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Las Tunas.- “La primera vez que toqué en un país extranjero fue en Estados Unidos. Allí me presenté en asilos, iglesias y otros sitios. Recuerdo que durante un ensayo previo a un concierto en el club Park Place, la dirección del condominio y la presidenta de este centro me escucharon cantar Aquella tarde, de Ernesto Lecuona, y decidieron que la interpretara para cerrar. Parece que fue del agrado del público, porque me aplaudieron”, dice de forma jocosa el guitarrista concertista Félix P. Ramos Acosta, a sus 30 años de vida profesional artística.

Él es miembro de la Uneac, del Consejo Artístico de la Empresa de la Música, de la Fundación Nicolás Guillén, la Asociación Nacional de Pedagogos y otras entidades. Además de fundador, junto a varias de sus hermanas, del Patronato de Pro-Arte en Las Tunas, que aportó al desarrollo cultural de este territorio.

También ostenta varios reconocimientos, entre los que resalta el título de Hijo Ilustre de la ciudad de Las Tunas. Es gratificante conversar con alguien así, cuya anécdota inicial lo revela, un hombre modesto, especial, que con legítimo orgullo afirma: “Sin el calor de mi pueblo no podría vivir”.

- ¿Cómo era Félix Ramos de niño?

Era muy tranquilo y obediente. Siempre me interesó la lectura y ver televisión. En la escuela nunca hubo quejas de mí; compartía con los demás pequeños. Hoy recuerdo con mucho cariño a todos mis compañeros y profesores, especialmente a la maestra Rita Orozco, ejemplo de pedagoga en la provincia.

- ¿Cuándo llega la música a su vida?

Llegó de manera intempestiva a los 4 años. Una noche visitó mi casa una señora e intentaba cantar junto a papá Quiéreme mucho, de Gonzalo Roig, pero no entraba en tono. Niño al fin, me paré y la canté afinado, de inicio a fin. Ese día descubrieron que tenía un oído musical, lo que produjo alegría, pues en mi familia existe una tradición de cantantes y guitarristas por ambas partes.

Luego desarrollaría esa afición en la emisora CMKG, donde me presenté por primera vez, y en CMKT Radio Circuito, en un espacio llamado El programa del niño prodigio, además de mis incursiones en coros. También trabajé en programas radiales como Vanguardia de la juventud y Pequeño concierto.

- ¿Por qué la guitarra?

Mi padre era guitarrista, y mis abuelos también. Siempre armaban sus descargas. A los 21 años me decidí por este instrumento y específicamente por la música de concierto. Mi primo Luis Palacios Ramos (ya fallecido) fue mi mentor. Él y mi progenitor me sirvieron de guías.

- ¿Cuáles autores han sido referentes en su carrera?

Admiro toda la música lírica cubana, desde los tenores, hasta los sopranos y barítonos. En mi especialidad me han marcado Francisco Tárrega, Agustín Pío Barrios, Andrés Segovia, Pepe Romero, Narciso Yepes y otros. Considero que todo músico debe dedicar horas a escuchar a otros y superarse. De hecho, mi formación es esencialmente autodidacta; no cursé estudios en una academia.

- ¿Qué siente o piensa cuándo se encuentra frente al público?

Temor a fallar, nunca dejaré de sentir presión ante un escenario; al público se le debe respeto. (Y se entrelazan las manos que despiertan emociones).

- Me imagino que la familia sea otra fuente de inspiración…

Todas mis obras están dedicadas a mis consanguíneos, pues son la fuente de inspiración más cercana, pero nunca me he considerado compositor.

- Formar a nuevas generaciones es otra de sus pasiones. ¿Por qué?

El bichito a mí se me metió dentro en la Campaña de Alfabetización, cuando también me apegué más a la guitarra. Desde entonces disfruto enseñar. Parece que en el bolsito de la música me echaron la pedagogía. (Sonríe).

- Entre sus reconocimientos más importantes figura la Distinción Por la Cultura Nacional, ¿qué significa para usted ostentar este lauro?

Esta distinción me la entregaron durante una tertulia en la Uneac. Tuve el placer de recibirla de manos de Abelito Acosta, un gran amigo. Fue un momento sencillo y espontáneo, pero no lo voy a olvidar nunca.

- ¿Considera que la música de concierto es valorada lo suficiente en la provincia?

Debería prestársele más atención. Para enaltecerla hay que vincularla más con instituciones como los centros de educación. El que mire a la música de concierto solo desde un teatro, está perdido. La música y la enseñanza deben ir de la mano. Tener una sede es una necesidad. También hemos perdido público. Antes existía, por ejemplo, el Círculo de Amigos de la Música de Concierto, cuyos miembros tenían un papel activo en las actividades culturales.

- El ser miembro de la vanguardia artística e, incluso, haber ocupado cargos en ese gremio, ¿cuánto le ha aportado a su carrera?

Para mí la Uneac es una escuela. Somos una especie de garantes de la política cultural cubana y tenemos la responsabilidad de velar que se cumpla, de preservar y difundir nuestra cultura e identidad. Como dijo el Comandante en Jefe Fidel Castro: “La cultura es escudo y espada de una nación”. Para mí fue un honor ser vicepresidente del Comité Provincial de esa organización y haber aportado mi granito de arena en diferentes funciones.

- ¿Qué otras pasiones enamoran a Félix Ramos?

Me gustan la historia, los documentales, leer… Hasta tengo mis propios resúmenes de los partes del doctor Durán. Me encanta escuchar música, tomar café y sentarme en el portal de mi casa a ver pasar a las personas.

- ¿Qué significan estos 30 años de trabajo para usted?

Amor. Todo lo que he hecho, lo he hecho por amor. No esperaba el reconocimiento en la pasada Jornada Provincial de Música de Concierto. Yo seguiré contribuyendo al desarrollo de la cultura y la educación de este país. Mientras un dedo de mis manos se mueva, tocaré guitarra. Mientras mi cerebro genere ideas y mis labios articulen palabras, seguiré haciendo cultura.

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