovale y Rafael Argüelles.

Mi amigo Ivo Dovale era entonces uno de nuestros actores descollantes y entre mis referentes cercanos. Al convertirme en profesional, tuve la dicha de realizar muchos roles junto a él. En general, fue una época de oro para el teatro; no pensábamos tanto en el dinero y sí en hacer arte, eran tiempos de mucho sacrificio y competencia a nivel nacional. Los payasos nos pintamos, incluso, con tempera, sin saber que podíamos dañar nuestra salud. Pero soñábamos, nos sentíamos vivos y logramos cosas lindas.

Trabajé en varias obras, entre las que figuran: El gato que apagó el solEl adivino CachuchoLos chivitos porfiadosLa lechuza ambiciosa, Comino y pimientaCaballerito a la lunaentre muchas otras.

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¿En tan amplio repertorio, qué obras recuerdas con mayor agrado? 

Me viene a la memoria una pieza juvenil que estrenamos en el preuniversitario Luis Urquiza Jorge, llamada Sencillamente X, que trataba sobre esa relación complicada entre profesores y estudiantes, que va -más allá de los límites de la educación- hacia las relaciones amorosas. Era un espectáculo de gran comicidad, montado como una reunión de padres, donde se reunían familiares, alumnos y docentes, para analizar la situación en cuestión.

Los personajes, por su parte, debían dar la impresión de estar improvisando. Yo encarnaba, por ejemplo, a Celestino Robaina, con matices similares a algunos de Pánfilo, ese ancianito que hoy interpreta Luis Silva en la televisión nacional. Ahí era el esposo de la directora de la escuela y quien apuntaba cuando las personas se equivocaban, todo dentro de la misma trama. Parecía una obra dentro de otra, como si la narración se construyera de manera espontánea, aunque lógicamente estaba ensayada.

También atesoro en mi pecho el espectáculo Kigua, que fue muy trascendente. Se basaba en el cuento El güije, ser de la mitología popular que se mete al pozo para sacar un cubo de plata y otro de oro. Ivo le hizo una adaptación, se montó y, luego, lo estrenamos en el teatro Tunas. Imagínate esa institución sin telones y lleno de ramas de árboles; la escenografía representaba una hacienda abandonada con un pozo, un lugar totalmente paradisíaco. La obra hablaba de la esclavitud y la inserción de los españoles. Además, fue una de las puestas con las que me evalué como actor profesional. Allí hacía el personaje del Tata, un señor de carácter fuerte, padre del Kigua.

¿Una de las puestas...? 

Sí, para la evaluación se presentaron varios proyectos. Como -además- se aceptaban algunos con carácter independiente, también aprovechamos para presentar el Conjunto de Payasos de Las Tunas, la iniciativa que al principio te dije que estábamos cocinando para dar un poco salida a nuestras necesidades artísticas de creación. Ya para los años 90' la habíamos concretado. Dentro de esa cofradía, Ivo se llamaba Bombo y yo, Platillo. Y había otras personas. Nos insertábamos mucho en espectáculos de variedades.

Asimismo, presentamos Luz Negra como proyecto independiente, en una época en que en Cuba no existía ni un solo grupo que trabajara esa técnica; fuimos el primero de esa naturaleza en el país. Compartimos Metamorfosis, que luego nos llevó a la cumbre dentro del panorama cultural de la Isla, pues alcanzamos el Premio Villanueva en 1995. Fue la primera vez que una obra de teatro en el Balcón de Oriente ostentaba ese galardón, además de participar en festivales nacionales e internacionales. Yo tuve la dicha de escribir su guion. Con tres títeres de pie, que manipulábamos igual cantidad de actores, la pieza tenía una mezcla de técnicas.

Seguramente, además de actuaciones en salas cerradas, también trabajaste en espacios públicos... 

Sí, cómo no. Por ejemplo, en los carnavales, aparte de presentarnos en la tarima principal, conducíamos espectáculos con personajes mexicanos, gallegos y otros. Esa tarea la hacíamos en particular Ivo y yo; gustaba mucho.

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Háblame un poco más del grupo Luz Negra, que por lo entendido marcó la historia escénica de nuestro territorio e, incluso, lo hizo más allá de nuestras fronteras. 

A partir de la evaluación, nos propusimos impulsarlo con más fuerzas. Además, porque nos dieron la posibilidad de elegir qué proyecto podíamos defender a nivel nacional y decidimos por Luz Negra. Nos aprobaron cuatro plazas, pero todo ello visto como una iniciativa independiente, aunque siempre estaremos agradecidos al guiñol por acunar nuestros primeros pasos en ese sentido.

Su materialización fue sueño realizado en 1994. El grupo lo integraban, igualmente, Ivo Dovale Alarcón, Rafael Argüelles (Felito) y Jesús Rodríguez Morell (fallecido en 1995). Además, abrazábamos el arte del clown, el teatro de títeres y hasta la música tradicional. Metamorfosis fue una de las obras realizadas con la técnica de la luz negra y no lleva palabras (pura poesía visual), pues se cuenta una historia desde la visualidad.

Nosotros, como actores, conocíamos sobre prestidigitación; yo hago trucos de magia, pero en esa puesta en particular lo que hacíamos era magia teatral. Si una garza, por ejemplo, se comía a una oruga dentro de la trama, buscábamos la manera de que lo hiciera lo más cerca posible al público: el ave se comía al animalito y de momento, aparentemente, este último desaparecía.

A la gente le encantaba, mas era algo complejo. Para montar la escenografía, nos demorábamos de cuatro a cinco horas antes de cada presentación porque llevaba muchos trucajes mágicos y, además, una vez empezada la función, por allí caminábamos tres actores a oscuras sobre el escenario, vestidos de negro, y piso, techo y fondo también con telones de ese color.

