Las Tunas.- La unidad dentro del engranaje cultural tunero, ese es el tema de estas líneas. Una fórmula que permitiría trabajar en equipos más allá de las dinámicas internas de las entidades y descartaría la idea de parcelas que a ratos se respira en el resultado final de actividades y eventos llamados, desde su génesis, al largo aliento. Dicho de otra manera: ¿por qué es tan difícil en Las Tunas planear citas culturales sin necesidad de circunscribirlas, casi en su totalidad, a una institución determinada?
Eso, querido lector, haría la diferencia en muchas propuestas y, más temprano que tarde, nos puede hacer protagonistas de mejores opciones, organizadas con tino y desde aristas diversas e integradas. Ojo, sin quitarles el peso de los responsables principales de cada ocasión, pero dando espacio para aportar desde otras vertientes del arte.
Hay buenas experiencias de trabajo común. Aunque no ha escapado de sombras y matices a medias, para muchos el ejemplo más cabal está en la Jornada Cucalambeana, que pone todo en función del guateque. Y entonces la décima, encandila; los pintores, deleitan; la danza, enamora y la campiña parece dueña de cada recodo.
Otro encuentro más joven y de una concepción muy diferente, el Taller Internacional de Payasos, organizado por Teatro Tuyo de manera bianual, también ha logrado aciertos notables en la acción de aglutinar.
Lo triste es que, generalmente, tras estos acontecimientos de luz está el esfuerzo bárbaro de los organizadores, el perder hasta los pies de un lado a otro, en el afán de unir rostros con discursos reñidos por el mero hecho de no pensar juntos. Y lo más triste aún, es que esa mezcla resulta tan rara, tan poco dada a ser conseguida, que ya muchos ni la sueñan y se lanzan a eventos “muy buenos” que podrían ser “magníficos” si involucraran a más voces del sector cultural; “todos a una”.
Sobran las vivencias. Quizás esta reportera la más ilustrativa la experimentó una tarde en cierta oficina. Estábamos allí para obtener información de un importante suceso cultural que iniciaría horas después. La persona al frente del proceso (por cierto, alguien con los pies sobre la tierra y Las Tunas en el corazón, sin lugar a dudas) dijo a la prensa papel en mano y lapicero listo: “Desde esta actividad hasta esta es responsabilidad nuestra; a partir de ahí, le toca a la Dirección Provincial de Cultura”.
Los periodistas miramos al techo y preferimos no preguntar lo obvio. ¿No son lo mismo? ¿Es así como se hacen las cosas? Tiempo después, en la reunión de balance del año, escuchamos a un respetado artista local plantear el asunto con argumentos imbatibles. Y, lo mejor, casi todas las intervenciones que le siguieron a la suya (que fue la primera de la reunión) profundizaron al respecto.
¿Por qué la Feria del Libro no puede beber más de esa colaboración, para dejar de ser “un problema” solo del Centro del Libro? ¿Acaso no duele la agonía del Festival Cinemazul, aquella idea bendita que nos regaló una propuesta única en Iberoamérica? ¿Se imagina qué hermoso sería que el Ánfora saliera de su acostumbrado programa y sorprendiera con su presencia en espacios inimaginados? ¿Y si el Festival Entre Música, que alista con tanto brío la Asociación Hermanos Saíz (AHS), consiguiera mayor alcance involucrando otras manos fuera de las habituales?
Por supuesto, todo pasa por el dilema de los presupuestos y el sempiterno dinero para llevarse a la boca “el pan, de miga y cáscara”, caro por demás en estos tiempos difíciles; pero la clave no puede estar en rendirse. Es, también, el llamado de la máxima dirección del país la necesidad suprema (casi de sobrevida) de hacer al arte y a los artistas los verdaderos protagonistas de los procesos. No puede seguir pasando que la burocracia de las instituciones condicione esas dinámicas. ¿No es suficiente aval el acto creativo?
Yo prefiero creer que no están dormidos los colosales acuerdos del más reciente Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, esos que ponderaban el diálogo y el hacer común más allá de a qué “universo” pertenezcas. El cónclave marcó un medular punto de giro alrededor de estos temas y la Isla toda abrió los ojos a realidades mayúsculas que, de no ser resueltas sin parcelas, muy juntos, pueden condicionar los senderos de la cultura cubana; esa llamada a ser (con absoluta justeza) escudo y espada de la nación.
Comentarios
Me ha motivado muchísimo tu artículo porque tratas aspectos que sufrimos los amantes de hacer llegar la cultura a la gente, por puro amor al prójimo. Coordino y conduzco una tertulia que hace 13 años mes a mes reúne personas ávidas de intercambio, de amistad, de pasar un rato ameno y agradable. Nos une ser lectores de la sección Tecla del Duende del periódico Juventud Rebelde, no logrado convertir el espacio en uno más de Cultura y así tener acceso a talentos porque nos dicen que somos de un periódico y al periódico no podemos pedirle nada porque somos solamente lectores, en fin, en estos años he logrado llevar al espacio aquellos que también ven el amor ingrediente fundamental para vivir.
Ahora cuando el horizonte económico nos preocupa, pienso que será más difícil garantizar el invitado y aunque el amor es lo único que crece cuando se reparte NO SOLO DE AMOR SE VIVE.
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