Por otro lado, aunque el proyecto potenciaba espectáculos en salas teatrales, cumplíamos una programación de actividades en escuelas, barrios y otros lugares, siempre adaptándose a las características de cada espacio. Trabajamos en cabaret como cómicos musicales y con orquestas (Embajadores del Ritmo, Síncopa...) Participamos -asimismo- en capítulos de la serie policíaca Día y noche, que se grabaron en Las Tunas.

Me imagino que también te presentaras solo a veces... 

Sí, claro, tenía un proyecto independiente llamado El TIOPEPE, emanado de Luz Negra, con el que hacía trabajos relacionados con el turismo. De hecho, fui pionero aquí en cuanto al quehacer artístico dirigido a ese sector. Empecé laborando como comediante en un cabaret llamado Copatur, también en El Taíno, el hotel Tunas y otras instalaciones.

Luego incorporé a Ivo y a Felito en los espectáculos; realizábamos presentaciones de gran comicidad musical. En 1996 (como grupo) viajamos a México, insertados en un Festival de Títeres. Todo ello a raíz del "Villanueva". Después vinieron varias invitaciones por parte del museo El Chopo y prestigiosos eventos internacionales. Estábamos triunfando y eso nos alegraba.

Posteriormente, nos establecimos en tierra azteca, pero veníamos a Cuba de vez en cuando; nunca abandonamos nuestras raíces. La cubanía era fiel compañera. Y por eso, además del humor criollo y otras características, defendíamos el pentagrama cubano, hacíamos de payasos y shows inspirados en tradiciones campesinas (por ejemplo, Los Chachareros), incluso, con características propias de la Jornada Cucalambeana y otras fiestas populares como la existencia de los bandos azul y rojo.

- Háblame de la luz negra como técnica. 

En el teatro propiamente nació en China, pero se generalizó a partir de 1950. En Cuba no se ha usado mucho. Se trata de una lámpara que emite radiación electromagnética ultravioleta a distancia y logra en la escena un efecto mágico, onírico, de oropel. Imagínate siluetas fluorescentes en medio de la oscuridad...

- He escuchado que la música también desempeñó un papel protagónico para ustedes. 

Sí, además de actores, nos desdoblábamos como trío musical. Al principio protagonizábamos uno llamado igualmente Luz Negra. Nosotros pulíamos la interpretación, hacíamos música en vivo con nuestro propio repertorio y defendíamos géneros tradicionales cubanos. El que más conocimiento tenía sobre "la más bella forma de lo bello" era Felito, que componía, hacía arreglos e interpretaba con guitarra. Mientras que tocábamos otros instrumentos Ivo (bongoes) y yo (maracas), aunque Ivo también le sugería arreglos a Felito.

Sin embargo, al llegar a México y trabajar en restaurantes, cabaret, bares y otros sitios, decidimos formar Luz de Cuba. Y con el tiempo creamos otro grupo, llamado Obatalá, que incluyó -además- al hijo de Ivo, con gran experiencia en la materia. Para entonces ya habíamos alcanzado cierta madurez en esa manifestación, a base de superación, esperiencia y esfuerzo.

- Hemos hablado de muchas cosas y, dichas con esa pasión, pareciera que todo resultó fácil, pero, ¿en realidad fue así? 

Al ser Luz Negra un proyecto independiente, toda la producción la cubríamos con nuestro propio dinero, dígase pegamento, poliespuma, acrílico, vestuario, instrumentos musicales..., además de viajes a La Habana, festivales en diferentes provincias y un largo etcétera. Aunque sí tenemos que agradecer a autoridades como Alberto Torres, entonces director de Cultura en la provincia, porque nos apoyó con gestiones y dinero en ocasiones.

Pasamos por trabas burocráticas, pues había quien quería que saliera fuera del país algún elenco de La Habana en vez de nosotros, a pesar de nuestros resultados. Hubo, incluso, días donde tuvimos que dormir en pisos y portales de la capital porque no siempre había hospedaje ante tantos viajes, días de comer tan solo una croqueta para ahorrar dinero... Sí vale aclarar que el grupo Luz Negra obtuvo todos los permisos migratorios que otorga el Gobierno cubano para salir al extranjero, incluido el Permiso de Residencia en el Exterior (PRE).

Por otro lado, cuando por fin lográbamos subir a un avión y regresar, no podíamos traer casi nada en lo personal; el peso de los accesorios para las obras de teatro que presentábamos llenaba las libras autorizadas por pasajero. Una vez, por ejemplo, nos regalaron rollos de tela negra (que necesitábamos) y no pudimos traerlos. Pero lo que realmente queda es que -a pesar de las vicisitudes- defendimos la creación y dejamos una huella en el alma de la gente.

Algo muy bonito es que Ivo, Felito y yo somos personas espirituales y, antes de empezar cualquier función, le orábamos a Dios durante unos 15 minutos, tomados de la mano. Éramos muy disciplinados con el trabajo, y de ahí el éxito.
                                     ....          
Termino la entrevista y afuera llueve a cántaros. Pepe sonríe y los ojos le brillan de satisfacción por viajar en el tiempo con ayuda del periodismo. Me dice que pretende establecerse definitivamente en Las Tunas (actualmente es ciudadano cubano-mexicano-americano) y pienso en lo sabio que sería beber de su experiencia en el arte de las tablas. Por el momento, me quedo con esa imagen de "niño grande" que, entre sencillez y carisma, abrió su corazón para compartir escenas importantes de nuestra historia teatral.

 

 

 

 

 

 

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